ALEKSEI

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Miré a la chica encogida en posición fetal en mi alfombra, puse la punta de mi zapato en su estómago y la moví con cuidado, soltó un quejido de dolor y siguió durmiendo, solté un suspiro exasperado y removí mi cabello. Tenia cosas importantes que hacer, tenía una reunión con mi padre hoy y esta niña no despertaba.

Me incline a su altura y me acerque, el gorro aferrado a su cabeza de color rojo estaba ligeramente humedecido todavía, su cabello negro opaco se había corrido y dejaba completamente visible las marcas verdes con partes amoratadas de su piel blanquecina- vaya, la pequeña vagabunda tiene problemas- murmure y con mi dedo incline su rostro pequeño y con pecas.

Frunció el ceño y se removió, miré su abrigo rojo descolorido y desgastado, un hueco al costado del bolsillo dejaba ver que se estaba descosiendo, la removí de nuevo y pique con mi dedo su rostro- oye, niña.

Frunció los labios y parpadeo batiendo sus pestañas negras y pequeñas. Sus ojos azules se encontraron con los míos, incline mi rostro aburrido- al fin, vagabunda, debes irte ahora que despertaste.

Miro a los lados con la mirada desenfocada- ¿en dónde estoy? ¿es el cielo?

Le pique el rostro de nuevo irritado- en mi casa, gracias a ti, mi alfombra ira a la basura, no tolero las bacterias y tú, por lo visto debes tener muchas.

-tu casa es muy linda, así como tú, en realidad creo que eres más hermoso ángel- parpadeo y una mueca cruzo su rostro, su mejilla se arrugo y el moretón brillo bajo la luz cálida de la habitación.

Gire lo ojos- ahora que estas consciente, ¿Por qué no te vas?

Se inclino y comenzó a levantarse para luego sentarse en la alfombra, divise sus guantes coloridos, un parche dejaba a la vista que se había roto innumerables veces- ¿Por qué me trajiste aquí?

Fruncí el ceño- ¿pensabas que te dejaría afuera?

Se sentó en el suelo con cuidado e inclino la cabeza hacia delante mientras una pequeña sonrisa tocaba sus labios- hace poco parecías alguien inhumano.

Solté un suspiro irritado y llevé una mano a mi cabeza, comenzaba a doler de nuevo y la pastilla que había tomado aún no hacia su efecto- pues ya vez que no, ahora largo.

-pero ángel, mira la ventana- mire la dirección que señalo- la nieve esta cayendo demasiado fuerte, si me voy es probable que vuelva a desmayarme.

Era cierto, fruncí el ceño enojado- no me importa, te las arreglaras, los vagabundos son como la hierba mala que crece y malogra el sembrío.

Aplaudió con sus manos y se acercó- ángel, además de bello eres un poeta.

-no me interesa, vete, ¿Qué esperas? - pregunte con impaciencia.

-¿Qué me digas que me quede?- asintió con su cabeza y sus mechones se removieron con el movimiento.

-no lo hare, así que vete- lleve mis manos al puente de mi nariz.

-si ruego, ¿dejaras que me quede? - se acercó a gatas.

Chasquee la lengua disgustado, me levante de mi posición aumentando la distancia y me pare frente a ella- ya, largo- señale la puerta de madera color marrón.

Se encogió de hombros y se levantó limpiando sus rodillas- está bien, gracias por no dejarme morir de hipotermia y mostrarme... este cuarto y un lado más humano ángel.

Gire los ojos ante sus ojos divertidos- no es gracioso, vete, te dije que detesto a los vagabundos y no me llames ángel.

Inclino la cabeza de nuevo, llevo un dedo a su boca- pero igual seguirás dándome dinero si regreso- soltó una pequeña risa y se balanceo en su sitio con las manos cruzadas detrás de su espalda- y sobre lo de ángel, en realidad no me dijiste tu nombre y seguirás siendo ángel para mí.

Su gorro rojo se deslizo cuando rio y dejo a la vista una herida cubierta por una pequeña gasa en el inicio de su cuero cabelludo- no lo hare más, largo.

Necesitaba un cigarro.

Asintió y giro los ojos de nuevo divertida- está bien, ya entendí- levanto las manos en señal de rendición.

Un toque en la puerta- entra- Jason entro con su traje negro de dos piezas- ¿Qué sucede? - pregunté sin dejar de observar a la vagabunda que comenzó a pasearse por el cuarto y tocar los libros de la estantería- no toques eso- dije cuando iba a tomar un libro.

Esa chica era demasiado atrevida.

-señor, lamento decirle que no podrá salir hoy a ver a su señor padre- fruncí el ceño con confusión.

-¿Qué sucedió?- pregunte mientras le dirigía una mirada furiosa a la chica que seguía tocando los libros.

-me temo jefe, que la nieve a incrementado y dicen que se aproxima una tormenta, recomiendan a nadie salir hasta que se levante la alerta- inclino la cabeza y su rostro asiático no mostro ninguna expresión.

-vaya, parece ser que Dios esta de mi lado- aplaudió nuevamente y se sostuvo del pequeño mueble de madera, soltó un suspiro agitada.

Fruncí los labios- llama a Caín, dile que se comunique con la residencia e informen acerca de lo sucedido, la reunión deberá de esperar.

-vaya eso sonó muy mafioso- dirigí mi mirada a la que estaba ocasionando que mi dolor de cabeza incrementara.

-en cuanto a ti, te quedaras solo hasta que la tormenta desaparezca, no quiero verte después de eso- gire y salí del cuarto para no escuchar su pequeña voz irritable.

-jefe, recibí un informe del ala oeste, al parecer todo esta tranquilo, informaron que no a habido movimiento alguno de esos sujetos- asentí con la cabeza y quité los gemelos de plata mientras subía las escaleras de madera.

-¿algo mas que necesite saber?- negó con la cabeza, su cabello se removió y sus ojos rasgados parpadearon.

-esta bien, vigilen a esa niña- señale la puerta- díganle a la señora Alisa que vaya a verla, acomódenla en el primer cuarto de la derecha y por nada del mundo se muevan de esa puerta.

Asintió e inclino su cabeza- iré a dormir, no me despierten hasta que allá acabado la tormenta.

Continúe mi recorrido en las escaleras y avance por el pasillo, los guardias agacharon su mirada con forme pasaba, solté un suspiro ni bien llegar a mi habitación, me quite el saco y el chaleco ajustado, los puse en su percha y me senté en el mueble frente a la ventana. Mire la nieve caer con fuerza y dureza contra el vidrio cristalino.

Incliné mi cabeza contra el respaldar y cerré los ojos.

Un toque en la puerta- pasa.

-joven amo, me informaron que trajo una niña a casa, dígame, ¿Qué es lo que desea? - su voz rasposa y emocionada me hizo girar los ojos.

-no es nadie, es una vagabunda que se desmayo en la entrada, no podía dejarla tirada, si se moría, vendrían a mi a investigarme, no necesito a ningún azul metiendo sus narices en mis cosas- murmure aun con los ojos cerrados.

-está bien, entonces- se acerco y sentí su figura inclinada sobre la mía.

-¿Qué?- abrí los ojos molesto.

-esa niña, tiene moretones- frunció el ceño y me incrimino con la mirada.

Giré los ojos- no fui yo, ella ya estaba así- murmuré aburrido.

Me examino un rato más, su cabello blanco apretado en un moño se agito cuando asintió con la cabeza- está bien joven amo- se alejó.

Me incorporé- es cierto, no lo hice yo- repetí de nuevo.

Se encogió de hombros, su figura esbelta envuelta en su pijama de franela- yo, no he dicho nada.

Bufe- es suficiente con tu mirada.

Sonrió y sus mejillas se arrugaron- me deja tranquila saber, que usted aun conserva parte de su alma, joven amo- cerro la puerta tras de sí.

Gire mi rostro y observe la nieve caer de nuevo. El rostro de la chica con el moretón aun en mi mente.

¿Parte de mi alma? Me reí y me estiré para sacar un cigarro, lo prendí y le di una calada.

Mi alma estaba perdida hace mucho tiempo.

Amor en la Primera NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora