VII

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Quería pediros disculpas por no haber subido en hace millones de años. Con la única de mis novelas que conseguí ser regular fue con Seis Hermanos, y me he propuesto, ahora que empieza septiembre, que para mi es cómo el inicio casi de año nuevo, empezar a ser muchísimo más consecuente con mis cosas. Lo he intentado durante dos años y ha sido un fracaso, pero ahora por fin parece que mi vida empieza a encauzarse: tengo un trabajo infinitamente mejor, estoy acabando mi carrera y tengo mucho más tiempo libre que años atrás. Así que espero que esto sea el principio de algo nuevo. Gracias por seguir aquí después de todo y a disfrutar de la lectura.

PD: comentad qué os ha parecido el capítulo y que creéis que va a pasar, quién lo adivine le daré feedback en el próximo capítulo de "El Monstruo II" (((((((:

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-Mis padres viven en Italia ¿De dónde iba a salir este nombre y este apellido sinó?- pregunta mientras lanza una piedra y la hace rebotar en la charca –Nos vinimos aquí ella y yo por decisión propia, queríamos estudiar en América pero lejos de todo el foco mediático- me cuenta.

-¿Acaso tu padre...- me corta.

-Es una figura política bastante importante allí- dice –Era demasiado estresante tanto para mí como para ella, necesitábamos un descanso de todo eso- me cuenta.

-¿Y vinisteis solos?- pregunto algo sorprendida. Ahora soy yo la que tira una piedra a la charca sin éxito de que rebote. Él suelta una pequeña carcajada y le miro mal.

-Así es- dice.

Me encojo entre él y pasa sus brazos por mi cintura. Me encuentro sentada en el césped, entre las piernas de Male mientras apoyo mi espalda en su pecho.

-¿Cuánto hace?- pregunto.

-Hará seis años, más o menos- me dice.

-¿Viniste solo a Estados Unidos con tan solo trece años?- pregunto sorprendida.

-Tenía catorce, y sí, siempre he sido bastante independiente, además, mi padre financió a una mujer que limpiaba, hacía la comida y cuidaba de Sam cuando yo no estaba- dice.

Es algo surrealista la historia de este chico. Me ha permitido preguntarle cualquier cosa, cualquiera, con tal de que me quede con él hasta que se tenga que marchar.

-¿Quién es esa pelirroja?- pregunto, finalmente. Suspira.

-Fue mi amiga, en un tiempo- y parece no querer darme muchas más explicaciones. Le miro deseando más, mucho más. Suspira y me mira rendido pero con una sonrisa ladeada –No te quedas contenta con eso, ¿no?- niego enérgicamente con una sonrisa. El ríe y comienza a hablar –Digamos que era mi...- tuerce sus labios y hace una mueca –Mi... chica disponible cuando no encontraba a otra- intenta parecer delicado.

-Vamos, que te la tirabas cuando no pillabas a otra ¿No?- me mira con una ceja levantada.

-Exactamente- dice él, riendo –Eres un poco bestia hablando- me comenta.

-Y tú- contraataco –Pero... ¿era?- me mira sin entender. Me muerdo el labio inferior y me giro de nuevo hacia la charca. No debí haber dicho eso.

-¿Cómo?- pregunta.

-Nada, nada, es igual- agarro otra piedra. La tiro y sigue sin rebotar. Mierda, por mi dignidad tengo que aprender a hacer esto.

-Sí, era- dice finalmente tras unos minutos de silencio.

Esbozo una pequeña sonrisa y aprieta ligeramente su agarre contra mí. La luna está sobre nosotros y tras todas las confesiones que me ha hecho, empiezo a sentirme confiada y confortada, y de una manera u otra confortada. Olvido a Ali, y a Alex y todos los idiotas populares que ahora van con él, me olvido de todo y todos. Y solo me centro en lo que tengo detrás: a este gigante de ojos preciosos, pelo negro como el tizón, duro por fuera, difícil de tratar y mucho más de entender, cabezota y duro de mollera, pesado y doliente a veces. Pero es lo que tengo y es, por el momento, lo que quiero.

Me despereza y me lleva a casa. Justo en la puerta hago un amago, intentando convencerle para acompañarlo esta noche, pero es imposible, tambiñen debo añadir que es de idea fija.

-No Destinee, no quiero que vayas a esos sitios- resoplo y pasa su palma dura por mi mejilla –Por favor...- me ruega.

-Está bien...- digo refunfuñando -¡Pero va esa y yo no!- replico, él suelta una carcajada y junta sus labios con los míos.

-Además, mañana tienes clase, hace horas que deberías estar durmiendo- me dice.

-Me importa una mierda la clase- digo elevando los brazos al cielo y subiendo el tono de voz.

-Shhht- ríe el mientras me tapa la boca con las manos -¿Quieres despertar a tu hermano y que nos vea?- me encojo de hombros, me destapa y vuelve a besarme. Y vuelvo a cerrar los ojos, disfrutando de su frescura –Mañana nos vemos, ¿sí?- asiento aún con los ojos cerrados.

Se encamina hacia la moto y yo hacia la puerta. Me giro para decirle adiós de nuevo y me lanza el casco. Le miro sin comprender su acto.

-Lo vas a necesitar mucho a partir de ahora- sonrío y abro la puerta.

-¡Suerte!- le digo cuando ha arrancado la moto.

Asiente, se pone el casco y se marcha. Me adentro en casa y cierro la puerta tras de mí. Me apoyo sobre esta y suspiro con una sonrisa mientras me muerdo el labio inferior. ¿Qué mierda? Remuevo mi cabeza y me lanzo escaleras arriba, necesito una ducha.

El monstruo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora