Las pupilas verdes miraban con atención la flama de la vela que iluminaba tenuemente la habitación, el comedor de la casa era su lugar de estudio cada noche después de la cena.
Su maestra era su madre, una mujer admirable dentro de la comunidad, tan recatada y elegante, la digna esposa de su líder.
—¿Cómo es que se debe comportar la mujer dentro del hogar?— cuestionó la matriarca con voz suave a su única hija.— Sakura, presta atención.
La niña de no más de diez años enfoco la mirada en su madre.
— Una mujer debe se comportarse con Tzniut, dentro y fuera de casa una mujer debe comportarse con recato, el Tzniut debe ser la forma en que pensamos, hablamos, nos vestimos y nos compramos.
La mujer mayor sonrió ante la respuesta de su hija.
—Asi es, debemos ser siempre recatadas y modestas, debemos vestir bien aún que estemos dentro de casa, nuestro trabajo es ser impecables en todo lo que hacemos Sakura, debes entender que ti comportamiento dentro de casa y la forma en que te vistas le dará honor a todos los que habitan en ella, debes pensar que a tu casa llegara se vista alguien muy importante para tu vida, un rabino de una comunidad cercana y entonces tú te vestiras con tu mejor ropa, limpiaras bien toda tu casa solo para atender a la visita...bien debes imaginar todos los días al despertar eso, y todos los días debes ser perfecta.
Sakura sonrió, la piel blanca de sus mejillas se tiñio de un hermoso color rojo, a su madre mostró sus perfectos dientes blancos, su cabello rosa se movió un poco después de que ella inclinó la cabeza para cubrir su boca y calmar así la risa que amenazaba con salir.
—Papá es rabino, es por eso que la casa está limpia todos los días, él es lo más importante en tu vida.
—Lo es, y algún dia lo será tu esposo para tí, debes ser aprender a ser una excelente esposa y una excelente madre.
—Lo haré, aprenderé todo lo que me enseñes, mi esposo se sentirá orgulloso tanto como papá se enorgullece de ti.
Las clases continuaron por un par de horas más, entre la Torá y ejemplos o anécdotas se pasó el tiempo, la hora de dormir para Sakura llegó, y caminado lentamente se dirigió a su habitación.
Esta era pequeña, pues sus hermanos varones ocupaban las habitaciones más grandes a diferencia del pequeño espacio que Sakura tenía, dónde solo había espacio para su cama, un armario y una mesa de noche.
Sakura se puso el pijama, este era un simple camisón de manta hecho por su madre, Sakura gustaba de utilizar su camisón pues este le cubria hasta los talones, las mangas largas eran tan largas que en ocasiones tenía que doblarlas un poco para a poder ver sus manos. Después de colocarse el pijama ella dobló su ropa sucia y la coloco perfectamente ordenada dentro de la cesta de ropa sucia la cual guardo dentro de su pequeño armario.
Sakura se recostó sobre su cama y con la mirada en el techo se dispuso a imaginar cómo sería su futuro esposo, su madre solia decir que su padre se encargaría de que esté fuera algún rabino, el él padre de Sakura quería lo mejor para su pequeña y única hija.
Tendría muchos hijos de al igual que su madre y aún que aún desconocía como es que llegaban los bebés al mundo; ella estaba segura de que su madre le explicaría bien llegado el momento.
Sakura era pura e inocente, bastante apegada a sus creencias, para ella la maldad del mundo no era más que la banalidad de la gente con dinero que gustaba de gastarlo en cosas innecesarias, para ella lo mejor que le podía pasar era un tener un buen esposo.
A la mañana siguiente y como todos los días, sus hermanos partieron al colegio después de tomar el desayuno, Sakura se quedó en casa, ayudo a su madre con los quehaceres he incluso le ayudo a preparar la comida.