EKATERINA

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Me levante con cuidado, cojeé hasta llegar a mi cama, me senté con cuidado y apreté los dientes mientras llevaba mi mano a mi estómago, estaba segura que me saldría otro moretón pronto. Abrí el pequeño cajón de mi mesita de noche y tomé las vendas y la pomada, solté un suspiro y mordí mis labios mientras comenzaba a quitarme el abrigo y levantaba mi polo, los viejos moretones amarillentos aún se percibían bajo la tenue luz de la tarde, abrí la pomada rosada y la apliqué con cuidado, mientras sentía las lágrimas picar en mis ojos.

Apreté la venda sobre mi estómago, la ajuste con un pequeño clip y guarde el resto- pronto tendré que comprar una nueva- murmure, el pequeño rollo solo iba a durar para otra pasada más.

Me recosté en la cama, sintiendo las punzadas de dolor recorrer mi cuerpo, con mi mano recorrí la cama hasta dar con el abrigo, rebusque en el bolsillo y tome el frasco. Mire el pequeño frasco con el nombre Ibrutinib escrito en el, solo me había alcanzado para este pequeño frasco- el medico dijo que pronto necesitare más.

Frote mis ojos, sintiéndome adolorida, toda la conversación en el pequeño consultorio de paredes blancas, había parecido como una terrible pesadilla que se desarrollaba lentamente. El doctor me había mirado y la lastima se había extendido en sus ojos, supe que algo iba mal desde que la enfermera me dio los resultados en el sobre.

Me iba a morir, ninguno de ellos estaba seguro de cuanto era el tiempo que me quedaba, dijeron que el cáncer que tenía en casos muy excepcionales se presentaba en jóvenes como yo- solo tengo veintitrés y ya voy a morir...-pude sentir el nudo en mi garganta- ni si quiera sé si realmente quiero morir.

Cerré los ojos sintiendo las lágrimas caer contra mis mejillas, recordé los moretones que me habían salido un año atrás, los había pasado por alto creyendo que eran por los golpes de mi hermano, las infecciones y mi pérdida de peso constante... todos y cada uno de los síntomas estaban ahí, frente a mí.

-si tan solo... si tan solo lo hubiera sabido- murmure mientas me encogía en mi cama, los medicamentos eran demasiado caros, el tratamiento que me ofrecían en el hospital aun así resultaba ser caro y yo no tenía el dinero para pagarlo.

- ¿Qué es lo que voy a hacer ahora? - me pregunte, mi voz resonó en el pequeño espacio al que consideraba mi hogar.

Tenía que conseguir otro lugar, tenía que mudarme o ver la forma de escapar de aquí. Mi hermano no me dejaría tranquila, sus golpes lo único que harían es empeorar mis hemorragias.

El rostro del chico apareció en mi mente- quizás...- suspire, quizás si me veía, volvería a lanzar dinero, si era así podría reunir y esconderlo para comprar los medicamentos. Me levante de nuevo y revise en el bolsillo, los billetes plomizos tenían el numero mil escritos en ellos, suspire sintiéndome agradecida. Eso me ayudaría a comprar el resto de los medicamentos que necesitaba.

Necesitaba idear la forma en que el pudiera darme dinero, el dinero que ganaba en el mercado no era suficiente, solo me alcanzaba para pagar el alquiler, los servicios básicos y unos cuantos comestibles. No podía trabajar más turnos, no me lo iban a permitir, las señoras ya estaban disgustadas con mi presencia en el mercado.

Me levante cuando sonó un golpe en la puerta, camine con esfuerzo y sentí que el aire me faltaba. Mire en el pequeño círculo de vidrio, la figura de la señora Annika me hizo soltar la respiración que estaba conteniendo. Abrí la puerta y su pequeña figura regordeta se asomó- hola pequeña, ¿Qué hacías que demorabas tanto en abrirme?

Me recosté en la puerta- vendas.

Su rostro se contorsionó furiosa- ese chico vino de nuevo. ¿Cómo te encontró?

Me encogí de hombros mientras cerraba la puerta. Mire la pequeña lonchera que traía en sus manos- ¿Qué traes ahí?

Giro los ojos- comida. Tienes que comer, mira lo delgada que estas, con un soplo el viento te puede llevar.

Sonreí. Ella era la única persona que estaba pendiente de mi- gracias, vamos a sentarnos- señale el pequeño buro que era mi mesa.

Su figura se removió apresurada revisando todo- pero claro... como no vas a estar así, no tienes nada en el refrigerador- me senté con cuidado mientras ella se removía buscando cubiertos.

- ¿Cómo están los niños? - pregunte mientras ella comenzaba a servir el borsh en los platos, el aroma de las verduras me reconforto.

Soltó un suspiro, su cabello blanco se removió cuando soltó una risa- están bien, la vez pasada llegaron al orfanato unos señores, se llevaron a Mijaíl- sonrió- estaba muy feliz, los niños le hicieron una despedida y él nos escribió una carta diciendo que sus padres eran muy buenos con él, que incluso tenía un perro de mascota.

El sabor de la remolacha inundo mi paladar cuando tome un sorbo- eso es muy bueno, da esperanza a los demás niños.

Asintió con la cabeza- sí, lo es. Hay algunos que ya van a cumplir la mayoría de edad- soltó un suspiro y removió la sopa- me preocupa su salida al mundo, pero no podemos dejar que se queden, las normas no estipulan que se queden.

-lo sé, es lo que paso conmigo- me encogí de hombros bajo su mirada- no importa, en realidad solo quiero seguir con... mi vida.

-toma la sopa que se va a enfriar- me reprendió mientras tocaba mi plato.

-hay algo que necesito decirte...- murmuré sintiendo un nudo en la garganta.

- ¿Qué sucede? - me observo y frunció los ojos examinándome, la comisura de sus labios se arrugo cuando hizo una mueca.

-hoy fui al médico, no me estaba sintiendo bien, tuve mucha fiebre y pensé que quizás era debido a la anemia...-mi voz salió temblorosa para mis propios oídos.

-¿Qué te dijeron? ¿Necesitas comprar pastillas? Puedo ayudarte con eso, sabes que en el orfanato tenemos eso de sobra- sonrió mientras tomaba otro sorbo.

Intente sonreír- me hicieron unos análisis de sangre- pase saliva- el médico me dijo que... que tengo cáncer.

Pude escuchar la cuchara cayendo al suelo, levanté la mirada mientras ella me observaba y parpadeaba rápidamente, su rostro poco a poco perdiendo el color rosa que la caracterizaba- ¿Qué?

Asentí- me... me dijeron que el tipo de cáncer que tengo es poco común... que... que soy un caso especial... se suele presentar solo en gente adulta.

Las lágrimas se deslizaron rápidas por sus mejillas curtidas por la edad, mientras negaba con la cabeza varias veces- pero, ¿Cómo?

-me dijeron, que aún no están seguros de en qué etapa estoy, que... que debo seguir los tratamientos- su pequeña figura se apretó contra la mía- dicen que el diagnóstico es seguro, que... que necesito los tratamientos y los medicamentos... aún no están seguros de cuanto es el tiempo que me queda de vida... dicen- las lágrimas se deslizaron contra mis mejillas- dicen- solté un sollozo- dicen que no saben cuánto es el tiempo que me queda por vivir.

Annika se quitó las lágrimas de su rostro- está bien, está bien... todo está bien- tomo mi rostro entre sus manos mientras seguía llorando.

-ellos dicen que voy a morir- solloce contra sus manos- ellos dicen que no saben cuánto es el tiempo que me queda, que no pueden estimarlo porque el cáncer que tengo es imprevisible... que al ser un caso especial necesitan hacer más análisis.

Negó con la cabeza- escúchame, tu eres fuerte, vas a salir de esto, tenemos que agotar todas las posibilidades- murmuro mientras me abrazaba contra su pecho y acariciaba mi cabeza.

-ellos... ellos dicen que la única forma en la cual pueden estimarlo es que me someta a todos los tratamientos- negué con la cabeza mientras quitaba las lágrimas de mi rostro.

Annika me apretó más fuerte contra su cuerpo- me dijeron que con los análisis ellos podrían estimar el tiempo de vida que me queda- murmure contra su pecho, no quería saber cuánto tiempo me quedaba.

-tranquila mi pequeña, nada malo te va a pasar- intento tranquilizarme.

Negué con la cabeza- el médico me dijo que era probable que esté en la última etapa por el análisis que me sacaron, pero que para eso necesitaba realizarme otros análisis... que solo con eso podría determinar si realmente estaba ahí o si iba a entrar en esa etapa. Annika, me voy a morir.

Amor en la Primera NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora