siete

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"¡Ya casi llegas, casi llegas! Dame cinco... cuatro... tres... dos... y uno. ¡Listo! Relajate." Jack cayó sobre su estómago, su torso empapado con sudor y aplastado sobre su sudorosa manta de yoga.

"Respira." La alegre voz de  Tony Horton salía por los parlantes del televisor. "Muy buen trabajo a todos. Respiremos juntos. Bajemos nuestro ritmo cardiaco. Es hora de calamarnos."

"Okey Tony, lo que sea que digas." él jadeó girando sobre su espalda. Su pecho se movía de arriba a bajo, sus brazos desparramados sobre su cabeza como si no tuvieran huesos. Soltó en un susurro agitado, "Maldita pliometría." y cerró sus ojos. El sudor caía desde su frente hasta los lados de sus ojos. "Maldito P90X"

"¡Ahora debemos elongar!"

Giró hacia su costado, sus músculos gritaban y sus manos temblaban. Aunque quería derretirse hasta convertirse en un charco de sudor y quedarse como carne pegajosa hasta el día siguiente, escuchó las instrucciones de Tony y estiró.

Una vez que completó la elongación, siguió con su plan sobre derretirse en el suelo, desmayándose sobre su espalda en su manta de yoga y escuchando la música del menú del DVD. Su teléfono vibró sobre su mesita blanca de café. Sus ojos se abrieron lentamente, pestañeando con el sonido del aparato.

"Ugh." Se quejó, levantándose del suelo.

Si fuera cualquier otro momento, él hubiera dejado que la llamada fuera a correo de voz, pero la semana entrante iba a estar media vacía. Uno de sus clientes habituales lo había contratado para un viaje semanal a Acapulco, pero tuvo que cancelar por una emergencia de trabajo. Antes de que Jack le pudiera informar a su cliente que se quedaría con la mitad de su deposito, ya que Jack mantuvo la semana libre en su agenda, su cliente le mando un email disculpándose profundamente e insistiendo para que mantuviera el depósito entero.

Se las había arreglado para agendar una cita de noche completa con un cliente regular pero era muy poco probable que pudiera encontrar otro curro o incluso clientes nuevos, en las semanas entrantes. Las vacaciones de primavera significaba que muchos de sus clientes se iban de la ciudad o vacaciones. No necesitaba el dinero, y no le vendrían mal un par de días libres, pero no estaba seguro que haría con tanto tiempo libre para él mismo. Quizás podría finalmente cambiar el protector contra salpicaduras de su cocina.

Se arrastró hasta la mesa y miró la pantalla del celular. Era un número desconocido, como siempre. Aceptó la llamada y su voz salió agitada cuando dijo "¿Hola?"

"¿Estoy interrumpiendo tu trabajo? No estaba seguro cuales eran tus horas de operación." Los ojos de Jack se abrieron ante la voz aguda y rasposa. Su boca se abrió ligeramente y sus cejas se alzaron. "Que grosero de tu parte atender una llamada con un cliente que paga, especialmente dada tu estricta tarifa."

Jack cerró su boca y exhaló aire caliente por su nariz.

"¿Qué es lo que quieres, Tomlinson?"

"Hablar."

Jack se puso de pie y caminó hasta las altas ventanas de su sala de estar. Cruzó sus brazos sobre su pecho sudoroso, su boca posicionada en una línea.

"Te he dado suficiente de mi tiempo gratis. No hay más regalos."

"Te tengo una propuesta."

"Como si no hubiera escuchado eso antes."

"Solo quiero hablar contigo. De empresario a empresario."

Una lenta sonrisa se formó en la cara de Jack mientras estudiaba su reflejo en la ventana. Flexiono su bicep derecho, el delgado cabello debajo de su brazo más oscuro gracias al sudor.

Escapade || L.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora