25: Sabor a Chocolate

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¿Han experimentado ese momento al despertar en el que tu cerebro decide que reproducir todas las estupideces que hiciste la noche anterior es mucho más importante que levantarte de la cama?

¿Sí?

Pues eso es lo que estoy haciendo en este preciso minuto con los ojos pegados en las estrellas fluorescentes, que decoran el techo de mi habitación desde que las compré en un mercadillo ambulante una tarde camino a la residencia.

Recapitulemos:

Tengo sentimientos que no puedo aceptar en voz alta por un chico.

Fui a una fiesta solo para probarle a ese mismo chico que podía cuidarme sola.

Terminé fallándome a mí misma saliendo con un traficante junior y recurriendo al chico en cuestión para que me ayudara.

Y por si fuera poco, acabé la noche besando al susodicho contra la puerta de mi habitación como si no hubiese un mañana.

Conclusión: Aunque admitirlo me cueste y revuelva todas mis entrañas, porque no hay nada que odie más que  sentir que no tengo el control de mis emociones, soy un caos.

Pero soy un caos consciente y eso es lo único que necesito para dejar de serlo. Una vez que sabes cuál es el problema es mucho más fácil encontrar la solución.

Y mi problema tiene nombre, apellidos y mucha mala leche. 

Mi celular vibra en la mesa de noche y estiro mi mano para encontrarme un mensaje de Grecia atravesando la pantalla.

Grezilla: Estoy en Daisy's por si te interesa mover tu perezoso culo y desayunar con nosotros.

Siempre es una alegría que te despierten con tan bellas palabras.

Y, ¿Nosotros?

Realmente ni mi perezoso culo ni yo teníamos ganas de salir de la cama, pero quedarse a vivir aquí por lo que resta de vida tampoco es una opción. Por muy tentadora que sea.

Le respondí pidiendo que ordenara por mí unos crepes con Nutella. Me di una ducha rápida, me puse la primera camiseta que encontré al abrir el armario y me encaminé al paraíso en la tierra que era Daisy's.

El reloj digital sobre la pizarra con las ofertas del día que cuelga de la pared sobre el mostrador marca las ocho en punto. Apenas hay clientes en la cafetería por lo que no me resulta difícil encontrar la cabellera naranja de Grecia.

Ella estaba sentada de espaldas a mí, ensimismada en su celular, chateando con alguien a juzgar por el movimiento de sus dedos sobre la pantalla. Mi intención era aprovecharme de eso para darle un susto. Me acerqué sigilosamente hasta quedar justo detrás de ella, pero mi broma se frustró cuando la otra parte del "nosotros" llegó a la mesa. No pareció sorprendido. Supongo que sabía que vendría.

Grecia se giró buscando lo que tanto le había llamado la atención a su primo y terminó percatándose de mi presencia.

—¿Qué pretendías hacer? —preguntó con una ceja alzada y una sonrisa juguetona— Venga. Siéntate de una vez. Deben estar a punto de traer nuestra orden.

Colocó el bolso que traía en el suelo y dio unas palmaditas para que me sentara.

Como Grecia predijo, no pasaron ni cinco minutos y un camarero trajo nuestros pedidos. Los crepes siempre eran una delicia, pero los crepes con Nutella y frutos rojos de Daisy's eran la perfección. La prueba inequívoca de que los desayunos de los perfiles de Instagram existían fuera de internet.

—El puto amaneció de buen humor al parecer y me invitó a desayunar, ¿No es increíble? Noah puede dejar de ser un capullo. Todavía hay esperanza para su oscuro corazón —se metió con él, quién a su vez le sacó el dedo medio y regresó la vista a su celular.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2022 ⏰

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