UNO

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EMILIO

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EMILIO

El día en que Mi rey, y yo, decidimos tener una familia, estaba haciendo mucho calor

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El día en que Mi rey, y yo, decidimos tener una familia, estaba haciendo mucho calor. Tanto calor como para que empezáramos a sudar apenas salimos del departamento. Joaquín llevaba unos pantalones cortos, color gris, y una camisa blanca, que lo hacía resaltar muchísimo más de lo común. Tenía las mejillas sonrojadas, el cabello húmedo por la ducha que se había dado media hora antes, y lucía sumamente hermoso. Como siempre. Yo llevaba un pantalón holgado, color blanco, y una camisa café, que me quedaba un poco corta, pero estaba bien, podía mantener mi cuerpo ventilado de esa manera. Llevábamos las manos entrelazadas -sí, aun con ese calor siempre que salimos de casa nos tomamos de la mano-, e íbamos en camino a la heladería más cercana. La cual estaba a quince minutos.

Llevábamos un mes en España, y no tenía prácticamente nada de tiempo que nos habíamos mudado a la Ciudad, pero una ventaja de nuestra historia en Madrid, era que conocíamos un poco bien la zona. Al menos lo suficiente como para andar por ahí, sin Heros a nuestro lado (Desde que habíamos vuelto, mi mejor amigo no se despegaba de nosotros, diciendo que nos había extrañado mucho, no me importo tenerlo a mi lado todo el tiempo, pues yo también lo había extrañado, y todavía estaba lejos de olvidar mi despedida con él antes de que se fuera).

La calle estaba llena de personas, que claramente odiaban el calor que hacía dentro de las casas, y habían decidido dar un paseo para que el viento fresco los golpeara un rato. Pasamos por el parque donde nos habíamos tomado la foto que todavía mantenía guardada en el collar en forma de corazón que llevaba en el cuello, y mientras platicamos de cualquier cosa trivial, notamos que había un pequeño niño solo, al lado de una banca, que nos miró de vuelta y casi de inmediato comenzó a llorar, haciendo que detuviéramos nuestro andar.

Nos acercamos a él, y le preguntamos qué era lo que sucedía, y en donde estaba su madre. El pequeño debería tener menos de diez años, y no era tan alto. Nos dijo que se llamaba Josué, y que sin querer se había separado de su madre, quien estaba cuidando a su hermanito menor mientras compraban unas cosas en un puesto. Obviamente decidimos ayudarlo, así que le preguntamos si sabía el número de teléfono de su madre, ya que alrededor de nosotros no había nadie que pareciera estar buscando a un niño. El pequeño seguía llorando, tratando de recordar, por lo que mi rey precioso no dudó en sentarlo en la banca, mientras intentaba tranquilizarlo.

Our Little Queen. || Emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora