Cigarettes After Sex ☔︎ Larry Stylinson

Capítulo 32: Nubes

Han pasado dos meses.

No he visto mucho a Dean en el último mes, hoy cumplimos nueve meses y los nervios por lo que le voy a dar me comen el alma vivo.

—Una cena. —me dice Louis.

Él y yo nos hemos vuelto demasiado cercanos en el último mes.

No quiero pensar en nada mientras estoy con él, así que no cuestiono nada cuando lo miro, no me pregunto porqué se me acelera el corazón de esta manera cuando lo veo. O cuando él lo hace.

No pienso en nada de eso.

Prefiero ignorarlo hasta el punto en el que sea insoportable.

—¿Conoces un buen restaurante? Le gusta la comida asiática. —Louis levanta las cejas.

—No.

—Niall debe de conocer algo...

—Niall ama la comida llena de grasa y carbohidratos, y la asiática no es precisamente de ese estilo. —levanto los hombros.

—No tengo más ideas.

—¿Por qué no le haces algo? ¿No dices que estudia todo el día? —asiento.

—Últimamente, esta en sus últimos cuatrimestres, todo lo tiene agobiado. —Louis levanta los hombros.

—No me gusta la idea, personalmente, pero hazle algo en su casa. Una cena y ya.

—¿Y ya?

—No quiero darte más ideas románticas.

—¿Por qué? —me río, él niega.

—Basta, Harry. —giro los ojos. —¿Quieres que te acompañe a comprar las cosas?

—¿Harías eso?

—Claro. —me sonríe. Asiento, dejando de mirarlo, los nervios me regresan enseguida. Son las dos de la tarde, por eso mis nervios. Dean me dijo que hoy salía a las ocho de sus prácticas, así que me daba tiempo a terminar la cena. —Te llevo.

—Gracias. —digo. Luego de diez minutos estamos en el centro de Londres.

Nos metemos a una plaza, para comprarle algo a parte de la cena. Louis me sugiere un reloj, pero estoy tan nervioso que no me decido por nada.

—¿Cuánto llevan? —me dice Louis. Lo miro apenas.

—Nueve meses.

—¿En serio?

—Sí. —él asiente. Jugando con sus dedos.

—Wow. Eso es bastante. —asiento. No sé cómo sentirme al respecto cuando me pregunta de él.

Cuando llegamos al mall, Louis me ayuda a comprar todos los ingredientes, copas de vino, las bebidas y todo lo demás. Incluso me impresiona que se ofrezca a ayudarme a cocinar. Tengo que decirle que no por sus increíbles dotes culinarios.

—No cocino tan mal. —levanto las cejas.

—¿Quién cocina en tu casa?