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Itachi mantuvo la mirada fija en el grupo de prostitutas que se encontraba al otro lado de la calle, desde su sitio analizo a detalle a cada una de las chicas; escuálidas, voluptuosas, jóvenes, maduras, bonitas, feas...no había molde definido.

—¿Le ofresco más café?— la mesera de la cafetería llamo la atención de Itachi, quien por primera vez después de que entró al lugar se tomó la molestia de mirarla. La chica se sonrojo al instante, aquello no causó efecto alguno en él pues ya estaba acostumbrado a que las mujeres reaccionarán así con su sola presencia además que la chica llevaba actuando de tal forma desde la primera vez que ingreso a esa cafetería tres meses atrás.

—No.—respondió de forma seca y fría para después volver la mirada hacia la ventana.

—Disculpa...yo...yo me preguntaba si tu...— la mesera comenzó a titubear frente a él.

—No estoy interesado en lo que sea que quieras decirme, no soy la clase de hombre que está al alcance de alguien tan ínfimo como tú.— Itachi tomo su taza de café para después dar un pequeño trago al caliente y amargo líquido.— Ahora retirate.

La mesera sumamente avergonzada se retiro rápidamente.

Itachi apretó la mandíbula cuando escucho la campana de la puerta de entrada del establecimiento sonar indicando que alguien había ingresado al lugar.

El ruido de las pisadas provocadas por las zapatillas de una mujer aproximarse a la mesa de Itachi provocó al joven una molesta masa de sentimientos desagradables en el estómago.

—Cada vez estoy más convencida del gran parecido que tienes con tu padre.— comento la mujer de avanzada edad a quien su negro cabello comenzaba a tupirse de blancas canas, las arrugas se habían adueñado ya de gran parte de su rostro he incluso sus manos y cuello.

—Es curioso que después de tantos años menciones a alguien de quién desconozco su existencia.— dijo Itachi sin expresión alguna en el rostro al tiempo que dirigía la mirada a la mujer que se encontraba frente a él.

—Crei que era el momento de hacerlo.

—¿Por qué esperar tanto?...incontables son las veces que te llegue a cuestionar sobre quién era mi padre...¿Por qué ahora, Mikoto?

La madre de Itachi sonrió mostrando amargura en el rostro.

—Por que mi muerte está anunciada  Itachi, la vida a comenzado a escaparse de mi cuerpo, una estúpida enfermedad llamada cáncer a comenzado a invadir mi cuerpo, no quería llevarme el secreto a la tumba.

—Te haz vuelto muy considerada, ¿Esperas ganar mi perdón con esto?

—No, acepto que no fui una buena madre Itachi, pero al menos te mantuve vivo y gracias a eso eres hoy quien eres, no espero tu perdón o el de Sasuke pues se que no lo merezco; pero quiero aliviar esa herida que hay en tu interior, y no intentes negar que no te afectaba no saber quién era ese hombre al que le debes la vida porque independientemente de todo el tiempo sin vernos...recuerda que yo soy tu madre y a mí no puedes ocultarme nada.

Itachi sonrió de medio lado, una sonrisa arrogante, la sonrisa de Itachi Uchiha.

—Supongo que ya haz sufrido bastante en esta vida como para que yo te quite la satisfacción de sanar esa herida que según tú dices tengo, habla Mikoto, dime de una vez quien es ese hombre misericordioso a quien le debo la vida y dime por qué nunca estuvo presente, quiero saberlo todo.

—Naci y creci en un pequeño pueblo al norte de Italia, fui criada bajo estrictas costumbres y leyes guiadas por la halajá o ley judía.— la mujer hizo una pausa, al tiempo que de su bolso saco un viejo álbum de fotografías, dicho album lo entrego al mayor de sus hijos quien guiado por la curiosidad comenzó a ver una a una las fotos que este contenía mientras su madre continuaba con el relató.— era la más pequeña de cuatro hermanos mayores, todos varones, Shizui, Tobirama, Izuna y Fugaku, este último era tan solo tres años mayor que yo, nuestro padre era el rabino de la comunidad ultraortodoxa, un hombre sumamente estricto al igual que mi madre...nunca me sentí cómoda con las creencias a las que se suponía yo debía ser fiel, y en la familia yo no era la única pues Fugaku, mi hermano también pensaba lo mismo que yo.— Mikoto sonrió mostrando melancolía al recordar sus años viviendo bajo el techo de sus padres.— supongo que esa era una de las razones por las cuales mi relación con él era más cerca en comparación con mis otros hermanos, recuerdo que Fugaku siempre encontraba la manera de pasar tiempo conmigo, pasábamos el tiempo hablando...y....

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