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Eran cerca de las once a.m. cuando llegaron a la casa. Mantacor soltó un relincho a modo de saludo cuando se acercaron, y Kyungsoo sonrió. Una vez que desensillaron y cepillaron los caballos, se detuvo a ver al caballo blanco por un breve momento y luego se dirigió a la casa para preparar el almuerzo para Sunny y él. Jongin lo sorprendió al regresar a casa solo para el almuerzo. Sunny, una vez que habló con Jongin sobre el saco de boxeo, desapareció escaleras arriba, con una excusa inventada para darles un poco de privacidad. Jongin y Kyungsoo almorzaron en la cocina mientras charlaban. Kyungsoo le preguntó a Jongin sobre todo el proceso del rodeo. Resultó que en el próximo par de semanas traerían las últimas cabezas para marcarlas y a partir de ahí unas irían al campo y otras a la venta. Jongin le explicó cómo y por qué castraban a los novillos, y Kyungsoo recordó las cosas que había visto en la tienda ese día.

— Tú... eh… no comes criadillas, ¿verdad? —Su expresión torcida por el asco.

Jongin  se rio y asintió. —Sí. Me encantan. Ehh, no te preocupes, tendrás la oportunidad de probarlas en la barbacoa de fin de rodeo que tenemos cada año.

—No lo creo —exclamó Kyungsoo, llevándose la mano a la boca para cubrírsela.

—¡Oh, vamos! ¿Dónde está tu sentido de la aventura? — objetó burlándose, sus labios curvados en una sonrisa amplia.

—¡No creo que mi sentido de la aventura llegue tan lejos, Jongin! —Sacudió la cabeza y se puso de pie para llevar su plato al fregadero, pero Jongin lo agarró al mismo tiempo. Cerró su mano sobre su muñeca, la que no tenía el brazalete, y pasó el pulgar sobre la piel sedosa, observando cómo los ojos de Kyungsoo se oscurecían con placer.
La voz de Jongin  sonaba ronca de necesidad cuando tomó la palabra.
—Espero que me esto me de algunos puntos.

Una ráfaga de color cubrió sus pálidas mejillas ante la sugerencia detrás de las palabras de Jongin, y tragó saliva. — Yo... creo que sí. —El rubor se agudizó con su respuesta, y bajó la mirada a la mesa.

Liberando su muñeca, Jongin se puso de pie e hizo un guiño a Kyungsoo respondiéndole solo con una palabra. —Bien — dijo antes de salir.

Su cuerpo se sentía caliente por todas partes y un hormigueo recorría su muñeca donde Jongin lo había acariciado. El pulso golpeaba rápidamente por sus venas, y tomó un largo trago de su limonada helada, tratando de enfriar su interior. La tarde se fue más rápido de lo que quería, y pasó algún tiempo limpiando la casa, incluso la habitación de Jongin, recogiendo la ropa esparcida por el suelo. Trataba de mantenerse al día en la medida de lo posible, lavando la ropa todas las semanas para asegurarse de que el hombre tuviera ropa limpia. Le sorprendía lo vago que era Jongin realmente. Sin embargo, pensó que era de esperar, ya que pasaba mucho tiempo trabajando en el rancho y solía llegar a casa agotado. Pasó el pulgar a través de las camisas que estaban en el armario de Jongin, aspirando profundamente el olor de su colonia que nunca se iba. Era un olor fuerte y picante del que no podía tener suficiente. La cama estaba deshecha, el edredón tirado a un lado en su prisa por llegar a Kyungsoo ayer por la noche.

Lentamente hizo la cama, con las mejillas ruborizadas y su respiración cada vez más pesada, imaginando a Jongin acostado en ella. Se mordió el labio cuando sintió que su miembro se movía, y retrocedió, tratando de controlarse. No había nada malo en sentirse atraído por el hombre, le gritó una voz en su corazón, pero, por supuesto, su mente, siempre sensible, le gritaba que dejara de ser estúpido. Pasión significaba dolor. Pasión significa que te utilizaban y te dañaban. Luchando consigo mismo internamente, recogió el cesto de la ropa y se dirigió escaleras abajo. Puso la primera carga y dejó el resto a un lado, preparado para otro lavado.
Para distraerse de sus pensamientos, tomó un libro del estante de la sala y se sentó en el sillón cerca de la cama a leer un rato. Era una apasionante novela sobre un vampiro y un detective que malinterpretaba sus intenciones, creyendo que era malvado. Finalizaba con ellos convirtiéndose en amantes, y el detective dándose cuenta de que el vampiro no mataba a nadie, que sólo tomaba lo que necesitaba para sobrevivir, dejándolos con vida.
Los hombres llegaron para la cena con el bullicio habitual, presumiendo de lo que pensaban hacer esa noche y en su día libre. Chanyeol tenía otra cita en la ciudad, y Kyungsoo suponía que era con el chico de la tienda. Oyó a algunos de los hombres hablar de ir al honky-tonk, para ver si tenían suerte. Otros hablaban de jugar al póquer, y uno de ellos quería salir corriendo a tomarse unas cervezas y unos aperitivos. Uno de los hombres le preguntó a Jongin qué pensaba hacer esa noche y al día siguiente, pero este sólo les dio una sonrisa de satisfacción. Todos empezaron a preguntarle, burlándose de él por planear echar un polvo y no decir quién era la afortunada. Jongin aceptó sus palabras encogiéndose de hombros descuidadamente. — Crean lo que querian, compañeros. No tengo intención de compartir mi vida personal con ustedes.

Tocame SuavementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora