EKATERINA

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Miré mi rostro reflejado en el amplio espejo, tenia la ceja partida y el labio reventado, aprete las baldosas debajo de mis manos y solté una respiración temblorosa, tenia sangre seca por el rostro y el ojo hinchado. Las lagrimas se acumularon en mi vista y solté un sollozo que rápidamente tape con mis manos, el dolor me recorrió todo el cuerpo y mi estomago protesto cuando me senté en el wáter.

Limpie las lagrimas con cuidado para no sentir tanto dolor y abrace mi cuerpo mientras me inclinaba hacia delante, mire mis zapatillas rotas y desgastadas, el pedazo de tela roja descolorida solo hizo sentirme más miserable.

¿Cuándo todo esto parara?

Ahogue otro sollozo y aprete con fuerza mi mano contra mis labios, el ardor hizo que cierre los ojos con fuerza mientras apretaba el puño con fuerza- ¿puedo entrar?

Parpadee y limpie mis lagrimas- tomare eso como un si- abrió la puerta segundos después y mire el suelo evitando su mirada.

Dejo un botiquín en el suelo mientras se inclinaba en el suelo, su cabello se removió y sonrió- ¿Por qué estas llorando?

Solté otro sollozo ante su voz consoladora, ¿hacia cuanto tiempo alguien me había hablado así? ¿si quiera alguien lo había hecho?

-tenemos que limpiar tus heridas- sonrió de nuevo y abrió su botiquín- quizás te arda un poco- aviso mientras observaba como mojaba el algodón con una botella de alcohol.

Hice una mueca cuando paso el algodón húmedo- ¿duele?

Asentí mientras mis lagrimas seguían deslizándose, reparé en mi atuendo, mi ropa agujerada y mi abrigo descolorido, me encogí de vergüenza- ¿Qué sucede?

-gracias, por ayudarme- murmure mientras limpiaba mis lagrimas que seguían corriendo.

Soltó un suspiro- si no lo hubiera hecho no me habría enterado de que esto pasaba, sospechaba que había algo raro, los moretones en tu enfermedad aparecen con facilidad y seguidos, pero no tienen la condición que presentabas cuando ibas al consultorio, por eso te di mi tarjeta.

Asentí- igual gracias, yo no sabia que hacer- murmure mientras sentía las gotas del alcohol escurriendo por mi rostro.

-¿Por qué sigues ahí? Te dije que llamaras al albergue- murmuro mientras giraba mi rostro con cuidado.

-no me dieron la respuesta aun, aunque tampoco fueron alentadoras- observe el techo amplio y grande, tenia pequeños focos por todos lados- dijeron que evaluarían mi situación y que me notificarían, de por si no cumplía con algunos de los requisitos y la estadía era solo temporal y yo necesitaba una permanente.

Soltó un suspiro- ¿hace cuánto tiempo estas en esta situación?

Me encogí de hombros- desde que tengo memoria, quien me hizo todo esto fue mi hermano.

Su mano se detuvo y me observo- ¿Cómo puedes resistir todo... esto?

Moví mis manos sintiéndome nerviosa y tire de mis labios en una pequeña sonrisa- he escapado de el varias veces, siempre logra encontrarme- me detuve y limpie de nuevo las lágrimas que volvían a caer- estoy cansada de huir, siempre me encuentra, tiene una debilidad por el alcohol y las drogas- murmure.

Negó con la cabeza y cambio el algodón- te quedaras aquí hasta que pueda ver donde destinarte.

Me encogí de hombros- no importa donde huya, siempre me encuentra- murmure sintiendo un nudo enfermizo en la garganta.

La sensación de ser asfixiada era sofocante, no importaba todos los esfuerzos que había hecho, siempre lograba encontrarme- yo te ayudare- apretó mi mano y solté un quejido.

Amor en la Primera NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora