Capítulo XIII

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Capítulo XIII

   Las lágrimas no habían dejado de recorrer su rostro, ni siquiera antes de que el sol apareciera en el alba, antes del amanecer. Había llorado toda la noche, mientras un inmenso dolor y vacío crecía dentro de sí misma. Se sentía tan estúpida al haber sido tan ingenua. Simplemente había sido un juego para el hombre que ella amaba.



    No podía continuar en Londres después de ello, lo había decidido al dejar aquella carta que encontraría su doncella, y de seguro, entregaría a su padre. No, ella no deseaba seguir allí en esa temporada que le había arrancado el corazón. Sin dejarle nada... Absolutamente nada para tener fuerzas de fingir que podía seguir siendo la irreverente Alondra Cavendish. Tomó su bolso de viaje, con su monedero, segura de que él único lugar donde podría sentirse en paz sería su hogar en el condado de Devonshire.



    Salió sin hacer ruido, sabiendo que nadie esperaría que estuviese alguien despierto a esa hora, cuando el sol seguía oculto todavía. Respiró hondo al encontrarse en la entrada de la propiedad de su padre y decidió que no había tiempo que perder. Mucho menos tiempo para mirar atrás. Ocultó su rostro con la capa que llevaba puesto y decidió huir. Huir lejos de allí.



   Lejos de allí, cerca de Piccadilly, encontró una diligencia que viajaba rumbo al sur, cerca de Devonshire. Subió sin mirar quienes más estarían viajando junto a ella. Prefirió mantenerse en secreto quién era y por qué viajaba sin compañía.



   Cuando su padre entró en el comedor para desayunar junto a su familia, se encontró el rostro pálido de la doncella de su hija, quien tenía en sus manos una carta para él.



—Es para usted, su excelencia... Es de lady Cavendish...—dijo la doncella con temor de ser despedida, al no saber dónde se encontraba su ama.

—¿Qué sucede, James? —le preguntó Annette al ver una impresión de dolor en el rostro de su esposo.

—Alondra se ha marchado...—y le entregó aquella carta que había roto también su propio corazón.



<< Querido padre...

    Siento no poder cumplir por completo con mi promesa de celebrar una temporada junto a ustedes. Me temo que me siento avergonzada por haber sido injusta con usted. Todo este tiempo lo que usted pretendía era protegerme... Y yo fui tan ciega en no creerle. Fui tan ingenua para defender a un hombre que no se merecía que pusiera en duda el honor de mi querido padre. Y el de mi amada familia. No se equivocó. Padre, usted tenía razón. El dolor que me alberga en este momento es testigo fiel de que lo sé ahora... Porque he tenido que verlo y escucharlo personalmente, sin mera compasión.



    He decidido regresar al condado de Devonshire...




    Lo siento, querido padre... Lo siento, y espero que pueda entenderme y perdonarme...

Ecos del Corazón (7ma novela de Todo lo que soy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora