Capítulo XII.

7.3K 381 149
                                    

Víctor miraba con completa superioridad como Daniel se ahogaba en su propia sangre disfrutando todas sus muecas de sufrimiento, sin inmutarse lo mas mínimo, solo manteniendo la distancia correcta para evitar manchar su traje, que le importaba infinitamente mas del que fue su mejor amigo.

-Tu última palabra fue mi nombre...-dejó correr algún segundo antes de continuar musitando.– Me da asco.

No hizo nada mas que observar como lentamente iba perdiendo la vida ante sus ojos, cogiendo el asunto con completa frialdad. Había presenciado tantas cosas que se había inmunizado a ese tipo de cosas que en general resultan impactantes.

Los pitidos de las máquinas poco a poco dejaron de representar sus latidos ante la inexistencia de estos.

Daniel murió.

Sin pena alguna Víctor con una satisfacción que no se molesto en ocultar, vió a enfermeras a medida que salía de la habitación, pero solo mostró sutilmente el arma en su cinturón, cazando así el silencio de las trabajadoras.

Él no le mató pero fue hasta ahí para disfrutar su muerte, un fallecimiento que no fue casualidad.

- Nos vamos. –me dijó al verme sentada en el piso, en medio del pasillo.–

- No sé que haces aquí pero sé por donde te vas a ir...–respondí ya sin sorprenderme.–

- Callate y camina, joder. –me impuso su voluntad agarrando mi brazo.–

- ¡No!, ¡Daniel ahora puede estar...

- Muerto. –me interrumpió, soltando la puñalada sin delicadeza alguna.–

Fui corriendo a su habitación, necesitaba comprobar la teoría por mi cuenta.

Sus ojos rasgados cerrados, como la primera vez que le vi en el hospital, solo que ahora, no iba a haber una conversación de bienvenida.

Le supliqué a gritos que despierte, las enfermeras me apartaban la mirada ante la intimidación que les causó Víctor previamente, le repetí una y otra vez que así no terminaba la bella y la bestia, que no podía hacerme esto, pero una vez más, yo había perdido.

No fue difícil llevarme al coche tras eso, el shock era suficiente como para tenerme en silencio lo suficiente.

Víctor en varias ocasiones me miraba, con algo que me atrevería a llamar preocupación.

- ¿Tú...

- Yo no le maté.

Sabía a la perfección de lo que le acusaba, las respuestas que quería pero se aislo en responder.

- Pero ojalá haberlo hecho...

Eso me dejó bastante a la vista de mi entendimiento que algo pasó con los del sur, Daniel y Víctor.

Solo fue llegar a la mansión y saber que iba a romper en llanto, encerrada en mi habitación.

Había perdido al único abrazo sincero que me dio mi destino, la primera mirada cariñosa que había tenido en toda mi vida, que poco se suntenta lo bueno en mis momentos de gozo.

Marc entró con gran timidez a mi habitación, se le notaba tembloroso y aún no podía sostenerme la mirada.

- Sándwich. –dijo sin mas extendiendome un plato.–

-Marc, muchas gracias...–acepté de inmediato la comida.–...Esta vacío.

- Se comió el sándwich de los nervios que le causaban traertelo. –comentó Fabiola entrando en escena.–

- Esta bien, Marc, no tenía hambre.–tosí ocultando el gruñido de mi estomago.– ¿por qué siempre habla a base de una palabra?–pregunté a Fabiola.–

-Marc es tartamudo, es una inseguridad muy presente que tiene, por eso apenas habla.

Un ruso de dos metros experto en la lucha cuerpo a cuerpo era intimidado por el hecho de que alguien le juzgue por hablar, siempre me sorprendo, todos tenemos inseguridades por lo que veo.

Por un momento me hicieron olvidar todo, las buenas vibras que logra causar cierta persona en varios momentos es suficiente para calmarte, pero siempre tiene que llegar Víctor a poner del revés mi vida.

Con una señal sutil, hizo que ambos abandonaran la habitación, dejándonos a solas.

- Alba...

- Ni te atrevas a nombrarme, cerdo.

Directa y elegante, esa era yo.

- Cariño...–me nombró dulcemente cerrando la puerta.– ¿Debería haber dejado que Daniel te matara?, igual así no me darías tantos problemas.

- ¿Qué?...–le miré tan dolida como confundida.–

- ¿Por qué te creías que Daniel trataba tanto de acercarse a tí?, ¿por qué se ofreció tan rápido para comprar el vestido contigo?

Sabía que yo no le iba a responder, así que continuó hablando.

- El dia del intercambio no fue el tiroteo lo que lo postrado en una cama de hospital, fui yo, no dejé de golpearle hasta que comenzó a vomitar sangre.

- Joder...–solo me atreví a decir tal vulgaridad.– ¿por qué?

- Daniel, trabajaba para los del sur, los cuales se aliaron con David para matarte a ti y robarme mercancía a mí, ¿quien era el punto medio entre los tres, la persona perfecta para acercarse a ambos?

-Daniel. –no me sorprendía, me sentí profundamente idiota.–

Hubo un silencio que hizo que todo me hiciera click en la cabeza, la manera en la que él miraba a Daniel, la manera en la que le investigaba, hoy Víctor perdió a su mejor amigo y en el fondo, él tenía esperanzas de que le negaran que las sospechas eran ciertas, y eso le quemaba pero aún así, se mantuvo sin rastro de dolor.

- Lo hubiera matado una y mil veces pero preferí dejarle suplicando morfina en el jodido hospital.

Pero le quemaba mas la idea de que me pasara algo a mí. Un silencio rompedor consumió mi mente escasos segundos.

-Pero tú...-Continuó Víctor.–...detrás de él, acariciando la mano del que te iba a arrancar las extremidades sin dudarlo ni un segundo.

- Pensé que me quería cuidar –me atreví a susurrar.–

- Él te quería...pero muerta.

Daniel fue la ilusión que engañó a caperucita roja, haciendo ver a su abuela donde había un feroz lobo, estaba completamente derrotada.

Me pusé en pie y dejé caer varias lágrimas sin limitar mis sentimientos y ahí fue cuando él, sin dudarlo, me abrazó.

Empapaba cada vez mas su camisa de mi llanto, pero él solo me acariciaba el pelo de la forma mas cariñosa posible.

Le miré a los ojos, sus ojos vacíos pero cálidos y sin pensarlo dos veces lo hice.

Le besé, desencadenando a la bestia.

Desencadenando a Víctor.

VÍCTOR [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora