Capítulo XVII.

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David, agarrando mi mano destrozada y mi muslo izquierdo lleno de marcas dolorosas, me tenía acorralada contra la pared. Así una vez mas, me temía que volver a protagonizar momentos de intenso terror con mi tormento.

La sangre aun caliente y abundante de mis profundas heridas se deslizaba con una tediosa rapidez por mis brazos marcando un camino lineal hasta alcanzar mis desnudos y temblorosos hombros. En ese momento pensé que aquel momento agonico simbolizaba la caída de toda esperanza bajo la mirada infernal de aquel hombre, si es que se le podía llamar así.

A él no parecía importarle en lo absoluto, solo apretó su agarre en mi mano, con gran asco, demasiada repugnancia y un aire remarcado de superioridad haciendome tener los mismos sentimientos que él. Por primera vez había algo recíproco entre el verdugo y la víctima y era repulsión. Por un segundo eterno, me atreví a mirarle, pero lo que me esperaba solo era su camisa rota, ligeramente manchada de un burdeos sangriento y un edor asfixiante a alcohol de alto precio, sin embargo, era lo único que decoraban la desfallida escena y en parte lo agradecía ante la ausencia de armas.

David, el hombre que una vez fue dueño de mi condenada vida, estampó la botella medio vacía de whisky francés al marco de la ventana por la cual pensaba con ilusa fé escapar. Además de intimidarme logró cortarme el rostro con algun cristal tras mancharme del pecaminoso líquido.

Si ya era una bestia sangrinaria, estando sobrío, no quería bajo ningún concepto descubrir que me pensaba hacer preso de los susurros del alcohol...sin embargo, quisiera o no, me lo iba a mostrar.

No se alejaba de mi, notaba su respiración excitada cerca de mí. Él seguía acariciando con interés los moratones verdosos de mi muslo izquierdo. No me hacía falta conocerlo tanto para saber que estaba pensando que atrocidad hacerme.

- Mira como has dejado el piso, preciosa...-comentó acariciando con falso cariño aunque poca delicadeza mi arañada mejilla.-

Todo, absolutamente todo estaba lleno de mi propia sangre, desde charcos que decoraban el suelo por mi desatada herida anterior en el tabique de mi nariz y las tantas hechas con torpeza en las manos. Había muchisimos cristales rotos impregnados por mis heridas y aun faltaba resaltar el marco de la ventana tambien manchado de lo mismo.

- Agradece que no te haga limpiar tu puta sangre con la lengua.-agarró mi cara con dureza mientras me hablaba demasiado cerca.-

En ese desvalorizante momento de desesperación, no sabía la aparente razón de aquello, pero Víctor, el único hombre que de alguna forma me ha cuidado, me había venido a la cabeza para invadir mis pensamientos perdidos en un mar de desesperación, como un cálido abrazo del único cariño que había sentido en toda mi jodida existencia. Me inspiraba tantísima calma, seguridad y paz pensar en él, en la forma en la que me acariciaba siempre que lograba rozarme. Solo quería que estuviera bien, sano y salvo tras la masacre liderada por David, que estuviera vivo.

- A Víctor no le va a gustar que me folle a su prometida...-parecía que me leía los pensamientos.-

Comenzó a acariciarme lento pero sin amor, como hacía normalmente antes de utilizarme con brutalidad sexual para quitarse un calentón de encima. No le importaba la hora, el momento público, incluso si ibamos en un coche y mucho menos le importaba yo. Él siempre mandaba en todo, en mí, hasta en mis necesidades sexuales y eso me causó inmensas ganas de llorar ante el recuerdo de tantos traumas que jamás olvidaré.

- Pero si me recibes con el sujetador mal puesto y esa cara de zorrita, igual es porque tú, si quieres.-continuó soltando veneno por su seductora boca.-

Ahí me di cuenta de lo tan mala idea que fue quitarme el vestido de la ceremonia para escapar de ese lugar tan sombrío.

Me agarro del cuello, me aventó con rudeza contra la pared, haciendome comenzar a tocer por lo fuerte de su agarre y eso que aun no llego ni a una pequeña parte de su fuerza.

- Que linda te ves sin poder respirar, como cuando te follaba la garganta.

Apretaba mas y mas, notaba como iba dejando la marca de sus dedos grandes en mi cuello, no podía siquiera inhalar o exhalar, solo pasaba los instantes poniendo a prueba la resistencia de mi cuerpo ante un demonio llamado David.

El olor a alcohol y sangre, no ayudaban en lo absoluto, cada vez estaba mas mareada, mas confundida. Sentía un hormigueo por todo mi cuerpo, que me hizo dejar de sentirlo completamente.

Estaba roja y palida al mismo tiempo, pero a él solo le importaba saber que aun tenía poder sobre mi, aunque fuera a la fuerza o a base de intimidaciones y amenazas. Su perfecta sonrisa me decía todo, susurrandome que afirmaba mi teoría.

Era un jodido sádico que amaba ver las reacciones agonicas de sus victimas incluso desde mi experiencia digo que le excitaba enormemente...pero lo peor de todo, era que podía hacerme lo que quisiera y yo no podría evitarlo.

Ya no escuchaba las dagas que soltaba David con ronca voz, solo mis pensamientos haciendo eco un y otra vez en escena, iba a desmayarme en cualquier momento y él esperaba plácido a que lo hiciera. Para ese hombre solo era un juego del que se cansaría y yo un juquete roto que había que terminar de romper.

-Víctor...-susurré apenas audible para nadie, solo para mí.-

Fue ahí, estando presa del terror cuando mis pulmones y mi devastada mente llegaron al limite, que me di cuenta que estaba enamorada de él.

Estaba profundamente enamorada de Víctor.

Feliz de reconocer al fin lo que en el fondo sabía desde hace tiempo, perdí la conciencia pero no caí al piso hasta que mi peor pesadilla me soltó mi lastimada garganta.

Pero ahí no iba a acabar la tortura de David, solo había dado comienzo de lo que podía llegar a ser controlandose.


VÍCTOR [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora