Día 1: Cafetería

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Pareja secundaria: Ninguna.

Advertencias: Ninguna.

Palabras: 2593

Un agradecimiento especial  a la asombrosa Multi_Rouge por el hermoso separador.

"Cuando Mihael obtiene la responsabilidad de enseñarle al hijo de su jefe Cómo trabajar en la cafetería no se esperaba que esto representara un desafío tan grande."

Viernes por la tarde, el momento en que los adolescentes salían con sus amigos para disfrutar en libertad después de cumplir con sus obligaciones escolares o simplemente se dejaban llevar por la alegría de tener por delante dos días de ocio total (a menos que hubiera tarea), sin embargo, ese no era su caso. En lugar de divertirse, estaba atrapado entre cuatro paredes, obligado a atender a personas con mejor suerte que la suya, solo para ganar un poco de dinero y aliviar la carga económica de su madre.


Admitía que la cafetería resultaba interesante, especialmente por la gran cantidad de drama que se desataba entre sus diversos clientes. Estaba la chica que descubrió a su novio en una cita con su hermana, lo que llevó a una llamada a la policía después de que la chica lanzara tazas y platos. También estaba el chico que le declaró su amor a su mejor amigo en un tierno espectáculo que resultó positivo para todos.

La cantidad de personas que conocía era impresionante, desde aquellos que le coqueteaban, algunos más descarados que otros, hasta una anciana que empezó a rezar como loca, asegurando que él estaba poseído por el demonio.

Lidiar con todas esas personas excéntricas resultaba agotador, especialmente al tener que mantener una sonrisa amable durante horas sin importar cómo lo trataran, aunque la verdad es que el sueldo era bastante bueno.

Definitivamente, ese trabajo no era para nada fácil, pero era mejor que no tener nada.

La campanilla de la puerta resonó por todo el local, sacándolo de sus pensamientos al anunciar la llegada de un nuevo cliente por lo que con su mejor sonrisa amable se dio la vuelta para dirigirse al recién llegado.

—Buenas tardes. Le doy la bienvenida a... —Su frase se interrumpió al reconocer a la persona frente a él.

—Hola Mihael ¿Como estás? —Saludó el hombre de avanzada edad con una sonrisa afable y una mirada cargada de un alegre brillo enmarcando sus rasgos.

—Buenas tardes señor River. —Devolvió el saludo con una pequeña reverencia respetuosa. —No sabía que vendría hoy.

—No me voy a quedar mucho, tengo que ir a solucionar unos problemas en otra de las sucursales. —Explicaba mientras con paso lento caminaba a una mesa cercana tomando asiento en esta sin despegar la mirada de su joven empleado que a toda prisa se dirigió a la cafetera a preparar lo que sabía le gustaba al hombre.

31 días de MeroniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora