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Un sonido atrajo su atención y vio a una niña de pie en la puerta de su habitación. Era adorable, tenía grandes ojos marrones, cabello castaño con ligeras ondas y vestía una bata de hospital, mientras sostenía un oso de peluche. —Hola —dijo con solemnidad, manteniéndose cerca de la puerta.

—Hola —respondió Kyungsoo, sintiendo curiosidad por saber de dónde venía la niña

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—Hola —respondió Kyungsoo, sintiendo curiosidad por saber de dónde venía la niña.

—¿Estás enfermo? —preguntó.
Eso lo detuvo en seco. ¿Qué le diría? Se suponía que la verdad nunca hacía daño. Así, con una respiración profunda, dijo: —Creo que se puede decir eso. Estaba muy mal herido, y mis piernas no funcionan muy bien en este momento.

La niña entró en la habitación un poco más, sin soltar el oso de peluche. —Yo estoy enferma.

—Siento mucho escuchar eso. ¿Qué está mal?

Se acercó a él y se subió a la silla cercana a la cama, doblando las piernas debajo de ella. El aire de inocencia en torno a la niña casi hería a Kyungsoo  cuando la miraba. Le sonrió alentadoramente. Ella le devolvió la sonrisa de repente, casi cegándolo con el brillo. —El doctor dice que tengo cáncer en mi cabeza. —Señaló su cabeza llena de ondas castañas.

El aliento de Kyungsoo  se quedó atrapado, y sintió tristeza porque esa hermosa niña tuviera que sufrir de esa manera. Lo asombroso era que la niña no parecía estar triste o molesta por estar enferma. Eso le dio una lección de humildad. —Yo soy Kyungsoo. ¿Cuál es tu nombre?

—Lee Joohyun. —Se presentó con orgullo y sacó su pequeña mano en señal de saludo.

Sonrió al envolver el pequeño indice entre las suyas, maravillado por la diferencia de tamaño. —Es un placer conocerte, Joohyun. ¿Dónde está tu mamá?

—Está en el cielo con mi abuela. Mi papá tiene que trabajar para poder pagar los medicamentos que me curarán. — Sus ojos marrones eran inocentes, e hizo que Kyungsoo  se sintiera avergonzado por la forma en la que había estado actuando. Le hizo darse cuenta de que tenía la suerte de estar vivo.

—Lamento escuchar eso. Mi mamá también. Está junto con mi papá. 
—¿No tienes una mamá ni un papá? —preguntó Joohyun, los ojos muy abiertos—. Entonces, ¿quién cuida de ti?

Kyungsoo no podía dejar de sonreír al pensar en Jongin y Sunny. —Mis amigos me cuidan.

—Oh. Eso es bueno. ¿Puedo ser tu amiga también? — preguntó la niña con timidez, casi parecía que tenía miedo de que la rechazara. Kyungsoo asintió y ella sonrió, saltando en la silla.

—Aquí estás, Joohyun —dijo la enfermera voluntaria que entró en la habitación—. Te he estado buscando por todas partes. —Reprendió a la niña dulcemente, dándole a Kyungsoo una sonrisa de disculpa—. Se alejó de mí.

—Está bien. Si está bien para ti y, por supuesto, para su padre, no me importaría que viniera a visitarme siempre que quisiera —la animó Kyungsoo, queriendo estar con la niña y ayudarla si podía.

Tocame SuavementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora