ᴘᴀʀᴀ ꜱɪᴇᴍᴘʀᴇ {ᴛʀᴜᴇᴘʟɪᴋ}

ʟᴀ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ

1987
Vernazza, italia.

Nuevamente, el joven español de 5 años, hijo de 2 famosos empresarios, Viajaba a italia, a visitar a su abuela, por temas de trabajos los padres se lo habían encargado, todas sus vacaciones las pasaría allí.

Alessandro era un joven de pelo castaño y ojos miel, labios gorditos y nariz pequeña.

Al joven Alessandro no le molestaba para nada, amaba a su abuela y a su comida exquisita. Ademas era un niño y los únicos que jugaban con el eran su abuela Beata y su abuelo Carlo.

[...]

Sus abuelos los recibieron con los brazos abiertos, llenandolo de besos y abrazos.

El menor se quedo mirando sorprendido la cantidad de cajas que se encontraban en la casa de al lado, su abuela al notarlo le informo que había nuevos vecinos. Y con un especial entusiasmo informo que parecía haber un niño en la casa de los nuevos vecinos.

Beata: Ale, me contó un pajarito que los nuevos vecinos tienen un hijo y tiene tu misma edad! - exclamo

Alessandro: que bien abu, ya lo quiero conocer!- exclamó con una sonrisa.

Por donde vivía su abuela pocos amigos había conseguido, solía concentrarse la gente de edad mayor, si bien a veces solía acompañar a su abuela a lo de Ermine, una vieja amiga de Beata, no se comparaba a jugar con un chico de su edad.
Igual solía pasarlo bien en lo de Ermine, tomaban el té y hablaban de muchos temas, el menor casi no los comprendía pero se entretenía. Jugaba con su perro y cuando se aburría iba con Carlo.

Solían ir al mar de liguria, que les quedaba muy cerca, mientras el menor jugaba, los abuelos disfrutaban el paisaje.

[...]

Al llegar sus papas bajaron sus mochilas y los saludaron, a decir verdad eran poco demostrativos con el menor, siempre estaban ocupados en cosas del trabajo.

Ingresaron a la casa y luego de una exquisita cena de Beata, el menor quiso ayudar a lavar los platos.

Tiempo después se dirigieron a lo de Ermine.

Ermine: ¿escuchaste hablar de los nuevos vecino?- pregunto curiosa a Beata.

Alessandro: la abuelita dice que tienen un hijo, tal vez pueda jugar con el ermi!- dijo entrometiendose en la conversación con una notoria alegría, cosa que le causo ternura a las dos señoras.