𝐬𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐢𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐢𝐫 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫
Parece que los hermanos Potter lo único que hacen es atraer problemas, este año no se queda atrás.
El año anterior conocieron mas de su pasado, en este, enfrentaran un peligro un...
Las dos semanas siguientes pasaron sin grandes acontecimientos, con Draco nos seguíamos escabullendo por las noches para ir al salón de pociones. Ya habíamos logrado un poco de avance con el tema de la legemerancia, gracias a dios. Pero con lo que no avanzábamos era con nosotros mismo, cuando estábamos solos las cosas fluían con completa naturaleza, pero cuando estábamos con gente todo era incómodo y nuestro contacto era más torpe que nunca.
Por otro lado, las clases con Moody iban a peor, sabíamos que por lejos éramos su clase menos favorita, debido a nuestra "actitud" y negación a quedarnos callados. Para nuestra sorpresa, el profesor Moody anunció que nos echaría la maldición imperius por turno, tanto para mostrarles su poder como para ver si podíamos resistirnos a sus efectos.
—Pero si usted dijo que era ilegal. —Dijo Millicent, al final del salón.
—Dumbledore quiere que os enseñe cómo es —Respondió el profesor fijando el ojo mágico en nuestra compañera mientras movía su varita y apartaba las mesas hacia los costados—. Si alguno de vosotros prefiere aprenderlo del modo más duro, cuando alguien le eche la maldición para controlarlo completamente, por mí de acuerdo. Puede salir del aula.
Señaló la puerta con un dedo nudoso. Todos nos quedamos quietos, la mitad del salón frunció el ceño, y se escucharon un par de murmuros.
—Espere a que mis padres se enteren de esto, por Merlín. —Dijo Draco cruzando los brazos.
—Ridículo, completamente ridículo.
—Esto me parece una tontería.
—Ya me di cuenta que este salón está lleno de protegidos por mami y papi, pero les diré una cosa. —Moody se había puesto firme, y su ojo mágico recorría el salón, mirándonos a todos. —No me interesa que venga una horda de padres enfurecidos, así es como hago yo mi trabajo.
Moody empezó a llamar por señas a los alumnos y a echarles la maldición imperius. Pude ver cómo todos mis compañeros hacían las cosas más extrañas bajo su influencia:
Pansy se puso a imitar a un pavo real, Crabbe comenzó a cantar el himno nacional mientras caminaba por las mesas, Daphne se puso a saltar y realizar movimientos gimnásticos asombros. Ninguno oponía nada de resistencia, y parecían marionetas, como que alguien manejaba sus hilos.
—Potter —gruñó Moody—, ahora te toca a ti.
Insegura y con ganas de quejarme me acerque hasta el centro del aula. Más le valía a ese viejo que no se me ensuciara mi ropa, porque ahí si que me iba a enojar. Moody levanto su varita en mi dirección, me apunto y dijo:
