Cap 2: Bienvenida a la jungla

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Después de una emotiva despedida y por "emotiva" me refiero a que mi hermanito de 5 años, Kyle,  me regaló su Ironman babeado y mi padre casi golpea al camarero cuando le dijo que su soda favorita costaba más por estar en el aereopuerto. ¿Por qué, Dios, por qué? Al fin me embarqué en mi primer viaje trasatlántico.

La escuela compró un billete en primera clase. Sí, yo tampoco me lo puedo creer.  En mi anterior escuela cuando estabas entre las diez mejores notas en una prueba te daban un "sabía que estabas mintiendo cuando dijiste que no te sabías la pregunta 5" y eso ni siquiera lo hacía un profesor.

Todo esto es fantástico, pero también muy abrumador. Quiero decir, ¿en qué mundo una escuela puede pagar un viaje a Europa en primera clase? Tengo miedo de que las cosas no sean tan fantásticas como parecen, miedo de no encajar, de no ser suficiente. Leí una vez que si algo te emocionaba y te asustaba en la misma medida, entonces era exactamente lo que necesitabas.

Espero que esta sea una de esas veces.

La primera clase del avión es lo más. Los asientos son cómodos y suaves, puedo estirarme sin molestar al pasajero del asiento de al lado y los televisores tienen acceso ilimitado a Netflix. Cada cinco minutos pasa una aereomoza ofreciendo champán, jugo en mi caso y mentiría si dijera que no es la segunda vez que pido panqueques con Nutella. ¿Qué? El viaje durará catorce horas. Necesito mantenerme alimentada mientras veo Élite.

Así, luego de 4 películas, 6 botecitos de Nutella y el sueño reparador más largo de la historia; llego al aereopuerto. Todo es gigante aquí, hay un montón de gente. Estoy tan feliz que no veo a la chica enfrente mío hasta que estamos ambas en el piso y nuestras maletas, deseosas de escupir nuestras pertenencias, semiabiertas entre las dos.

—Lo siento mucho, en serio —le digo. Luciendo apenada.

Trato de recoger las pocas cosas que salieron de mi maleta antes de que el resto de los viajeros vean porqué mi madre estaba tan preocupada por mi ropa interior.

—No te preocupes, no pasa nada. Yo tampoco estaba prestando mucha atención —respondió sonriendo.

Justo iba a contestarle cuando vi lo que llevaba puesto: saya plisada negra cm antes de la rodilla, camisa blanca de mangas largas con una corbata rojo vino y un blazer del mismo color. En otras palabras, mi futuro uniforme. Ella me notó mirando.

—¿Vas al IIE? —le pregunto, repentinamente consciente de la mancha de Nutella que hay en el bolsillo frontal de mi sudadera. ¿Alguien sabe cómo llegó eso ahí?

—Sí, ¿tú también? —asentí—. Soy Kimberly, pero todos me llaman Kimmie. No te había visto antes. Eres nueva, ¿verdad?¿Sabes cómo encontrar a Peter? Oh, que tonta, seguro no conoces a Peter. Es nuestro chófer. La mayoría de los estudiantes ya están en la escuela o viven aquí, por lo que no necesitan que nadie los recoja. Deberíamos apresurarnos, es muy impaciente. ¿Sabías que tienes que ponerte el uniforme antes de llegar a la escuela? Tienes que ponerte el uniforme antes de llegar a la escuela. Vamos, te acompaño al baño ¿Tu nombre?

—Nancy —respondí. ¿Es idea mía o esta chica se contesta sus propias preguntas?.

Cuando llegamos al baño me cambio rápidamente y nos vamos a buscar al famoso chófer. Kimmie es bastante amable. Al verla por primera vez podrías pensar que es la típica niña pija, con su pelo negro perfectamente alisado, sus brillantes ojos verdes y su uniforme impecable, pero cualquier pensamiento de ese tipo se esfuma cuando la escuchas hablar. Y creedme, es lo único que he hecho desde que salimos del baño. Muy amable y muy todo pero habla hasta por los codos.

—En la escuela cursas desde séptimo hasta el último año de preparatoria y raramente cambian los integrantes de los grupos, así que recorres toda tu adolescencia con las mismas personas.

Odio Que Me Gustes (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora