No sé qué es más extraño: haber pasado cinco minutos enteros sin discutir al lado de Noah o no haber visto este lugar antes. El Betty's con su decoración en tonos rosas y naranjas tenía un ambiente acogedor, sencillo en comparación al resto de negocios de la zona; los que a pesar de sus fachadas de aire antiguo eran extremedamente elegantes en el interior. Y a juzgar por el olor a chocolate que te envolvía desde que entrabas por la puerta, podía garantizar que todo lo que habíamos pedido estaba delicioso tan solo con mirarlo.—No le he puesto veneno, tranquila —bromeó Noah.
Él ya iba por su segundo brownie y yo apenas había probado mi batido de fresa.
—Todo esto es muy raro. Hace una hora no aguantábamos estar en la misma habitación y ahora compartimos una ración de brownies —contesté. Ruido de sorbito—. Como si nos cayéramos bien.
—Primero que todo: Auuuch —respondió llevándose una mano al corazón con dolor fingido. Volteé los ojos—. Y dos, dígamos que he llegado a la conclusión de que puedo aprender a soportarte.
—¡Vaya Noah! Gracias. He esperado toda mi vida que dijeras esas palabras —dije a su vez con la sonrisa más dulce que fui capaz de fingir.
—Me alegra no haberte decepcionado —contestó en un tono más falso aún.
Dejé que mis ojos vagaran por la vista que me proporcionaban los ventanales a mi derecha. La cafetería estaba en un tercer piso por lo que era bastante impresionante.
Honestamente, me apenaba que todo terminara. Desde mi "momento Avenger" en el comedor, mi vida social apestaba...mucho. Tenía compañeros de clase pero mi lista de amigos para pasar el rato se había reducido considerablemente e idear planes para vengarme de Noah me daba algo que hacer en mi tiempo libre.
No tienen que decirlo, lo sé. Patético.
Hace una semana me quejaba de la cantidad de problemas en los que me había metido y ya no éramos niños, este odio infantil tenía que acabarse antes o después. Mejor antes.
—¿Me dejas el último? —pregunté mirando al brownie sobreviviente.
—Para ser alguien que no aguanta estar en la misma habitación que yo, eres bastante desinhibida para pedirme comida —dijo colocando el dulce en mi plato como respuesta.
Sin darle más vueltas, a la par que mi cuchara atravesaba todas las capas de chocolate hasta llegar al centro derretido, firmé la capitulación:
—Yo también creo que puedo aprender a soportarte.
Desde esa tarde en Betty's no he vuelto a hablar con Noah, sin embargo las veces que nos encontramos respetamos las reglas básicas de educación. O sea, no asesinarnos con la mirada.
Se siente bien despertar por las mañanas en paz con el mundo y con mis chakras alineados. Aunque ahora mismo toda esa paz mental se ha ido, como mi paciencia y el novio de Laura Pausini.
Esos mocosos de segundo de secundaria se multiplican como conejos. Tenía dos delante mío en la fila de las máquinas expendedoras y cuando volví a mirar habían cinco. Así que aquí me tienen, corriendo con mi barra de chocolate a medio comer con tal de llegar temprano a la clase de Español.
—¡Señorita Martínez, tarde de nuevo!¿Qué fue esta vez?¿Un cupcake, Doritos?Ohhh ... chocolate —dice mirando el dulce en mi mano—. A lo mejor debería preparar una cesta de golosinas para la próxima clase a ver si consigo que llegue a tiempo.
Todos ríen. Ni siquiera fue tan gracioso.
—O dejarles de tarea hacer un resumen de "Como agua para chocolate" ya que están tan participativos, motivados, sonrientes —nos dice a todos y me mira esperando que diga algo.
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Odio Que Me Gustes (EN PROCESO)
Teen Fiction#GanadoraPremiosABC Portada de FanmeryWrite Cuando hice el bendito examen para irme a estudiar al extranjero esperaba encontrar aventura, una nueva cultura, diversión; pero, ¿un chico con aire oscuro y misterioso en mi cama! Nonononono eso estaba f...