cuatro

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En un aireado monoambiente de un edificio en Soho, el agua caliente que caía de la ducha por su espalda no era lo suficientemente caliente como para quema su piel. Su cabello oscuro estaba enmarañado sobre su cara, pequeñas gotas de agua caían desde las puntas hacia su pecho. Miraba la espuma del shampoo desaparecer por el desagüe, sus pies estaban sumergidos en una suave y acolchada capa de burbujas.

Tomó una respiración profunda y llevó su cabeza hacia atrás dejando caer el agua sobre su cara. Abrió su boca, el agua pasaba por sus dientes y caía dentro de ella, sopló con fuerza haciendo que saliera como si de una ballena se tratase.

Agarró la esponja blanca para baño y la paso por cada centímetro de su largo cuerpo. Siempre usaba una doble fregada cuando terminaba de trabajar. Cambió la esponja por un cepillo exfoliante, pasando una cremosa crema de baño en cada parte de su cuerpo. Enjabono su vello corporal con shampoo y luego acondicionador, dejando que el agua lo retirara.

Salió de la ducha dejando la regadera abierta. Busco una crema facial hidratante en el estante detrás del espejo. La pasó por su cuello y rostro, el aroma a kiwis y uvas llenando el lugar. Tenía una colección de chupones oscuros en su cuello, por los cuales pasó crema.

Se estiró de lado a lado en frente del espejo antes de girarse e inclinarse. Con sus glúteos abiertos, pasó por el espacio con la punta de sus dedos, que no tenía ni un rastro de pelo, tocando la apretada piel rosa. Se dio la vuelta y acarició su estómago. Buscó nuevamente en el estante y esta vez sacó una tijera dorada.

Volvió a ingresar a la ducha y empezó a recortar el cabello debajo de su ombligo. Las tijeras viajaron a su ingle cortando el pelo hasta que casi fue invisible. Levantó su brazo derecho y llevó la tijera hasta el suave pelo debajo de este para luego repetir el proceso con el izquierdo. Enjuago la tijera y el piso, limpiando cualquier rastro de pelo. Llevó su cabeza hacia el agua que caía, quitó el rastro de crema de su rostro y pasó las manos por su cuerpo.

Tomó una botella de acondicionador del estante y puso un poco en su mano para luego ponerlo sobre su largo cabello. Salió de la ducha nuevamente, envolvió su cabello en una toalla y su cuerpo en otra. Se sentó y agarró una pinza y un espejo con aumento, debía emprolijar sus cejas.

Una vez que terminó de depilarse, hidratar su piel y ducharse, secó ñ su ya limpio cabello con la toalla, apretandolo para darle forma a sus rulos. Mientras tenía la cabeza hacia abajo, escuchó un celular sonando en la habitación. Por el tono que irradiaba sabía que era su segundo teléfono, el cual recibe más atención que el primero.

Caminó fuera del baño,  desnudo, sólo su cabello asegurado con la toalla. El teléfono estaba en la mesita de luz, deslizandose por las vibraciones hasta que finalmente paró al agarrarlo. No reconoció el número en la pantalla. Su vientre inferior hormigueó con anticipación, unos ojos azules y lengua afilada pasó por su mente.

Sopló una respiración por sus labios y llevo el móvil a su oreja, tragando antes de ronronear profundamente "¿Hola?"

Hubo un corto silencio en el cual nadie contestó, sólo una entrecortada respiración se escuchaba al otro lado. Finalmente, la otra persona tuvo el suficiente valor para hablar.

"S- si, hola, yo..." Casi podía sentir como si el sudor del otro lado traspasara el teléfono. "¿Estoy buscando a Jack?¿Jack Mcqueen?"

Nope. La torpe voz no era de Mr. Taxi, al menos que hubiera perdido su ingenio y sarcasmo en las últimas dos horas.

"Hola. Yo soy Jack." Dijo hablando con un tono más gentil y tranquilizador. Camino hasta su armario y empezó a buscar en los estantes superiores. "¿Cómo quieres que te llame?"

Escapade || L.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora