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Sorpresivamente o no tanto, desde aquella tarde la relación de los dos jóvenes había ido muy seria. Manuel estaba arrepentido por su comportamiento hacia el menor, aunque no fuera su culpa seguía sintiéndose culpable por no estar ahí y defender al pequeño.

Mateo día a día se daba cuenta de lo enamorado que estaba del mayor, de sus muestras de afecto, de la preocupaciones hacia él, y de todo en si.

Pedro notaba a su hijo enamorado y distraído a veces, pero no conocía de quien se trataba, por lo tanto estuvo casi por dos semanas insistiendo que lo traiga a cenar. Manuel quería pero a la vez se sentía insuficiente para Mateo y tenia inseguridades al mostrarse ante su casi "suegro". Luego de un tiempo Manuel acepto la cena, y ahora quedaban tan solo días.

Mateo y Manuel eran exclusivos y tenían una relación de pareja pues su amor desde el primer momento había sido especial y único, pero todavía no eran novios ya que ninguno lo había charlado. Manuel de igual manera tenia algo planeado.

El día estaba soleado y despejado, el cielo estaba mas que celeste. Los jóvenes habían organizado juntarse, Manuel pasaría por el menor ya que lo llevaría a un lugar especial.

Los dos chicos se conocían mucho, se juntaban a hablar de su pasado y de las cosas que lo habían marcado para saber mucho mas del otro, pero había una cosa que Manuel nunca había contado ni a Mateo ni a nadie.

Por la tarde llego la hora de ir por Mateo así que el mayor condujo hasta su casa.

- Hola Manu.- dijo Mateo entrando en el asiento de acompañante y dándole un suave beso en los labios a el castaño.

- Hola lindo.- dijo Manuel acariciando la cara de su chico.

Luego de miradas llenas de amor, algunas caricias e inocentes besos, el momento de partir llegaba.

- ¿A donde vamos a ir Manu?- preguntaba curioso el menor.

- Es una sorpresa.

El viaje hasta el lugar se baso en risas y conversaciones triviales.
Hasta que por fin luego de unos quince o tal vez veinte minutos llegaron. El lugar era una especie de parque abandonado, no había nadie por la zona.
Manuel agarro la mano de el morocho y lo guió a través de unas plantas, atrás de eso había una laguna y en el pasto algunas flores, pájaros y algunos patos por doquier, y por ultimo una especie de colectivo abandonado y oxidado.

Mateo veía todo curioso y expectante, los lugares así le hacían mucha ilusión y sentía que eso era especial para su Manu.

- Es muy lindo Manu, me gusta mucho.- hablo mientras le daba un apretón en sus manos entrelazadas y mirándolo a sus preciosos ojos.

- Si es lindo, y especial.- dio un suspiro de nostalgia.- Teo hay algo que quiero contarte.

- Manu sabes que podes contarme lo que quieras, yo nunca te juzgaría.- dijo el de rulos al ver los nervios e inseguridad de el mayor.

- Si, lo se.- soltó un ultimo suspiro antes de empezar con su historia.- Cuando yo era chico vivi por unos años en Buenos Aires, mas especialmente en este barrio, mi papá siempre viajo por trabajo y como tenia para tiempo decidió que seria mejor quedarnos por un tiempo. Aunque en esa época no era tan peligroso mi mama igual no me dejaba salir solo, yo tenia solo once casi doce años. Mi mama se hizo amiga de una señora que vivía enfrente de esta casa y esa señora tenia tres hijos, uno de ellos tenia catorce años y mi mama me mando a jugar con él.- dejo un silencio mientras suspiraba temblorosamente.- Al principio no nos llevábamos bien, el era un poco raro a mi parecer y no sabia de que hablar cuando estábamos juntos. De a poco nos fuimos haciendo amigos y llego un momento que eramos inseparables. El solía estar triste, su mama no le prestaba mucha atención y su papá estaba borracho todo el tiempo y solía pegarle, con uno de sus hermanos se llevaba bien pero el otro estaba en plena pre-adolescencia y todo el tiempo le decía cosas feas a él. En un momento cuando él estaba triste vinimos aca, pasamos por las plantas y encontramos este lugar tranquilo. Veníamos siempre que estaba mal, le hacia compañía, le traía playlists de música nueva, y llego un momento en el que veníamos siempre porque el estaba cada día mas triste. Yo no sabia que mas hacer y el fingía estar bien pero yo lo conocía lo suficiente para saber que no era así, nadie mas que yo se daba cuenta y yo no tenia personas para contarles sobre esto. Era desesperante porque era como un hermano para mi, pero al tiempo llego el momento de volver a casa porque mi papá ya había terminado con su trabajo aca, yo tenia quince para dieciséis años y él casi dieciocho. Le hice jurar que nos íbamos a volver a ver, que cuando estará mal me iba a llamar y que no iba a ser nada estúpido porque yo lo quería mucho. Los findes yo me escapaba de casa y decía que iba a lo de un amigo y en realidad venia aca, nos juntabamos hasta el lunes que yo volvía. Un día no pude venir y mi celular se había roto, le envíe desde el celular de un amigo pero nunca le llegue, y al otro finde semana él no me estaba esperando en la vereda, en su lugar estaba su hermano llorando y adentro su mamá y papá discutían, pensé que tal vez lloraba por la discusión pero cuando me miro a los ojos supe que no era eso. No nos conocíamos pero los dos sabíamos que siempre habíamos sido los únicos que estábamos para él, entonces no era necesario decir nada y nos abrazamos, lloramos y entonces me di cuenta que yo ni había estado para él en sus últimos momentos. Me culpe toda mi vida, me enoje con el por haber roto nuestra promesa, me enoje conmigo por haber roto mi promesa de contestar siempre.
Yo no tenia a nadie, en mi vida solo lo habia tenido a él. Sos la primer y única persona a la que le conté esto, ni tiempo después cuando conocí a Daniel se lo conté porque siento que es muy intimo y nunca tuve esa confianza con nadie.

ᴘᴀʀᴀ ꜱɪᴇᴍᴘʀᴇ {ᴛʀᴜᴇᴘʟɪᴋ}Where stories live. Discover now