No sabía donde estaba tirada, solo escuchaba un goteo constante y un violento viento en el exterior que causaba que la rama de un arbol azotara constante el cristal de la ventana hasta romperla. Me dolía demasiado el lado izquierdo de la cabeza aunque no se quedaba muy atrás mi estómago revuelto, aún tenía la nariz húmeda por el cloroformo, pero era muy dudable que pudiera secarme usando la palma de mi mano, si estaba atada tanto de pies como de brazos, además como es obvio tampoco podía ver o pronunciar alguna palabra al tener los ojos vendados y estar amordazada con muchísima fuerza.
Estaba tan profundamente cansada de estas situaciones de confusión, de ser un devastado juguete roto de órbita cambiante entre avariciosos dueños, de hacerme siempre la misma pregunta selectiva sobre si comenzar rápidamente a rezar desesperada o a suplicar lastimosa por mi joven y aún corta vida, era patético. Me rendí en algunos instantes hasta llegar al sometimiento oficial en el que estaba, solo escuchar la agresiva rama de la ventana contra el cristal ya roto y esperar relajada, sin embargo, no fue hasta varios minutos después que ese relajante sonido continuo me hizo tener una lluvia de ideas sobre como escapar de esa situación.
Ese sonido me hizo entender que había una salida, la ventana, pensé que había que ser idiota para secuestrar a alguien en un lugar donde hubieran ventanas, sin embargo, el choque de la rama me hizo entender que estaba en un lugar alto, pero lo suficiente como para poder salir por ahí utilizando la naturaleza a mi favor.
Pero antes venía el primer paso, liberarme.
Solo tenía que palpar el suelo hasta encontrar un cristal roto con el que cortar las cuerdas, únicamente debía seguir el ruido de la ventana que tanto me entretuvo en su momento.
Y eso hice triunfante en mi objetivo, aunque no voy a hacerme la profesional, alardeando de que lo conseguí a la primera, al contrario, me choqué varias veces con la misma pared causando que mi nariz sangre en abundancia, además en dos ocasiones me caí al suelo causandome moratones en el lado izquierdo de las piernas, y si no fuera suficiente, al tocar el cristal, me corté desde los dedos hasta la mano, con eso supe que la habitación era pequeña, ya que el olor a sangre no tardo en concentrarse en donde estaba. Era oficial, los planes siempre serán infinitamente mejor en la cabeza.
Comencé a cortar las cuerdas de mis muñecas abriendo cada vez mas y mas las heridas de mis manos, acentuando la sangre de mis dedos al tratar de agarrarlo con precisión, tras conseguirlo, solté el cristal, rápidamente a quitar la venda de mis ojos y de mi boca, pero no pude por el dolor que me causaba cualquier roce de mis manos con la superficie ajena, por lo que tuve que morderme la lengua y aguantar hasta conseguir desatar la mordaza llena de la sangre proveniente de mi nariz aparentemente herida. Utilicé la venda para limpiar los restos de sangre seca junto a la sangre que salia en constancia, ignorando eso, desate la venda de mis ojos con demasiada dificultad pero lográndolo tras agravar los cortes de mis manos.
Efectivamente, como sospechaba estaba en una habitación pequeña de madera, estilo rural, con goteras en el techo, sin muebles ni nada destacable, un simple lugar abandonado. Sea quien sea el secuestrador, tenía muy mal ojo para escoger materiales.
Me miré las manos con gran sorpresa, estaban destrozadas pero aún tenía que maltratarlas mas, las cuerdas de mis piernas solo se soltarían con algo tan filoso como los cristales, no tenía ninguna opción mas, no pensaba rendirme ahí, no tenía miedo al dolor.
Tras estar completamente libre, use la tela de la venda y la mordaza para vendarme las palmas de las manos, limpiando las heridas con el agua de las goteras previamente vistas.
Me asomé a la ventana apartando la rama del árbol con anterioridad para analizar el perímetro antes, no había mucha altura pero aún así yo estaba sumida en pánico, odiaba con todas mis ganas las alturas, sin embargo, no era momento de ser una puta cobarde, tenía que saltar si o si, no era en absoluto algo opcional.
No obstante, no me había percarado que aun llevaba el vestido puesto un gran detalle por parte del secuestrador, aunque el velo estaba en paradero desconocido. Con la longitud de mi ropa iba a ser complicado escapar, correr o hacer cualquier cosa útil, por lo que aproveché la fina seda de la tela, para intentar romperla, pero después de varios intentos, solo conseguí impregnar de mi sangre el tan puro blanco que tenia como característica mi traje de novia.
Tenía las manos demasiado adoloridas como para romper el vestido y debía ahorrar la poca sensibilidad que me quedaba para poder trepar por el árbol, así que simplemente me lo quité.
En ropa interior, goteando sangre por mis manos y mirando la ventana, me daba exactamente igual todo, yo sentía tener el poder en ese momento y era jodidamente maravilloso.
Utilizando los tacones, rompí los cristales que aun quedaban en la ventana y una vez despejada la zona, me dispuse a saltar.
Pero a medida que colocaba mis adoloridos muslos en el marco de la ventana, alguien atrapó mi mano con agresividad, estampandola contra la pared mas cercana, dejandome inmóvil ante un dolor sumamente intenso, que me hicieron soltar un ligero grito de autentica agonía, sin embargo, no contento así mi atacante, con total morbosidad toco el muslo que a priori con caidas llené de moratones, apretando en las heridas sin miedo a causarme mas daño aun.
Cuando ya asimilé el dolor, me dispuse a averiguar de donde provenía tanto sadismo, pero en lo mas profundo de mi mente ya sabía quien era, aunque la pizca de fe en mi, lo negara efusivamente.
- David...–susurré temblorosa, antes de mirarle sabiendo que tenía que ser él.–
- Eres una perra muy desobediente...–me respondió con su intimidante voz, causandome un inevitable escalofrío de temor.–
En ese momento, recordé aquella mirada tan fría que no entendía como me causaba tanto calor, pero en ese instante resolví aquella duda que tenía desde haberlo conocido y es que podía decir sin miedo a equivocarme que justo en frente de mis ojos...
...estaba el tan temido infierno hecho persona.
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VÍCTOR [+18]
RomanceEl infierno personificado en un cuerpo por el que rezan los ángeles, una voz grave capaz de jugar con tu cordura y un nombre que era su única huella de mortal, Víctor.