Cincuenta

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Fred llegó a casa, era algo tarde y todos estaba oscuro a excepción de la sala, dónde había algunas velas encendidas que alumbraban un poco.

Entró mirando extrañado, no había nadie.
Pensaba.

Pronto sus hombros fueron tomados con delicadeza, y aunque al principio se sobresalto al escuchar la voz de Freddy diciendo; relajate lo hizo.

El castaño se paró frente a él, le besó los labios con delicadeza y se le colgó del cuello.

Fred no entendía mucho de que trataba todo eso, pero le gustaba. Y correspondió.

— ¿Por qué no te sientas? — preguntó Freddy cerrando las grandes puertas de la sala.

Fred obedeció, y pronto sintió a Freddy encima de él.

— ¿Porqué no me desvistes? Tengo un regalo para ti.

Fred lo tomó por las piernas, lo dejó caer en el sofá y desvistiendolo poco a poco descubrió sus calcetas largas de colegiala, y un traje provocativo que dejaba ver su piel a través de el.

— ¿Y esto? — preguntó Fred besando la piel de su esposo sobre la tela.

— Tu padre y los niños están dormidos, y yo sé que estás cansado, pero yo te necesito ésta noche.

¿Cómo iba a negarse?

Y volvieron a besarse, una y otra vez.
Hasta desnudarse por completo y explorar todas las partes de sus cuerpos que ya conocían con exactitud.

Counting stars (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora