Capítulo 21: Je Suis Désolé

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Estoy en la farmacia en el turno de la madrugada.

Es jueves, así que básicamente todo el día ha sido aburrido. No tengo mucho sueño, pero tampoco estoy completamente despierto.

Louis no me habló para nada ayer y tampoco fue a mi casa. No estoy loco por el asunto, simplemente me parece extraño.

—¿Qué podemos hacer un jueves a las tres de la mañana? —dice Dean. Él también tomó el turno. Hemos quedado de acuerdo en los últimos días para no estar tan aburridos. Son vacaciones, pero como empleados, nuestras vacaciones son casi inexistentes.

—No lo sé. —murmuro. —Estoy demasiado aburrido.

—También yo. —suspira. —Podrías ayudarme con mi tesis. —me río.

—Sigue soñando.

—Gracias por tu apoyo. —se ríe. Me quedo en la silla tipo taburete del local. Él me mira con interés.

—¿Qué?

—Te ves diferente. —levanto los hombros.

—No me he hecho nada.

—Sí, te ves mayor. —levanto las cejas.

—No me digas eso, apenas tengo diecisiete, estoy en la flor de mi juventud. —se ríe.

—No me digas.

—Claro, Dean, soy un bebé en este momento. —lo veo girar los ojos.

—Te ves igual de viejo que yo. —frunzo el ceño.

—No me digas tan feo tampoco. —él me mira.

—¡Apenas tengo veintiuno!—asiento.

—Son cuatro años, Dean. —levanto las cejas. —Cuatro.

Mi celular vibra en mi bolsillo varias veces. Cuando lo saco veo un mensaje de Louis, lo abro, completamente extrañado de que me hable a estas horas.

Cuando abro el mensaje las manos me comienzan a temblar.

Tenemos que hablar.

Mensaje de x.
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Louis
Miércoles

Estoy en la recepción del hospital.

Mis tíos y una tía están con él en la habitación. Así que les llamé y les pedí que me dejaran hablar a solas con mi padre.

Él está móvil aún, pero le duele todo, no tiene fuerzas para hacer lo necesario y sólo soporta ir al baño.

—Louis. —volteo a ver a mi tía Rose, me entrega el pase. Ellos y yo no nos hablamos para nada. Tienen la misma mente podrida de mi padre. Mi mamá está al lado de mí, le pido que entre conmigo pero niega.

—Habla tú con él. —asiento. Quizá no quiere escuchar lo que Mark va a decirme. O quizá ya lo sabe y quiere estar aquí para consolarme.

—Claro. —camino con nervios al pasillo de recepción de visitas, un chico me pide el pase y se lo muestro, asiente y me deja entrar. Siento los nervios a flor de piel, no quise decirle a nadie que iba a venir, que iba a hablar con él. Pero simplemente las cosas se pusieron malas durante toda la noche y no soportaba el hecho de pensar que tengo que dejar a la única luz de mi vida, lo único que realmente me hace feliz. Así que me levanté de mi cama y me arreglé para venir a verlo.

Cuando llego miro la puerta. Le asignaron la habitación número 36. Hay pocas personas comparado a lo normal. Así que tengo que soportar vivir con esta amargura solo. Y si mi padre me mata nadie va a saberlo hasta que un doctor entre a verlo.

Entro a la habitación. Está sentado en la cama mirando la televisión. Está más delgado de cómo lo recordaba. Hace un mes que no lo veía para nada.

—Padre. —murmuro, él me mira con su rostro completamente serio.

—Hasta que te dignas a venir. —me dice. —¿Te cansaste de ser cobarde y veniste a verme?

—Sí. —digo, él se ríe sin gracia. —Vine a hablar contigo ¿Cómo estás?

—¿Cómo crees que estoy? —me dice. —Tengo cáncer y en unos meses me voy a largar de este mundo. Es una lástima. —me mira. —Estoy enfermo, mal, me duele todo el cuerpo, Louis ¿por qué haces preguntas estupidas? —suspiro, dejo de mirarlo.

—Escuché que van a operarte.

—Sí, ya sabes, tus tías que tienen mierda en la cabeza creen que la operación va a ser mejor. Ya les dije que mientras más pronto me muera mejor.

—No diga eso. —susurro. —Hágalo por ellas. —él me mira sin decirme nada. Se hace un silencio incómodo en la habitación.

—¿A qué veniste, Louis? —Lo miro un segundo y desvío mi atención.

—Es que... Hemos estado peleados por mucho tiempo. Y creo que esperas que te de una disculpa. —él me mira con atención.

—Oh vaya, y veniste a dar...

—No. —digo. —No te tengo que pedir disculpas por nada. Tú deberías de haber pensado durante estos cinco años en que yo no tengo la culpa de nada.

—¿Qué dijiste?

—Soy gay, papá, y si te duele lo siento, de verdad. —murmuro, los ojos me comienzan a arder. Él me mira inexpresivo. —Yo no lo elegí, yo no quise jamás que me gustaran los hombres. Siempre intenté que me gustaran las chicas. Pero ¿cómo le hago? No me gustan, no puedo.

—¿Eres qué? —lo miro.

—Soy gay.

—Vuelve a repetir eso y... —lo veo intentarse levantar, sus piernas fallan en el momento y cae al suelo, me acerco de inmediato a levantarlo pero me apunta con la mano.  —No me toques.

—Papá...

—Lárgate, Louis. —lo miro. —Eres un asco de persona, si me hubieran dado a elegir no te hubiera elegido como hijo. —lo miro. Siento una punzada en el corazón.

—¿Qué? —susurro.

—Me das vergüenza, me repudia pensar en que soy tu padre y que lo único que me dio tu madre fuese un maldito defecto. —niego.

—Ya basta. —susurro.

—No vuelvas a venir, no quiero verte. —lo miro. —Si no regresas con que estabas equivocado y esto era sólo un jueguito no te quiero ver ni en mi funeral ¿está claro?

Lo miro durante unos segundos eternos. El corazón me duele demasiado como para pensar con claridad. Luego de un rato me río.

—De verdad te la creíste. —me mira, me acerco a él y me permite ayudarlo a levantarse. —Estaba jugando papá, es... Blair está embarazada.

—¿En serio? —me mira, asiento, sonriendo. Me devuelve una sonrisa que no había visto en mucho tiempo. —Oh dios, hijo. —una de sus manos me lleva hacia él y me abraza. —Es una lástima que no vaya a conocerlo, Louis, pero, mi nieto. —sonríe. —Voy a tener un nieto.

—Sí, papá. —susurro, afferándome a él.

—No vuelvas a hacerme bromas como esas, Louis, te lo juro que me va a dar algo.

—No te preocupes. —murmuro. —No volverá a pasar.

Cigarettes After Sex ☔︎  Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora