Volver a trabajar

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Dante solo se quedó callado, aunque sabía que eso significaba volver a reunirse con Toby y Slender.

Investigar pistas confusas, homúnculos y un plan que no quería entender.

Al llegar al pueblo, fue fácil ver a Argenta, protegiendo las cervezas mientras disparaba como un vaquero a las criaturas que se intentaban acercar a la tienda. Parecía una combinación de un vaquero y un mono.

—Jeff, ve y que no se aburra solo —dijo Jane encendiendo un cigarrillo.

—¡Eh, Dante! —exclamó Jeff al ver que Dante se bajaba de la camioneta sin avisar —¿Adónde crees que vas?

—¿Dónde más crees que iré? — contestó bastante seco — Por mi hija.

Y sin mediar palabra se fue corriendo al instituto del pueblo, el único lugar donde salía donde no hay olor alguno.

—Acompáñalo, Jane. Con Argenta tenemos mucha ventaja.

Ambos salieron corriendo a acompañar a sus respectivos compañeros. Jane casi no le puede seguir el paso Dante, pero al final llegaron a ese instituto.

—Hemos llamado mucho la atención de las criaturas — dijo Jane viendo como un montón de ellas los rodeaban.

—Esa era la idea —contestó sacando a Fathom —. Esto me trae recuerdos a la serrería.

—Pero no vayas a destruir la escuela entonces.

No tardaron ni cinco minutos en acabar con todos los que estaban afuera de la entrada. Al entrar, acabaron con un par y se separaron para encontrarla más fácilmente, abriendo las puertas, una a una, esperando que Ekaterina no hubiera puesto runas trampa para protegerse.

Dante sabía que, desde que ella heredo el dominio del aire de su abuelo, su poderes y habilidades eran claramente peligrosas. Una vez, casi pierde el brazo, de nuevo, por una runa trampa.

Casi al final del pasillo del segundo piso, se encontró la biblioteca y la escalera a la azotea tapiadas por varias sillas. Al momento, supo que hacer... Cogió carrerilla, aceleró a todo lo que dieron sus piernas y, puso un pie en la pared y saltó por la ventana y, haciendo uso de su habilidad de fuego, se elevó hasta la azotea. Allí la encontró junto un par de chicos y una amiga. Los cuatro desnudos.

—Buena tula, bro —dijo para romper el ambiente —. Si te mete eso, perderás la única protección que tenías — le dijo a su hija mientras encendía un cigarrillo.

—¡¿Papá?!

—Dejas a unos cuantos como carnada, pero no creo que subir a una azotea a follar sea un plan muy bueno. Tienen tres minutos para vestirse que tenemos que evacuar este lugar.

Dante vio como esos chicos le intentaron dar con un bate. Fue fácil esquivarlos, después de los muchos que derroto afuera, estaba de nuevo con los engranajes bien aceitados. Los esquivó como si se tratara de esquivar las bolas de nieve de un niño de cuatro años y rompe los bates, simplemente dejándose golpear una vez por ellos cuando ya harto de esquivarlos.

—¡Vamos! Los quiero vestidos, tienes dos minutos.

Al final, fue Ekaterina la que insistió en que le hicieran caso. Cuando ya estaban listo, Dante llamó a Jane para que sacara a todos los estudiante sanos y salvos, después despejó las escaleras de obstáculos y los puso a todos listos para salir.

—Ustedes cuatro se van a quedar cerca de mí —les dijo separándolos del grupo —. Y después, tendrás una charla muy larga con tu madre... Asegúrate de cuidar de tus amiguitos.

Jane estaba utilizando su habilidad de generar unas clones para poder controlar mejor a la multitud. Dante se encargaba de estar atento al perímetro después de que su hija dejara de ocultar el olor a su alrededor. En un momento dado se le hizo palpable un hedor bastante particular. Algo parecido baldosas de porcelana y pintura de arsénico.

—Jane, hay una reina cerca.

—Esto no pudo haber sido producto una reina.

—A no ser... Imposible.

—¿A no ser que, pá'? — dijo Ekaterina metiéndose en la conversación — ¿Y que son la reinas?

—Las reinas son criaturas capaces de crear criaturas de primera generación. Y son las únicas que pueden determinar que las ventajas genéticas de sus castas al crearlas.

—El problema es que hay ciertas reinas que crean criaturas parasitarias —añadió Jane —, pero, tu padre y nuestro grupo las eliminamos todas las reinas hace veinte años.

—¡Mole! —exclamó una de las clones de Jane señalando a una criatura parecida a la que Alex hizo explotar.

—¡Hay más! —exclamó otra de las clones señalado al lado contrario, donde venían dos más.

—Ya sabes cuáles son tus ordenes —dijo Dante señalando duramente a su hija.

—Sí, señor —contestó ella.

Dante se dirigió donde estaban las dos moles, apenas una agarró un auto para lanzarlo a los estudiantes, él acelera a todo lo que puede y le arranca la cabeza de una patada.

—¡Cuatrocientos porcientos! —exclamó lanzando el coche a la mole de al lado —¡Sadalmelik, Fathom!

Tras decir esa frase, sus espadas aparecen y las lanza antes de empezar a caer sobre el solitario. Su hija nunca había visto a su padre más cómodo, era como si estuviera de nuevo en su ambiente como un caballo libre por un prado, se le notaba en los ojos.

El que recibió el golpe con el coche, se volvió a levantar sin esperarse que Dante usaría su técnica del proyectil runa-ígnea para hacerlo arder, por poco tiempo, pues se lo apagó de dos puñetazos y una patada.

La mole solitaria se logró quitar las espadas como si fueran un par de astillas incomodas e inmediatamente les lanzo una furgoneta al grupito de Ekaterina, ella la logra detener a tiempo con una burbuja de aire. Ella estaba sorprendida de cómo se veía su padre al pelear, nunca lo había visto haciéndolo seriamente. Sin darse cuenta, Dante había aparecido frente a ella y devolvió el vehículo al remitente con una runa explosiva de regalo.

Jane volvió informando que el pueblo había quedado limpio de cualquier enemigo, aparte, habían llamado a Sally, Nina y Ben para un proceso de desparasitación del lugar.

Abriendo puertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora