Capítulo 3

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El sol sangraba, derramando rayos que la neblina hacía de un rosa dulce. Fastidiado, Revali dibujaba franjas invisibles en el cielo. Arriba, abajo, arriba, abajo ... un chasquido escapó de su pico mientras volaba hacia Link, quien se aferraba a la montaña con dedos temblorosos.

Link apoyó la frente contra la roca, exhausto, y emitió un gruñido de dolor. Nubes de vapor salían de sus labios azulados.

– Qué lento eres, señor alpinista– cacareó Revali, rozando su espalda con la punta de su ala. Voló con ligereza, surcando los cielos, antes de volverse a acercar– . No sabía que tu condición física era tan deficiente.

Link le sonrió débilmente. Revali casi gritó cuando Link soltó una mano de la montaña para constestarle.

Tal vez si me ayudaras, iría más rápido en vez de... – Link cerró los ojos, luchando contra el dolor. El hyliano tomó unas bocanadas de aire antes de seguir hablando–, esto .

Revali lo miró preocupado, aunque cuando Link fijó los ojos en él, apartó la vista hacia las nubes y fingió que eran de lo más interesante.

– Hm, no – repuso Revali, bromeando–. Como tu compañero, reconozco la importancia del ejercicio físico.

Link rió, el sonido extendiéndose en la cordillera con un eco.

Qué buena excusa para esconder que no podrías volar cargándome...

– Eso es una calumnia. Sí que puedo, alpinista – se acercó más a Link, su voz suave como el vapor–. Oye, si realmente estás cansado...

Link sacudió la cabeza. La única mano que se aferraba a la montaña temblaba como un cascabel; sus dedos se retorcían como si quisieran fundirse con la roca.

Ni hablar. Sigues curándote de...

–No eres una carga para mí. Ven – Revali se acercó más. Soltar la pared era bastante peligroso.

Abajo, las nubes se enroscaban unas sobre otras, lamiendo la base de las montañas. De vez en cuando, un águila surcaba la piscina de vapor, pero incluso entonces no se veía ni la cúspide de los pinos más altos. Revali tragó saliva. Si Link caía...

Estoy bien, Revs.

Link parecía estar pensando lo mismo. Miró hacia abajo y sacudió la cabeza. Sin decir otra palabra, se aferró al muro rocoso y continuó escalando. Sus dedos buscaban grietas y protuberancias. A veces, llegaba a tramos mortalmente lisos, y cruzarlos tardaba más de lo usual. Revali se mantuvo a su lado, acompañándolo sin decir palabra. No se atrevía a romper su concentración, ni siquiera para hacer comentarios pulidos de ironía. Cuando Link se detenía, extenuado, era Revali quien le murmuraba palabras de aliento.

Llegaron a la meseta cuando el sol estaba en su cenit. La vista era hermosa, tranquila hasta resultar aburrida.

– Finalmente– exclamó Revali, lo suficientemente alto para que se arrepintiera: en las alturas, era bastante sencillo provocar un alud.

Link tenía las palmas apoyadas en las rodillas. Su respiración era superficial y pesada; por un momento, Revali temió que se fuese a ahogar. El rostro de Link, enjuto, estaba perlado con un sudor frío que se limpió con el dorso de la mano.

Lo siento.

Revali frunció el ceño. No estaba acostumbrado a ver a Link tan... cansado.

– No te disculpes; era una broma – su tono era amable–. Si quieres, podemos hacer un refugio y pasar la noche.

Link sacudió la cabeza, testarudo.

Verloren (Revalink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora