Cap 24: Descontrol

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NOAH

—Ok. Dame un segundo —contesté, aunque dudo mucho que me haya escuchado. Estaba demasiado ocupada follándome con la mirada.

Si tan solo lo hiciera con todo el cuerpo y no con los ojos nada más. En fin, la perfección no existe.

Dejé la toalla húmeda en el baño y me puse una camiseta limpia de camino. El universo no permita que mi torso desnudo sea lo que le impida decir lo que sea que tenga en la cabeza. La habitación está a oscuras, tan solo iluminada por la luz amarilla del farol de la esquina que entra por la ventana entreabierta. Nancy tenía su espalda recargada en la puerta cerrada y la mirada clavada en algún lugar muy lejos de aquí. Encendí la luz de mi escritorio y me senté a horcajadas en la silla con los antebrazos apoyados en el espaldar.

—Y bien ¿Viniste a darme las buenas noches? —la pinché para que hablara de una vez, pero hubiese sido casi mejor quedarme callado.

—Jax tenía drogas en la guantera de su coche —soltó sin adornos, directa—. No sé si las vende o las consume, pero...—Su boca siguió moviéndose, mas había dejado de escuchar las palabras que decía. Enfocó su mirada en mí por primera vez para observar mi reacción.

Pero no reaccioné en ese momento. Los recuerdos se arremolinaron en mi mente. Los fantasmas de decisiones pasadas cuyas consecuencias me perseguían hasta hoy. Era otra noche, otro mes, otro lugar, otra persona la que estaba frente a mí que me importaba de una forma diferente pero en la misma medida que ella.

—¿Marihuana? —Fruncí los labios con desagrado.

Lo habíamos intentado un par de veces como una forma de relajarnos y  olvidar nuestras preocupaciones, porque la teníamos a mano, porque podíamos hacerlo. Fue divertido, pero al menos mi experiencia no tuvo nada destacable y habían formas más entretenidas de aliviar las tensiones.

Sin embargo, Ethan no pensaba lo mismo.

—No. Esto es diferente, más intenso. Los efectos duran más —Recostó su espalda en el sillón y entrelazó las manos sobre su abdomen. Había hecho su movimiento. Ahora la decisión era mía.

Teníamos un pacto. Si hacíamos algo que eventualmente nos podría meter en problemas, lo hacíamos juntos; para cuidarnos las espaldas.

Encendí un cigarrillo.

—¿Quién es el proveedor? —indagué, antes de tomar una calada.

—Jax —Enarqué una ceja y solté el humo.

¿Era en serio? ¿El bueno de Jax? ¿El chico de oro?

—No perdemos nada con intentarloContesté y sus labios se extendieron en una sonrisa satisfecha.

La mano de Nancy moviéndose de arriba a abajo frente a mi rostro me devolvió al presente.

—¿Lo sabías? —indagó. No contesté y tomó mi silencio como respuesta— Lo sabías y no me dijiste nada ¿Qué clase de amigo hace eso?

—A ver si entiendo ¿Querías que te dijera que tu cita estaba metido en las drogas? —ironicé, recalcando la palabra "tu" . Totalmente a la defensiva— ¿No se supone que conozcas bien a una persona antes de aceptar salir con ella? 

Nos estábamos mirando a los ojos, así que pude presenciar el segundo exacto en que sus ojos se abrieron en sorpresa ante el ataque inesperado y su expresión se endureció.

—Fue un error venir aquí. Debí quedarme en mi habitación hasta que se me quitara la cara de payasa.

Respiré hondo y me puse de pie antes de que pudiera abrir la puerta, tomándola por el codo para detenerla. Nancy no tenía la culpa de los errores del pasado, esa carga tenía como destino mi espalda y la de nadie más.

Odio Que Me Gustes (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora