Viejas heridas abiertas

12 1 1
                                    

-Eres consciente de  cuánto cuesta una Magnus ¿no?- preguntó atónito Phyl

-Sí, pero él dinero no importa- dije encogiéndome de hombros llevaba ahorrando hace bastante tiempo, podría usar alguno para comprármela

- Claro que no importa si a los Jenkyns son unos hijos de su madre, llenos de dinero- pude escuchar como Marcos susurraba, apreté él volante con fuerza, y miré hacia adelante acelerando más si fuera posible

-Repítelo- dije con voz calmada

-  Los Jenkyns son unos hijos de su madre, llenos de dinero…- quiso seguir pero frene de golpe y mi querido cinturón de seguridad me salvo la vida, al igual que Phyl y lamentablemente a Marcos.

-Hazme acordar que nunca vuelva a dejarte conducir de nuevo- dijo Phyl sin aire

-No vuelvas a insultar a mi familia, sabes lo peligroso que es, puedes estar muerto mañana mismo si mi padre se llega a enterar que nos insultaste es decir es como traicionar a la familia y la traición es un pecado que se paga con la muerte- pude ver como palidecía y tragaba al escucharme ya que lo había dicho con mi tono de voz más amenazante.- pero agradece que yo no soy mi padre y te la voy dejar pasar- pude ver como su cara volvía a tomar color – pero no quiero volverte escuchar decir cosas esas cosas sobre mi familia y especialmente de mí que no soy como ellos. Y para tu información no pensaba pedirle dinero a mi padre, yo tengo dinero ahorrado que yo misma gane, con mi esfuerzo, así que no metas a todos en la misma bolsa ¿quieres?- le dije lo último en mi tono más amenazante posible, él asintió, suspiré frustrada y volví a manejar.

-Bajen- dije cuando llegamos a mi escuela

Ellos lo hicieron rápidamente, bajéel vidrio para poder hablar con Phyl

-Mañana nos vemos en la escuela, acuérdense no puede seguirme- dije ya cansada de todo lo sucedido, luego de la discusión con Marcos el auto se puso en un silencio sepulcral y lleno de tensión.

-Sí, pero una cosa más, ¿en qué clases estas?- pegunto Phyl serio

-¿por qué preguntas?- pregunté extrañada

-Porque tendremos que compartirlas contigo- dijo tranquilamente, lo miré incrédula, cerré él vidrio del auto y arranque, llame a él celular de mi padre.

-Me estas llamando mucho últimamente…- no lo deje terminar, y me aclaré la garganta

-¡COMO QUE VOY A TENER A DOS CHICOS SIGUEINDOME EN LA ESCUELA ES QUE ACASO TE HAS VUELTO LOCO!- le grité a todo pulmón enojada, estaba bien la calle es peligrosa pero la escuela por favor era ridículo- ¡¿QUE TE FUMASTE PARA HACER ALGO ASÍ RANDY?!

-¡PRIMERO QUE NADA A MÍ NO ME HABLAS A SÍ SOY TÚ…!- gritó del otro lado del auricular

-¡NO SE TE OCURRA ACABAR ESA FRASE PORQUE NO TIENES EL DERECHO PARA HACERLO DESPUES DE TODO LO QUE ME HICISTE!- Le grité, dejando que mi furia se mesclara con la tristeza del pasado- NO ERES MI PADRE Y NUNCA LO SERAS ¿ME ENTENDISTÉ? NO MERECES ESE TITULO.- le corte enojada y al borde de las lágrimas, maldijehacía más de 5 años que no lloraba ¿por qué tendría que volver a hacerlo ahora?

No quería volver a casa, miré por él espejo retrovisor para encontrarme con Phyl y Marcos que me seguían,  aceleré y me pase un semáforo en rojo, sin importarme nada estaba destrozada no podía pensar en nada, solo quería soledad y sabíadónde encontrarla.

Cuando llegue a mi destino ya era de noche, le había enviado un msj a Wendy avisándole donde estaba y que cuidara a Sara, luego apague él teléfono y me senté en mi árbol, escondiendo la cabeza en mis rodillas, tratando de no llorar, esté árbol me traía tantos recuerdos, en él fue la última vez que vi a Jahuel.

El Paraíso de FayraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora