Capítulo XI
En su inocencia Alondra empezaba a confiar cada vez más en aquel hombre que le había pedido que pintase su retrato, sin ver el peligro en que se metía. Él disfrutaba verla caer en sus redes, visualizando como podía utilizar eso en su contra para lastimar a su familia, cuando también lograse conquistar su corazón.
Verla en los jardines de Hyde Park o en los de la propiedad de la familia de su amigo Cristopher, concentrada en esa obra que hacían sus manos, le daba el ahínco de continuar y así ver sus planes encajar perfectamente, mientras ella era un pequeño gorrión que caía en su trampa.
Pronto a sus oídos había llegado la mejor noticia de su vida, la que le daba aún más libertad de lo que esperaba en esa temporada. Se había enterado, por medio de los cotilleos de las damas de alta sociedad, que muchas se lamentaban porque la estadía de Matthew en Londres se había acabado, al haber decidido continuar con sus estudios en Saint Andrews. No era de extraña porque motivo había deseado evitar aquellos eventos sociales, cuando él mismo había sido testigo de cómo lady Isabella Aldwych había tenido las atenciones exclusivas de su buen amigo Christopher, aunque no había visto más que una amistad sincera entre ellos.
Lord Christopher Wilson jamás podía considerarse como él. Su corazón era noble y nunca había sido educado para odiar a nadie.
Pero a él sí... Y era por ello que estaba dispuesto a arruinar la reputación de Alondra y acabar con el buen concepto que las personas tenían sobre su familia. En especial con sus padres.
Pronto ellos conocerían el sabor amargo de su odio y repugnancia.
En una de esas reuniones que él consideraba clandestina, porque tantos los padres de Isabella Aldwych como los de Alondra Cavendish, desconocían su presencia en las reuniones que ella llevaban en la propiedad de los Wilson. Sabiendo que si no movía sus piezas bien, podía acabar perdiendo su juego, aprovecho la ausencia de su amigo y le pidió a Alondra hablar un momento en privado.
—Le pido disculpa por mi inusual atrevimiento... Sé que no es correcto que hablemos en privado. Puede su reputación correr en peligro si nos viesen hablar juntos en un lugar como este.
—Lord Terrence, confió en usted, más que en nadie. Todo este tiempo me ha mostrado que es un hombre íntegro... Que ha sido juzgado injustamente. —expresó en su defensa al ver su fingido rostro afligido.
—Me hace sentir más afortunado de tener su amistad... Hace tanto tiempo he sido juzgado tan mal por los errores pasados de mi familia...—se detuvo y miró hacia el horizonte—. ¿Alguna vez ha querido que alguien le vea en realidad? Creo que estoy volviendo a tutearla, cuando le he pedido que nos tuteáramos si íbamos a ser amigos...
—Usted me hace sentir afortunada a ser su amiga... a ser tu amiga...—le sonrió mientras él había buscado de nuevo su mirada—. Y me agrada haberte conocido, porque siento que eres la única persona que me entiende...Que realmente me ve...
—Tú también me ves en realidad... Me había sentido tan vacío en el pasado, ahora me siento bendecido...—se acercó un poco más a ella—. Has sido la única que ha podido verme... No me canso de ver el retrato que has pintado para mí... Es el reflejo de alguien que pensé que nadie más veía en mí...—rozó su rostro, viendo el brillo en sus ojos y viendo que ella había caído completamente en su trampa—. ¿Podría ser considerado apropiado si me permito hablarle sobre mis sentimientos y cómo el conocerle ha cambiado a mi vida?
—Terrence...
—Temo no poder contenerme más... Pero, estoy dispuesto a limpiar mi apellido y hacer lo correcto... ¿Me permitiría ser el hombre que la corteja y ser quien pida la mano su padre?... Sé que le he pedido mantener nuestra amistad en forma clandestina. Pero no quiero verla involucrada a los cotilleos de esta sociedad que es capaz de dañar la reputación de alguien inocente... Quiero que su familia entienda que no soy lo que la gente ha conjeturado y presumido que soy. Quiero hacer por primera vez lo correcto... Porque le amo...—y le besó, tomándola por sorpresa.
A la mañana siguiente, ella seguía pensado en ese reencuentro, pero había decidido guardarse los detalles de lo sucedido. Quería que lord Terrence Ashworth, conde de Essex, tuviese una oportunidad de limpiar su nombre y el de su familia. Aunque ella desconocía sobre ese pasado que había manchado no tan solo la vida de su familia, sino la suya. Sin embargo, cuando se había reunido con Isabella, su repentina conversación le había llevado a confesar sobre ese encuentro, sin entrar en detalle.
—¿Estabas en el jardín? —expresó Isabella sorprendida.
—Me encontraba con Terrence...
—¿Estabas hablando en ese lugar con el conde de Essex?
—Quisimos un momento en privado... Hablar con él me hace cada vez que he encontrado a un igual. Se interesa por lo que me gusta. Y entiende lo incómodo que es ser o pertenecer a una familia de un alto abolengo.
—Pensé que sólo lo considerabas como un amigo...
—No estamos hablando en este momento de mí, sino de ti... Y he decidido escribirle a mi tonto hermano. Hacerle ver que le extrañamos y exigiremos que nos escriba a las dos, mientras se encuentre en Escocia.
Ella decidió haberse mordido la lengua, cambió el tema. Pero después de haberlo logrado, al poco tiempo, Isabella continuó con esa conversación.
—¿Me hablarás ahora de ti? ¿Desde cuándo has empezado a sentir afecto por el conde de Essex?
Alondra que siempre había sido un personaje indómito a ese sentimiento llamado amor, se sonrojó al mirar a su amiga.
—Desde que empecé a pintar su retrato... Cada uno de esos días, empecé a conocerle un poco más y me deslumbró ver que había conocido a un igual que yo. Ama las artes... No le importa que una mujer se expresé o que pinté. Es agradable...
—¿Y él te ha expresado sus sentimientos?
—Sí... Anoche...
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Holaaaaaaa a todos mis lectores, perdonen la tardanza, como les he dicho, me encuentro un poco bloqueada, pero estoy intentando escribir y ponerme al día... Gracias por sus comentarios, votos y lecturas.... Espero que les guste. Un saludo...
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Ecos del Corazón (7ma novela de Todo lo que soy)
Ficción históricaAlondra Cavendish ha heredado tanto el carácter de su padre, como el de su madre. A su corta edad ha decidido romper las reglas que toda señorita de sociedad siguen después de cumplir la edad para ser presentada. No comparte esos ideales como su ami...