Chapter One

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Jaebeom intentó controlar la ira, pero surgió a través de él. Rompió en pedazos el informe en sus manos. Aun así, no estaba satisfecho con cualquier parte de las páginas todavía existentes, lanzó los pedazos al aire y observó cómo cada pedazo estalló en llamas, destruyendo hasta el último rastro de la basura escrita. 

Ya que los líderes sobrenaturales de la ciudad continuaban discutiendo, sus menos que imparciales recomendaciones no le sorprendían. Sin embargo, dejar que sus sentimientos personales de odio interfirieran con los asuntos oficiales le enfadaba. Si el comportamiento continuaba, la animosidad entre las distintas razas sobrenaturales destruiría la frágil paz construida durante los últimos dos siglos. Algo que no podía permitir.

Habían pasado décadas antes de que la hostilidad y el odio comenzaran a disiparse. La ciudad había mejorado enormemente con territorios y reglas claras. Actualmente los conflictos se resolvían con menos muertes. Los shifter ya no desafiaban a otros grupos de shifter por mezquinas luchas de poder. Los vampiros dejaron de alimentarse de cualquier cosa que se moviera. Incluso los pocos demonios, como él mismo, no tenían que lidiar con otras razas de sobrenaturales tratando de robar su sangre bajo el supuesto de que beber sangre de demonio aumentaba las habilidades sobrenaturales.

El mundo humano se convirtió en un lugar mejor sin las luchas relacionadas con las razas y teniendo reglas claras para la resolución de los conflictos.

El Consejo de la Sociedad Sobrenatural, formado dos siglos atrás, creó reglas y dividió la ciudad en territorios. A menudo llamado el Consejo, el grupo lidiaba con los conflictos y disputas entre las distintas razas de sobrenaturales. Desde la formación del Consejo, Jaebeom observó cómo el odio se transformaba en tolerancia y en algunos casos aceptación. Como miembro del Consejo, necesitaba dejar de lado los prejuicios personales para ayudar a resolver los problemas. Desafortunadamente, no todos los miembros del Consejo se sentían de la misma forma. 

Miró las cenizas recién quemadas. Un informe del Consejo como el que acababa de destruir sólo alimentaba la ira y el odio. El informe acusaba, reprendía y carecía de cualquier imparcialidad necesaria en su órgano rector.

Jaebeom no era tonto. Sabía que existían problemas. Las grietas siempre estaban ahí, pero todo el mundo avanzaba hacia el mismo objetivo, la convivencia pacífica. Los verdaderos problemas comenzaron a surgir décadas atrás. En los últimos veinticinco años las cosas comenzaron a retroceder, no a avanzar. Lo más frustrante y exasperante de todo fue que no pudo detenerlo. 

A veces, Jaebeom deseaba regresar al reino demonio, dejando que la ciudad se desmoronase. Por una vez en su vida quería tomar el camino fácil. Estos tentadores pensamientos lo invadían en situaciones como esta. Venían como una pequeña voz que susurraba en su oído diciéndole que se fuera y nunca mirase hacia atrás. Él era un príncipe demonio. El hijo del rey demonio, quien gobernaba un reino pacífico. No necesitaba jugar a la política cuando podía gobernar, pero necesitaba permanecer aquí.

La puerta de su oficina crujió cuando se abrió.

—Hey hermano, estoy de vuelta—dijo Yugyeom entrando en la habitación. Se detuvo, alzó la nariz y olisqueó el aire—, ¿Qué es ese olor?

Jaebeom miró a su hermano pequeño. Algo de su parecido físico era extraño incluso para él, pero no tan sorprendente dado que ambos se parecían a su padre. Al menos ahora con la diferencia de altura y algunas facciones distintas era más fácil distinguirlos.

Jaebeom siguió los ojos de Yugyeom mientras estos se movían al montón de cenizas que cubrían la mesa y el suelo.

—Estaba quemando basura—explicó Jaebeom. Vio la confusión en la cara de Yugyeom y añadió—, es el último informe del Consejo.

ECSDJ  |  JJ ProjectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora