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El equipo consistía en unos pantalones de cuero negro y una camiseta negra que había guardado sin saber por qué, quizás porque lo hacía verse un poco menos casual. Pero aun así, iba bien con su pálida piel, la pulsera de cuero negro y sus ojos negros. Mirándose en el espejo, se preguntó por enésima vez por qué lo estaba haciendo. Simplemente no iba a encajar. Ni siquiera sabía si sería capaz de bailar con Sunny. Después de cepillarse el pelo y asegurarse de que sus botas estaban atadas con fuerza, regresó a la cocina y encontró a Sunny esperándolo. La miró. Se había dejado el pelo suelto, y le colgaba sobre los hombros y la espalda en una cascada de rizos dorados. Llevaba una falda vaquera azul con una camiseta roja de botones blancos, y se la había atado con un nudo en la cintura. Calzaba botas negras hasta mitad de la pantorrilla. De pronto se sintió extrañamente vestido y miró de su ropa a la de ella, y viceversa.

—Te ves muy bien Kyungsoo —chilló, adelantándose para tomar su mano y tirar de él hacia la puerta principal—

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—Te ves muy bien Kyungsoo —chilló, adelantándose para tomar su mano y tirar de él hacia la puerta principal—. Vamos,  Jongin todavía está arriba preparándose para su cita.

—Pero tengo que decirle que… —ella lo interrumpió con una mirada y mantuvo un férreo control sobre su mano para sacarlo por la puerta principal.

Kyungsoo suspiró, cediendo ante la insistente chica, que lo llevó a su polvoriento Toyota Corolla azul, abriéndole la puerta antes de dirigirse a la del conductor. —Esto va a ser genial —dijo emocionada cuando puso en marcha el coche—. Te enseñaré a moverte. Creo que te divertirás muchísimo, Kyungsoo. Realmente lo creo. Te lo prometo. 
—No estoy muy seguro de esto, Sunny —dijo en voz baja, mirando por la ventana al campo oscuro.

—Oh, dale una oportunidad. Si realmente te sientes incómodo, me lo dices, y volveremos —dijo, comprometiéndose con él.

Así que cedió de nuevo, y unos quince minutos después se detenían frente a un salón estilo Western. El edificio de madera estaba marcado con luces de neón que hacían publicidad de marcas de cervezas, o que proclamaba ser el mejor el honkytonk del país. Todavía no sabía lo que estaba haciendo Sunny saltó del coche y él salió lentamente, reuniéndose con ella. Le tomó la mano de nuevo y lo llevó hacia la puerta. Pudo escuchar la música country incluso antes de entrar al edificio, y cuando se abrió la puerta, dio un respingo por la música a todo volumen que batió sus oídos. Una neblina de humo impregnaba el aire de la barra, y una banda en vivo estaba de pie en el escenario, con una multitud de personas dando vueltas en la pista de baile. Las mesas estaban ocupadas por varias personas, grupos de hombres, parejas, e incluso algunos grupos solo de mujeres. Los taburetes estaban ocupados en su mayoría por hombres y mujeres solteros en busca de un buen momento.

Kyungsoo escuchó varias voces gritándole saludos a Sunny, y hasta un silbido. Ella simplemente sonrió y saludó con la mano, o les gritó. Un hombre se alejó de la barra y se dirigió hacia ellos. Kyungsoo abrió los ojos cuando vio al hombre acercarse, y sintió como Sunny apretaba su mano tranquilizándolo. Se obligó a relajarse, aunque sus ojos miraban con recelo al recién llegado —¿Kim Sunny? —dijo el hombre, su voz era profunda y tenía un tono de incredulidad—. Bueno, mira lo que no ha traído el gato. ¡Cómo has crecido! Pensé que todavía estarías fuera, en esa lujosa escuela a la que vas. —Era un tipo apuesto para los cánones del momento, alto, musculoso, bronceado, con el pelo color chocolate y ojos negros.

Tocame SuavementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora