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Feliz de que Jongin y él tuvieran la casa para ellos solos, Kyungsoo trató de ignorar la agitación en su estómago. Esa mañana, algo había cambiado dentro de él. Cuando Jongin pronunció esas palabras en el pajar, el último trozo de hielo de su corazón había caído, desvaneciéndose en la nada. Sabía que estaba enamorado del vaquero grande, sentía mariposas en su estómago, y fuegos artificiales explotaban en el aire. Sin duda eso era amor. Entenderlo, lo dejó con el deseo de estar más cerca de él, para explorar otra faceta de su relación en el sentido físico. Su miedo había desaparecido, y le temblaban las manos mientras lavaba los platos de la cena.

«¿Podría llegar hasta el final?»

No sería justo con Jongin si comenzaba y tenía que parar en el medio. Decidió que quería mostrarle que tenía toda su confianza, eso hizo que su columna vertebral se tensara, pero se negó a permitir que su pasado evitara que estuvieran juntos. Sabía que Jongin lo amaba, y que nunca le haría daño, abusaría de él, ni lo tocaría con intención de causarle dolor.

Jongin podía sentir el nerviosismo de Kyungsoo, y se preguntó si su confesión de esa mañana lo habría disgustado, lo que lo llevó a dudar de su certeza de que Kyungsoo sintiera lo mismo. Y como siempre, Kyungsoo no le decía nada, por lo que Jongin le preguntó: -¿Pasa algo?

-¿Hmm? -Kyungsoo levantó los ojos del plato que estaba secando sólo para encontrarse con que Jongin lo estudiaba fijamente-. N... no. Nada está mal. ¿Por qué piensas eso?

-Estás demasiado nervioso para que nada esté mal - comentó.

Jongin le recordaba a un detective. Veía cosas que la mayoría de la gente no veía. O tal vez llevaba sus emociones en su rostro como si fueran una capa sobre su cuerpo. Kyungsoo nunca había sido bueno en ocultar sus sentimientos. Así que suspiró y dijo: -Déjame terminar esto y luego te muestro lo que está mal.

Jongin arrugó su frente por la elección de las palabras del joven, pero se encogió de hombros y se puso de pie para ayudarlo a terminar con los platos. Una vez que todo estuvo guardado, Jongin lo cogió de la mano y lo condujo a la sala de estar.

-Ahora, dime qué está mal.

Kyungsoo no sabía muy bien cómo decirlo, pero suponía que con soltarlo bastaba. Respiró profundamente, lo miró a los ojos y le dijo: -Quiero que me hagas el amor.

-No -se negó Jongin rígido, se puso pie y empezó a moverse inquieto por la habitación.

-Pero, ¿por qué? ¿No me quieres? -preguntó con voz ronca, los dedos apretados en el borde de su camiseta, el corazón latiéndole fuerte y rápido. No entendía la negativa del cowboy a su solicitud.

«¿Jongin realmente había querido decir todo lo que le había dicho?» «¿O es que solo le decía esas cosas sobre que su cuerpo era hermoso simplemente para darle confianza?»

-Kyungsoo, te quiero más que a nada en este mundo, pero no lo haré. No permitiré que te fuerces a algo para lo que no estás preparado -dijo Jongin acaloradamente, con fiereza. Sus ojos chocolate brillaban y sus labios se volvieron blancos alrededor de los bordes por la fuerza con la que los apretaba.

-¿Cómo sabes que no estoy listo? -exigió Kyungsoo, de pie, erguido y mirando a Jongin-. ¿Por qué tienes que decidirlo tú? Es mi cuerpo y mi elección. Yo... -Suavizó sus palabras, mirando hacia sus zapatos-. Te quiero, Jongin. De verdad, sinceramente, te quiero. Por favor. -Su voz había descendido a un susurro, y parpadeó furiosamente, torciendo los dedos en el borde de su camisa aún más.

Jongin peleó con su voz interior. Quería aceptar sus palabras por mucho que le doliera, pero ¿el joven realmente sabía lo que quería? Suspirando, se acercó a Kyungsoo, envolviéndolo suavemente en sus brazos y acunándolo contra su pecho. Apoyó la barbilla en la parte superior de su cabeza ligeramente. -¿Estás seguro? ¿Absolutamente seguro?

Tocame SuavementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora