Verloren (Revalink)

Capítulo 4

Gotas de agua temblaban en la pared y se estrellaban mudas contra el suelo. Revali gruñó cuando unas cayeron en la sopa que estaba preparando. Arruinarían el sabor.

Link estaba a su lado, apoyando ambos brazos en un baúl. Su rostro estaba desvaído, con sombras dibujando surcos profundos en su piel. Tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido. Estaba cubierto de una capa de sudor.

Revali lo miró de soslayo, preocupado. Se forzó a volver la atención al guiso, revolviendo el caldo con una cuchara de madera. Había tanto silencio, que casi podía escuchar el golpeteo de las gotas contra el suelo. Abrió el pico varias veces, temas de conversación amontonándose en su cabeza, pero no se atrevió a hablar. Link estaba enfermo. Ambos lo sabían, y la testarudez del hyliano lo estaba volviendo loco.

Por alguna razón, Link se rehusaba a ir a la enfermería. Cada vez que Revali lo sugería, su rostro se ponía más lívido de lo usual y negaba con la cabeza una y otra vez hasta que Revali se daba por vencido. Cuando Revali lo confrontó sobre esto, Link se limitó a decirle que no había curandero en la aldea que pudiera aliviarlo.

Así que Revali había decido cuidarlo él mismo, lo que no le molestaba, aunque... tenía que admitir que cada día su preocupación aumentaba.  Con estos pensamientos sombríos arremolinándose en su cabeza, Revali tomó un traste y le sirvió una porción de sopa a Link.

– Toma – dijo, extendiendo un ala en su dirección.

Link se irguió y le sonrió, aceptando el plato. Revali casi gritó cuando Link lo tomó con manos desnudas pero, si los hylianos eran delicados a temperaturas extremas, Link era la excepción. Sin decir nada, Link la asentó sobre el cofre mientras que Revali se servía su propia porción.

Link tomó un sorbo, alzando las cejas con placer.

– Rico.

Revali se encogió los hombros.

– Sí, bueno... tú me enseñaste a hacerla.

Link bajó la mirada, sonriendo. Un rubor (¿tenía fiebre de nuevo?) acarició sus mejillas, pero Revali estaba demasiado consternado para notarlo. Otro día. Otro día que no salían a Hebra en busca del dragón. A este ritmo jamás podría cumplir su promesa a la princesa.

Y la verdad, prefería no cumplirla a que el estado de Link empeorara, pero...

– Salgamos hoy.

Revali sacudió la cabeza – ¿Y exponerte al frío?

– Estoy bien. El clima no tiene nada que ver, Revs.

Revali tomó varios sorbos de su sopa antes de contestar.

–Has vivido solo todo este tiempo, pero ahora estoy aquí para asegurarme de que no... cometas imprudencias.

Su tono era amable. Hablaba con el propósito que Link entendiera y cooperara.

– He vivido solo, por eso sé lo que es mejor para mí.

Revali se masajeó las sienes.

– Escucha...

Link sacudió la cabeza.

– No quiero retrasarte. Además, n... no sé cómo ayudar – el temblor de sus manos le impidió seguir. Link apretó los puños, respirando profundamente. Miró sus palmas con ojos entrecerrados, como si esperara encontrar una respuesta ahí–, no sé cómo...

–  Ya has hecho bastante. Tu conocimiento de geografía ha sido...

– No me refiero a eso. Hablo del dragón.