Capítulo XVI.

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La lluvia de balas junto a los gritos ahogados de los invitados formaban una inmensa balada que erizaba la piel ajena y es que fueron horas continuas de la misma degollante canción.

Víctor, lleno de ira, salió de inmediato a poner orden guiado por su mortal furia y el edor de sangre que desprendía cada pequeña esquina. No tenía la intención de aceptar bajo ningún termino un patético atentado, mucho menos en el caso de que afecte a su futura esposa y a su moribundo padre. Acababan de liberar a una bestia que nadie sabe domar y de la que no se puede huir.

Agarró su arma favorita, una AK-47 cargada hasta mas no poder y se dispuso a salir en busca de diversión.

Encontró a sus hombres peleando a muerte con los mandados de David, cosa que no le sorprendió en absoluto, después de todo era cuestión de tiempo.

Marc, arrancaba las extremidades de todo aquel que no fuera de su equipo, liberando en él una frenesí sádica que no podía controlar, necesitaba cada vez mas, quería escuchar como suplicaban una muerte rápida ante él, como agonizaban hasta quedar sin una gota de alma en el océano de su ser.

Julio, el progenitor de Víctor, era una jodida máquina en el cuerpo a cuerpo. Usaba a su favor lo corpulento que resultaba ser, gracias a caprichos al azar de la genética. Sabía perfectamente como dejar sin dientes y en el suelo a cualquier persona de un puñetazo, no importaba si era mas grande que él o iba armado, en la ley del mas fuerte, estaba completamente coronado y eso lo demostró dejando tras de él una fila de hombres adoloridos y ensangrentados, apenas pudiendo hacer uso de sus capacidades motrices, todos víctimas del casi espartano padre de Víctor.

Hablando de él, Víctor era el que mas destacaba entre todos, no solo era capaz de ganar inclusive a su padre en el cuerpo a cuerpo o a Marc en el aprensivo arte del sadismo, sino que podía jugar con tu mente, hacer que tu mismo eligieras el camino del suicidio o de la suplica, pero si de batalla se trataba, era uno con el armamento que se le diese. Desde armas de fuego, tan potentes que podrían dejarte sordo de un disparo hasta armas blancas, como navajas filosas, fáciles de usar para desgarrar la garganta de todo aquel que le desafiara.

Los demás hombres que recibían ordenes tanto de Víctor como de Julio, tenían el aguante suficiente como para respaldarlos a ambos, no obstante, no hacía ninguna falta, ya que Víctor masacró a mas de la mitad en un tiempo récord, atinando de pleno y con exactitud donde quisiera poner la bala, sin embargo, eran cada vez mas hombres sedientos de sangre, con mas armas que el miembro caído anterior y sobretodo estaban listos para perder la vida de la manera que fuese lo que dejaba claro que era un atentado preparado con demasiado tiempo pero quien se iba a sorprender de David.

- Ese hijo de puta... –gruñó Víctor, acordándose de la madre de David.–

- ¡Esa boca! –Julio regañó de inmediato a su hijo.–

- Ay lo siento Julio, iría al rincor de pensar como castigo, pero hay 5 jodidos muertos en cada puta esquina. –respondió sin tapujos Víctor.–

A Víctor le sorprendía siempre como su padre trataba una y otra vez en vano de ser ejemplar cuando literalmente estan en un tiroteo libre contra gente desconocida que estan destinadas a odiar por el devenir de sus organizaciones ilegales pero que no era ni de lejos la primera vez en la que se veian involucrados en eso. En fin, incongruencias de padres suponía.

El largo atentado llegaba casi a su fin, Víctor aun lleno de energía, tenia alguna que otra herida pero le daba exactamente igual tanto la sangre seca como el intenso dolor, estaba cegado por proteger a su futura esposa, Alba, solo a Alba, lr daba igual tanto su propia persona como el resto de mortales ahí presentes, no fue hasta que un pequeño grito apagado que le resultaba bastante familiar y una caida en seco que le hizo ver mas allá de su amor por nuestra protagonista.

- ¡Papá! –dijo viendo a su figura paterna en el suelo, rodeado de un charco de su propia sangre.–

No acostumbraba a llamarlo así, pero mas allá del rencor que le tenía, había un pizca de cariño.

Al ver a su padre así, saco a la bestia completa que era, masacrando a todo aquel que se atreviera a mirarle, dejando en cuestión de minutos la sala llena de muertos correados por el sonido de hombre huyendo de la cólera del cada vez mas temido Víctor y es que nadie era capaz de sobrevivir ante tal animal sádico, mucho menos si era movido por sentimientos.

- Víctor...–aclamó a su hijo, el cual lentamente se puso a su lado.– Quiero pedirte perdón...

- Ya es tarde para moralismos y disculpas, mamá esta muerta.

Respondió frío, ignorando la parte emocional que gritaba que le diera un abrazo, que suplicaba por la minima aprobación por parte de su padre, no obstante, siempre ganaba su lado frío, solo Alba podía acceder a algo mas allá de lo cortarte.

Víctor, olvidó haberle llamado papá, ignoró haber hecho caso a sus inútiles sentimientos. Solo tenía un objetivo y lo iba a cumplir aunque fuera a pasar lo que tuviera que pasar.

- Lleva a Julio al hospital mas cercano, no sobrevivirá mucho de esa forma. –le ordenó al primer hombre de confianza que encontró.–

- ¿Y usted, jefe? –preguntó al verle lleno de heridas.–

- Voy a ir a por mi esposa.

Aun había una bala en la AK-47, y Víctor sabía que tenía un nombre y una fecha, esa bala era para David y era para ese mismo día.

Había reservado la peor parte de su furia para ese hijo de puta, iria a enfrentarle sin hombres, ni ayuda, se bastaba con la bestia que sabía que era y mas aun motivado por la idea de tener a Alba a su lado.

Se había desatado la guerra y no estaba dispuesta a caer.

VÍCTOR [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora