ochenta y ocho

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La mañana había llegado, hacía calor, a diferencia de la noche.

La primavera había llegado, y mientras almorzaba los niños estaban afuera jugando al lobo con Fred.

Podía escuchar cómo sus voces agudas cantaban en unisono; Lobo estás ahí, ¿Sí o no?

Fred fingía que se duchaba bailando de forma extraña, cómo sí se enjabonara con un estropajo desde los pies hasta la cabeza, y decía; Ya casi, me estoy bañando.

Los niños reían por los que su padre hacía, parecía que les dolería el estómago de tanto reír. Incluso Yeimi tomaba su estómago cuando lo hacía, lagrimeaba un poco, se limpiaba la cara y volvía a tomar las manos de su hermano, daban vueltas volviendo a cantar lo mismo de antes; Lobo estás ahí, ¿Sí o no?

Fred volteba a verlos con una sonrisa maliciosa y corría tras ellos; — ¡Aquí estoy! — gritaba.

Freddy bebía su café en la ventana que daba a la parte delantera de la casa. Sonreía.

Era realmente feliz justo dónde estaba, no le importaba sí sus padre solo habían hechado de casa por amar a alguien, ahora tenía la vida que quería. Agradecía internamente a Bruno por haberle permitido pasar tiempo con ellos.
Por haberle dado un techo cuando no tenía a dónde ir.

Y por haberle dejado estar con su hijo. Un maravilloso esposo.

Counting stars (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora