—Elige el que quieras.— me menciono con una dulzura que por lo muy poco que conozco no es natural en él.
Estamos en una de las tantas tiendas de Giorgio Armani ubicadas en Los Ángeles. Si fuera una chica que le gusta tener dos kilos de maquillaje en la cara esto sería el paraíso. Justin quiere que busque un vestido para ir a su dichosa cena de negocios. ¡Y a mí que me importa! Que vaya él solo, intente decirle eso, pero casi me caigo de la silla por el gran no que recibí de su parte. Hay vestidos lindos, pero muy cortos y el señor no quiere que ande mostrando más de la cuenta como si fuera suya. Momento. Me voy a acostar tres meses con él, en cavidad soy suya.
—¿Este?— le mostré un vestido negro hasta el suelo común tajo en toda la pierna izquierda.
—No, muchas irán así.—
Cuento hasta cien para no gritarle. Busco otro.
—¿Y este otro?
Un vestido celeste dos dedos debajo de la rodilla, ajustado de cintura para abajo.
—No me gusta.
Ahora cuento hasta mil para no irme de la tienda sin hacer un escándalo antes.
—¿Algún color en específico?— le pregunto para que la tarea se me haga más fácil y no recibir su rechazo cada dos segundos.
—Me encantaría verte con un rojo.— se lamió los labios y no sé por qué mierda me mordí los labios.
Lo tome de la muñeca porque todavía no sé me daba la gana de cogerle la mano, tonto, después tendré que hacer muchas cosas más. Fuimos al sector en donde estaban los vestidos rojos, nunca me gusto ese color, lo encuentro muy de regalada, pero creo que eso soy ahora, una jodida regalada.
Busque entre todos los modelos que habían, largos, debajo de la rodilla, escotados, strapless, pero me encanto uno que me llegaría a simple vista hasta los muslos ajustado a más no poder, sin tirantes y con escote de forma de corazón. Pero hasta donde me llegaba no creo que él me lo compre, pero siempre hay que tener un plan B, no sé como resulte, pero no pierdo nada en intentar.
—Justin.— le dije de la forma más sensual posible. El dejo de ver los vestidos y me presto atención.— ¿Cuándo vamos a tener? Tú sabes...— me acerque a él y lo tome por el cuello de la camisa.
—Por mi fuera en cualquier vestidor, te follaría duro.
Que lindo tener sexo en un vestidor en donde te puedan atrapar. Notese mi sarcasmo.
—Pues vamos.
Ahora lo agarre de la mano y fuimos, entramos en el último para que no se escuchara tanto. No espero a que me diera la vuelta y comenzó a besarme como si mañana fuera el fin del mundo.
—Trata de no gritar mucho, nos pueden escuchar.— me dijo entre besos.
Estaba desesperado, llevo sus manos a mi espalda y de un tirón desabrocho mi vestido. Y por órdenes que me dio anteriormente no llevaba sujetador y camino a la tienda en el semáforo que se encontraba en rojo me tocaba los senos, en dos oportunidades los pellizco lo cual me entrego un doloroso placer. Me dejo semi desnuda, lo único que me cubría eran mis bragas. Es injusto que él tenga todas las prendas. Le comienzo a desabrochar la camisa botón por botón al llegar al final me tomo el atrevimiento de tocar su miembro que está más que listo.
—Chaton, eso no se hace, no vez que me pones mil con solo una mirada.— llevo sus manos a mi cintura y me acerco más —si es que era posible— a su erecto pene, inconscientemente gemí.— Y con cada gemido que das quiero estar dentro tuyo.
Le quito el cinturón y lo dejo en una pequeña silla que está a nuestro lado, luego con mis manos le baje el cierre y al parecer los pantalones le quedaban un poco grandes ya que cayeron al mismo instante. Lo único que faltaba era quitar su bóxer. Lo baje y se libero lo que tanto quería, Dios, eso debe medir más de veinte centímetros.
-—Todo eso no entrara en mí.— le dije sorprendida, pero excitada. Él me estaba besando el cuello.
—Después te haré todo lo que quieras, pero ahora solo quiero follarte duro hasta que me canse. Y no te preocupes, haremos que entre en ti.
Me tomo de los muslos y me dejo pegada a la pared, me tenía a su mereced, desnuda sin fuerzas para protestar. Me comenzó a chuparme el seno derecho mientras que me tocaba el izquierdo, soltaba pequeños gemidos para que nadie escuchara.
—Quiero estar contigo a solas para escuchar tus gemidos a más no poder, escuchar como llegas al clímax con mis dedos, lengua y pene.- gruño.— Ya no aguanto más, voy a follarte.
Y sin decir más entro salvajemente en mí. No era suave y eso me daba ganas de llorar, pero no quería parecer débil frente a el. Entraba y salía rápido, no me dejaba tomar aire cuando me volvía a embestir de un segundo a otro.
—¿Eras virgen?— no le respondí.— Mierda, que Dios me perdone pero no puedo parar.— gimió.
Volvió a entrar en mí, pero esta vez fue lento, hacia movimientos circulares, pero yo no quería eso, necesitaba que me penetrara como lo hizo antes de saber que era virgen, más rápido.
—Más rápido.— le pedí en un susurro.
—No quiero dañarte.
—No soy una muñequita de cristal, algún día pasaría. Así que hazlo como tú lo haces normalmente.
—Te va a doler.
—¿Lo vas a hacer lento los tres meses que estaré contigo?— le pregunte.
—Si te duele mucho, me avisas.
Entro y comenzó a follarme duro, pero ya no dolía, entraba y salía y volvía a repetirlo mil y una vez, mientras que lo hacía me chupaba los senos los cuales estaban a la altura de su cara, me encantaba como lo hacia, con sus manos me tocaba los muslos, ambos gemíamos sin poder, pero en voz baja para que nadie escuchara, no me lo imaginaba en una cama, ahí serían gritos que me dejarían afónica.
—Linda ya voy a llegar pero quiero que lleguemos juntos, así que ahora quiero que me ayudes tú. Subirás y bajaras lo más rápido que puedas.— no le respondí porque no podía hablar de lo excitada que estaba. Me tomo de las muñecas y las estampo en la pared y su cara fue al centro de mis pechos, él solo se limitaba a morderlos.— ¿Me ayudaras?— me miro a los ojos y asentí.- Vamos.
Y ahí comenzó el momento más placentero de mi vida. Los dos nos movíamos sin remedio, el subía y yo bajaba, lo metía, lo sacaba, me chupaba los pechos y los mordía, estuvimos tres minutos así y sentí algo pegajoso dentro de mí y como no si se corrió dentro mío.
—Después vamos a ir a la farmacia a comprar una pastilla porque no creo que tomes.— me dijo tierno y luego me dio un beso en la frente.
—¿Sabes por qué quería que vinieras aquí?— le pregunte mientras tenía mi cara en el hueco de su cuello.
—No. Dime.
—Es que quería un vestido que sabía que no me comprarías. Pero. ¿Con esto me lo compraras?—le dije tierna.
—Después de darme lo más preciado que tienes, te compro toda la tienda si quieres.
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Podría ser mi hija ➳ j.b
Fanfiction❝El amor de Justin y Kendall es complicado ya que tienen que pasar por varios obstáculos. Su amor es prohibido ya que él piensa que ella podría ser su hija.❞ mariela_1D.©