Un rencuentro inolvidable

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-¿Jahu- Jahuel?-  preguntétartamudeando

-Quien más sino, no se supone que un trol verde te tuvo que haberte comido- dijo sonriendo mostrando una casi perfecta hilera de dietes blancos, aún tenía un diente partido en la punta pero era muy poco visible.

-Yo…- me aclaré, la garganta ¿qué me sucedía?, nunca tartamudeaba y ya era la segunda vez en un día- yo no rompí la promesa vez aquí estoy – le dije con los brazos cruzados.

-Pero no viniste precisamente a verme  ¿no?- preguntó avanzando un paso, dejándome ver su silueta, la oscuridad de la noche no me permitía más, estaba más alto y su cara ya no era la de un niño podía verse sus facciones más marcadas y sus labios fruncidos esperando mi respuesta su completo rostro  había cambiado,  hasta pude ver como la inocencia de un niño también dejo su rostro, pero lo único que seguía intacto era él brillo de sus ojos que siempre admiré.

-No, no vine solo a verte, pero en mi defensa pensaba hacerlo- dije tratando de concentrarme en la conversación y no en que tenía a mi mejor amigo de mi niñez frente mío y no podía tirarme a sus brazos para abrazarlo.

-¿Y cuando era exactamente iba a ser eso Fayra? – dijo dando un paso más cerca de mí,  dándome cuenta de lo mucho que había crecido me sacaba media cabeza más o menos,  lleve mi cabeza hacia atrás para poder verlo mejor

-No… lo sé, supongo que pronto- dije distraída por su repentina cercanía, él volvió a sonreír

-Es raro verte dudar, de chica nunca lo hacías- dijo sonriendo de lado- ¿acaso te pongo nerviosa?- dijo sonriéndome pícaramente

-¿Yo nerviosa?, me conoces bastante para saber que nunca estoy nerviosa y menos por ti- dije a la defensiva, pero él se quedó callado, no me respondió, di un paso hacia atrás para poder ver mejor su cara y miraba hacia la nada

-Sabes, hubo un momento cuando te fuiste que pensé que nunca exististe- me miró y noto la mueca que había hecho, eso me había dolido- en el sentido de que te fuiste Fayra, ¡simplemente te fuiste!, me dejaste con las esperanza de que pronto ibas a volver, pero no lo hiciste, ni me llevaste contigo,  con la simple excusa de que ¡querías protegerme de la oscuridad!- gritó enojado alejándose de mí y golpeando él árbol.

Nunca me había gritado, ni lo había visto enojado conmigo, siempre fue muy bueno conmigo pero ahora me lo merecía, no tuve que haberlo dejado pero no podía quedarme, no podía soportar más a mi padre, su vida nada más sentía que si no actuaba rápido iba explotar, lo que él no sabe fue que la decisión de irme fue difícil de tomar para mí, no me importaba tanto mis familiares tanto como me importaba él. Me dolió en él alma cuando me dijo que me amaba, estuve apunto de quedarme, pero las palabras de mi padre resonaron en mi cabeza ese día

-El amor no existe, hija es solo una completa mierda, sufres todos los malditos días de tu vida tratando de encontrarlo, para que luego alguien te lo arrebate de esa forma tan rápida, sin poder decir adiós, sin poder decirle te amo una vez más-  me sujeto de los hombros-  no te enamores hija es lo más doloroso del mundo y te deja sin nada en alma más que con dolor, recuerda repítelo como un matra “él amor no existe, solo es simple atracción” porque si llegas a caer en él no habrá nada de que te pueda salvar del gran dolor en corazón que vas a sentir y que se va a quedar gravado en tu corazón.- luego de eso me soltó y se fue a su habitación, dejándome parada sin poder moverme de mi lugar y por primera vez haciéndole caso a mi padre, nunca me voy a enamorar.

Recordar esa conversación con mi padre, hizo que me centrara más en lo que estaba sucediendo, Jahuel estaba sentado en él árbol mirando hacia la nada y sus nudillos brillaban se había lastimado, me acorde del botiquín que llevaba en la cajuela del auto.

El Paraíso de FayraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora