Iba a matarme.
Él tenía esa mirada que me dejaba claro que estaba jodidamente muerta. Unos ojos sucios de pecado, propios de alguien debatiendo con sus fantasmas del pasado que atrocidad hacerme, preso de impulsos e ira vulgar.
Me empujó sin lástima alguna al frío piso de mi habitación, me miró con superioridad desde el punto en el que se encontraba ante mí, de pie frente a mi torpe figura asustada.
Se quitó la chaqueta de su traje. Tras desabrochar algún botón de su camisa e ignorar su desordenada cabellera, sacó un arma del bolsillo para apuntarme con un pulso firme.
Quedé completamente en shock, recordando una a una, las veces en que David me sometía a situaciones parecidas. No fue hasta que el sonido del arma cargándose llamó mi atención, que consideré la loca idea de suplicar o rezar por un milagro.
Y ahí llegó ella, tan imponente como en la cena, tan sencilla pero tremendamente segura.
- Jefe...-dijo con suma educación haciendo que Víctor entre en razón-
Él me miró con la misma llama de ira encendiendo sus oscuros ojos, recordando viejas tensiones observó con detenimiento toda la escena la cual creo que no le pareció suficiente, ya que no hizo mas que tirar la mesita de noche, contra la pared, destrozándola completamente, para luego irse, dejando claro quién ganaba en la ley del más fuerte.
Fabiola se giró con lentitud hacía mí y de la misma manera se comenzó a acercar, abrazándome dulcemente antes de yo romper a llorar por la rabia acumulada.
- Me odia -resoplé aún en shock, terriblemente asustada.- ¿iba a matarme, sin más?
- Conozco a Víctor, no sería capaz de matarte a tí. -susurró con calma, tras abrazarme fuerte.- Si hizo lo que hizo, no fue por odio, sino un brutal miedo.
-¿A que te refieres?-pregunté seca.-
- Es obvio. -me miro sin entender mi confusión.- Víctor no soporta la idea, de estar lentamente enamorándose.
Directa y sin filtros, esa era Fabiola.
Negué con la cabeza, eramos prácticamente desconocidos, enfrentados por la misma violenta miseria, equitativos al odio mutuo.
La esbelta mujer, cruzó sus piernas y me miró dispuesta a despejar mis dudas a golpe de resúmenes.
-Mira cariño. -agarró mi mano con suavidad.- Ante esa fachada de chico implacable, rudo y casi perfecto, falta muchísimo de algo llamado amor. -me miró a los ojos, sus pestañas perfectamente rizadas y sus ojos azules, robaron mi atención un instante.-
-Rico y con poder, ¿como le va a ser difícil eso?-pregunté causandole mi ignorancia una pequeña sonrisa de lastima.-
-Nunca ha sabido que es una madre, un padre, un amigo, nada.
Su padre no tenía pinta de mostrar afecto o atención, no me sorprendió en lo absoluto, sin embargo, su madre era una incógnita.
-¿Y su madre?-me atreví a preguntar.-
El silencio deboraba mi pregunta, segundo a segundo, hasta que Fabiola quiso responder, una vez ya elegidas las palabras correctas.
-Fue asesinada, entre gritos y llantos...
Pasada una pequeña pero necesaria pausa, Fabiola continuó con la trama de acontecimientos.
-La mandó a matar el padre de Víctor.
Una sensación de lastima me inundaba por segundos.
- Víctor era muy pequeño, pero vió todo el asesinato, como es lógico no pudo hacer nada y eso le debora por dentro, por ello, nadie sabe nunca por donde va a salir esa ira acumulada.
Un ambiente taciturno decoraba el momento, no cabía en mi tanto shock.
-Por eso, no es capaz ni de mirar los ojos de su padre, sin mostrar asco antes.-se pausó un segundo para remojar sus labios.- Le frustra no saber que es el amor, el desamor, si es muy rápido, si no...le frustra no tener el control de su vida una vez más.
Era demasiado para digerir en un instante. La sensación de obviar el amor ante su ausencia, es mutua. Sin infancia, ni una adolescencia mas allá de palizas y prostitución, tampoco sabría definir el cariño. Perdida en esos pensamientos, Fabiola, se quedo conmigo el tiempo suficiente como para verme plácidamente dormida, tras una larga conversación con la que trataba de distraerme, era muy buena atrapandote en su labia.
Mientras tanto Víctor estaba encerrado en su despacho, mirando el arma sobre la mesa, replanteándose el nombre que llevaba esa bala.
- ¿La ibas a matar? -preguntaba Daniel, caminando alrededor de su jefe.- Joder...
- No la iba a matar, por favor, esa bala antes me hubiera atravesado a mí.
- ¿Entonces?, ¿que ha pasado ahora, jefe?
- Ella, eso me pasa. -se acomodó en su sillón.- Tan soberbia, tan respondona, no ha cambiado nada.
Daniel lo miró esperando aparentemente una explicación, en cambio, Víctor le miraba firme sin inseguridad alguna.
El jefe se aclaró la garganta, dejó de perderse en su mente por un momento y quiso resolver aquellas dudas, en forma de desahogo.
- Todo el atentado, el secuestro, el matrimonio.-descargaba y cargaba el arma mientras hablaba.- Fue todo perfectamente planificado para encontrarla a ella.
Daniel parecía mantener sus dudas al frente de la situación, ahora él poseía la mirada firme, en base a la curiosidad y la atención que tenía.
- Mira, Daniel...
Víctor se puso en pie buscando una postura cercana, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón y apoyándose en la mesa del escritorio, dispuesto a dejar sin palabras a su fiel amigo ante tan confusa declaración.
- Llevo jodidamente enamorado de ella, desde hace dos años y ni siquiera yo lo sabía.
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VÍCTOR [+18]
RomanceEl infierno personificado en un cuerpo por el que rezan los ángeles, una voz grave capaz de jugar con tu cordura y un nombre que era su única huella de mortal, Víctor.