Capitulo VII
— Te he estado buscando... ¿Por qué estas aquí tan sola?— le preguntó Audrey a Alondra, al acercarse al jardín de la propiedad de la familia Cavendish, después de ver a su hermano, Matthew Cavendish, marcharse—. ¿No me dirás que estás nerviosa por los siguientes eventos de importancia? ¿O por tu presentación, al ser la hija de James Cavendish, duque de Devonshire?
—¡Audrey, que gusto es verte aquí! —se levantó y abrazó a su amiga—. Me has encontrado en uno de esos días en que me siento pensativa. No me gusta ser el centro de atención... Y es lo que siento que soy en estos días...
—No es de menos...—se sonrió y abrazó con cariño a su amiga— Eres la señorita más hermosa en todo Londres. Y muchas se sienten eclipsada por tu belleza... Temen no encontrar un caballero que se interese en ellas, mientras tú no decides comprometerte. ¡No entiendo porque has huido de todo esto por tanto tiempo!... Hay tantos nobles en busca de una señorita casamentera dispuesta a unirse en matrimonio.
—No necesito ataduras... Ni a alguien que crea que soy un objeto de valor. El hecho de que sea la hija de un noble no me hace un objetivo que disputarse. Tengo sentimiento...
—Estoy de acuerdo... Pero, lamentablemente, este mundo es de hombres. Y a ellos no les interesa eso—miró al horizonte, mientras se entristecía al pensar en Terrence Ashworth, conde de Essex, sabiendo que ella soñaba despierta con que él la mirase no tan solo como la hermana de su mejor amigo—. Mis posibilidades de conseguir un compromiso son cada vez más nulas... Por lo que no espero mucho cuando sea mi momento de ser presentada. Mi prima tiene más oportunidad que yo...Y a ella le agrada tu hermano. Aunque obviamente él no le ha dado esperanzas de un compromiso futuro...Solo en la imaginación de mi querida prima.
—Lo he observado... Y me apena haber puesto a mi hermano en aprieto en su presentación.
— Fue un instante inolvidable para mí...—admitió sonriendo de nuevo—. Te lo juro. Jamás había visto a mi prima ante un posible ataque... No te apenes por sus sentimientos. Era momento que alguien la hiciera pisar tierra... Siempre había sido una engreída que pensaba que el mundo giraba sobre ella. Y pido a Dios que tu hermano jamás ponga los ojos sobre ella.
—Siendo honesta...Tampoco deseo que forme parte de mi familia. ¿Y has venido solo por eso?
—Quería que me acompañarás a caminar por el Hyde Park... He escuchado que el mejor amigo de mi hermano suele pasear por las tardes.
—¿Estás hablando de Terrence Ashworth, conde de Essex? —le expresó con curiosidad—. ¿Te gusta ese caballero realmente?
—Alondra, no soy tan ilusa como mi prima... No espero que un noble con un abolengo superior al mío ponga sus ojos sobre mí. Muchos menos él, siendo un conde. Y he escuchado por medio de mi hermano, que espera encontrar alguien digno para su abolengo en esta temporada. En pocas palabras, mirará solo a alguien que esté a su altura...—sonrió con un poco de tristeza—. De todas maneras, solo quería ver si lo encontrábamos esta tarde. Me agradan sus conversaciones. Te asombrarías de las muchas cosas que tienen en común.
— No me veo conversando con alguien que apenas conozco... Sabes que soy un poco reservada.
—Lo sé. Por eso muchos esperan tu presentación para tener una oportunidad.
—No saben a qué deben atenerse en ese día ni lo que esperan encontrarse...Déjame pedirles permiso a mis padres y te acompañaré. De seguro me piden que me lleve a mi doncella.
A su llegada al Hyde Park, el conde de Essex había visto a lo lejos a la señorita Audrey Wilson junto a lady Alondra Cavendish. Su plan había resultado. Incluso había resultado mejor de lo que esperaba. Agradecía en silencio la inocencia de Audrey, porque ella había cumplido con sus expectativas, más de lo que había esperado.
Aquella tarde había decidido salir a cabalgar, sin saber si ella saldría esa tarde a caminar. Tras una breve visita, a la propiedad de los Wilson, se había limitado a expresar cuanto le apasionaba salir en las tardes a cabalgar, después de salir de sus ocupaciones matutinas.
Pero esa tarde todo había salido perfectamente, sin que ellas se percataran de su presencia. Caminaban aún más distraídas de lo normal, al mismo tiempo, en que hablaban, posiblemente de meros temas femeninos. Y no esperó más. Ese era el momento.
— He de considerar que la vida se empeña en reunirnos siempre, de una u otra manera, señoritas...— les dijo al acercarse a ellas con una sonrisa fingida.
—¿Conde de Essex?— expresó Audrey al detenerse y girar hacia él, sorprendida—. Nos ha tomado por sorpresa...
—Agradezco a la casualidad de este día...—saludó con una inclinación de cabeza, al igual que hacían ellas—. Es una hermosa tarde, ¿nos les parece?
—Ciertamente...—expresó Alondra. Preguntándose en ese instante, por qué de todos los nobles presentes en Londres en esa temporada, aquel caballero era el único que se le prohibía ser invitado a su presentación.
Terrence Ashworth, conde de Essex, bajó de su caballo y decidió hacer algo inusual de alguien que "sólo había salido a cabalgar".
—¿Me permitirían caminar junto a ustedes este hermoso día? He estado tan ausente de Londres, que es bueno estar acompañado de buena compañía. —miró primero a Audrey, buscando su completo apoyo en ella, para terminar, observando de último, a Alondra. Sabiendo que no podía escaparse de esa oportunidad de conversar.
—Por supuesto, su excelencia...—expresó Audrey emocionada.
—Suelo ser un poco aburrido en ocasiones... Espero no incomodarles por eso. —expresó, empezando su principal juego. Conseguir la confianza absoluta de Alondra. Era todo lo que necesitaba para llegar a ella.
—Me temo que se menosprecia mucho, su excelencia...—expresó Alondra, mirándolo con interés—. He sabido que es un hombre culto, que ama la literatura y el arte. De seguro tendrá conversaciones amenas que no aburren en lo más mínimo.
—Me halaga mucho, lady Cavendish...— y empezó a conversar de temas triviales que luego llevo a lo que les gustaba a ambas. Los libros y el arte.
![](https://img.wattpad.com/cover/95962833-288-k26903.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Ecos del Corazón (7ma novela de Todo lo que soy)
Ficção HistóricaAlondra Cavendish ha heredado tanto el carácter de su padre, como el de su madre. A su corta edad ha decidido romper las reglas que toda señorita de sociedad siguen después de cumplir la edad para ser presentada. No comparte esos ideales como su ami...