¿¡Donde te habías metido!?

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Cuando John dijo que era lejos, no mentía hacía más de 6 horas que seguía conduciendo, gracias a Dios que acepté que me llevara. Pero misteriosamente no me pareció mucho tiempo, John había bajado la velocidad un poco para que pudiéramos conversar y eso hicimos, hablamos de estupideces y nos reíamos cuando tragamos un bicho, pero como siempre yo era la que mayor se tragó, nunca pensé que una mosca podría saber tan mal.

-Voy a detenerme necesito cargar nafta- me dijo John luego de un momento de silencio, asentí mientras entrábamos en un pueblo, que debo decir era muy pintoresco, pero ese sentimiento desapareció cuando escuche un disparo en plena luz del día, John se tensó de inmediato, no estaba acostumbrado al parecer

-No te preocupes yo te protejo, no pueden hacerme daño- le dije para tranquilizarlo, aunque le había mentido a lo grande que sea la hija de Randy no quiere decir que sea inmune al contrario, era él blanco y más si no estaba en mi territorio. El asintió nervioso, otro disparo, él tembló al escucharlo y yo solo trataba de averiguar de dónde provenía- ¿es muy necesario cargar nafta?- y como si él cuatri me hubiera escuchado se detuvo, a unos metros de la estación de servicio

-¿eso responde tu pregunta?- respondió con tono burlesco, me bajé rápidamente y empecé empujar el cautri a la estación, cuando llegamos me dispuse a cargar nafta y le pedí a John que pague y compre algunos aperitivos pero rápido; teníamos que ser sigilosos estábamos en territorio desconocido y no creía que iban a ser tomados como amigos, nunca es de esa forma.  

John rápidamente entro a la estación de servicio y empezó  a recoger cosas sin siquiera ver lo que hacía,  mientras que yo rezaba para que él tanque se llene de una vez, el sonido de un timbre me hizo sonreír

-Gracias Dios- dije colgando la manguera

-No celebres tan rápido muñeca- hablo alguien a mis espaldas, maldije- ese no es un vocabulario digno de una señorita- dijo burlándose, lentamente me di vuelta para encontrarme a un hombre de unos 30 o 35 años mirándome con diversión

-Decídete soy una muñeca o una señorita- le dije poniendo mis manos en mi cadera facilitándome él mango de mi arma

-Ambas he decir, y veo que tienes carácter para ser una chiquilla- dijo mirando de arriba abajo deteniendo demasiado tiempo en mis piernas, aproche y saque mi arma

-No soy una chiquilla- le dije mientras le sacaba él seguro a mi arma él hombre solo río

-Que tengas un arma, no te hace más grande chiquilla- dijo él hombre acercándose más a mí

-Aléjese- le dije retrocediendo, hasta llegar a al cuatri

-Ser grande es poder disparar un arma sin miedo- dijo mientras quedaba muy cerca de mí, no quería dispararle no podía hacerlo, pero nada me impedía hacerle daño

-Tienes razón no soy grande, soy fuerte- le dije mientras  levante mi rodilla contra su espinilla, él hombre cayó al suelo sujetándose sus partes con lágrimas en sus ojos, dejando tirada su arma la levante y busque con la mirada a John quien estaba parado enfrente mío con expresión de terror- ¡muévete!- le grité él reacciono y avanzo rápidamente hacia mí- dame las llaves, él negó- dame las malditas llaves- me las entrego

Me subí al cuatriciclo y aceleré queriendo salir rápidamente de ese pueblo, pero como lo suponía no íbamos a salir limpios, dos motos comenzaron a seguirnos y estaba comenzado a oscurecer.

Las dos motos nos empujaron muchas veces pero yo logre esquivar muchas posibles muertes,  lo peor de todo fue cuando sacaron sus armas, y ahora comprendía porque la capitana no quería un cuatri, no hay protección.

-¡Conduce!- le grité a John mientras me daba vuelta y soltaba él volante, sobresaltado John lo agarro rápidamente, me sujete de sus caderas con mis piernas y saque ambas armas, apuntando a las llantas de las motocicletas, evitando uno que otro disparo, pero John conducía muy rápido y no podía concentrarme, agreguemos que tenía que agacharme sucesivamente para no morir de un disparo a la cabeza.

El Paraíso de FayraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora