CAPITULO 12. SUEÑO PROFUNDO

824 176 29
                                    

"Esto es lo mejor, esto es lo mejor."

Me lo repetía incansablemente para tranquilizarme y aceptar que ESTO era lo mejor. Llegué a casa, a la casa que también la consideré mía después de pasar un mes aquí. Extrañaría sus flores y los colores vibrantes, extrañaría la luz solar entrar por mi ventana y el cálido aroma del desayuno.

Extrañaría los buenos días de mamá y papá. Los extrañaría.

Porque no puedes pasar varias semanas con unas personas y no generar un poco de cariño por ellos o adaptarte a sus costumbres.
Sin duda recordaría con cariño esta vida.
Entre a la casa y mamá estaba viendo televisión con papá, veían vikingos. Algo muy sangriento para mí gusto pero que ambos disfrutaban ver. Me acerque a ellos y en automático hicieron espacio para que me sentará en medio del sillón. Siempre hacían eso, la mayoría de las noches en que ellos veían tv, yo me ubicaba entre ambos con un bowl de palomitas.
Ninguno emitió palabra.
Terminamos de ver la temporada 4 con ganas de más, pero alguien tenía que trabajar mañana y alguien más... Tenía que despedirse.
¿Puedo hablar con ustedes solo un momento?

Los dos me miraron con curiosidad y yo me congele porque no sabía cómo hacer esto.

—¿Qué pasa hija?

Mamá me tomo la mano y con su pulgar la acariciaba, dándome confianza para hablar.

—¿Es tiempo de que te vayas? —dijo papá

Gire con brusquedad hacia él. ¿Qué... significaba eso?

Su rostro tenía una expresión muy triste, sus ojos parecían detener las lágrimas y su labio inferior temblaba levemente.

—¿De qué hablas pa? —Solo pude decir eso en un susurro.

—Creo que lo hemos sabido siempre, somos tus papás al final de cuentas ¿no?

No respondí.

Papá suspiro fuertemente.

—Creo que eres un regalo. No. Eres un regalo. Debiste haberte ido ese día ¿no? El día del accidente. Sin embargo, te quedaste. Con nosotros. No sabes lo felices que somos. No te fuiste sin despedir. No nos abandonaste.

Mordí mi labio inferior para evitar que las lágrimas caigan. ¿Qué debería decir? ¿Cómo es que ellos podían hablar sobre este tema sin desmoronarse? ¿Cómo es que ellos eran consiente de todo? O al menos de una parte.

—Tu mamá y yo somos muy creyentes lo sabes, oramos tanto porque vivieras. Siempre oramos por ti, cada mañana y noche lo hacemos. Cuando nos enteramos del accidente sabíamos que no sobrevivirías, sobre todo por tu condición. Tu corazón es tan débil y pequeño, que cada día es un milagro para nosotros. Así que, cuando nos dijeron que estabas bien, lloramos de la felicidad.

Mamá continuo:

—Estaba tan triste cuando nos dijeron que no recordabas nada, pero después no importo porque estabas conmigo, con nosotros. Y eso era lo único que importaba.

—Aun así, eso no explica que saben que me...iré. —Mencione.

—Tienes razón. Y es la parte más extraña porque lo soñamos. Tu padre y yo soñamos lo mismo. Nos decías que tenías que irte definitivamente, que te habías quedado con nosotros para no hacernos tan difícil la partida, querías que nos despidiéramos. No querías simplemente irte así por lo que pediste un deseo para quedarte solo un poco más. Y te lo cumplieron. Mi hija es muy buena.

¿Cómo podía decirles lo contrario? Que las cosas no era precisamente así, pero ¿Qué ganaba diciendo otra cosa? Atormentarlos, eso es seguro.

Ese sueño era bastante extraño. Alguien allá arriba tal vez se preocupaba un poco en mi o tal vez se preocupaba de Kira o de estos padres que perdían una hija.

En mi corazón le susurraba "gracias", de lo contrario esto sería peor.

—Gracias por amarme y cuidarme. Gracias.

—Eres nuestra hija, siempre te amaremos. Y en el futuro nos volveremos a encontrar y si es en otra vida, solo pido que seamos tu padres de nuevo. Gracias por no irte sin despedirte de nosotros. 

Listo. Las lágrimas ya caían con fuerza sobre mis mejillas.

Kira tenía unos excelentes padres, espero lo sepa.

Ambos me rodearon en un abrazo que no sé cuánto duro.

Cuando me di cuenta, estaba en mi habitación y mamá y papá me cubrían con la sábana y tocaban mi cabello con dulzura.

Les sonreí con cariño. Y ellos salieron de la habitación.

No podía dormir. Pasaban de las dos de la mañana y el sueño no parecía llegar. Me movía de una lado para otro en la cama, tratando de apaciguar mi mente, de mantener en orden mis pensamientos y tranquilizar mis emociones.

Era en vano.

Me acerque a la ventana que daba vista a la solitaria calle de donde vivía. Ni siquiera los perros parecían despiertos. No había ruido alguno. Una rama de un árbol se movió y de entre las sombras salió algo...o alguien.

Enfoque mi vista para mirarlo mejor, resulto que era la persona mas inesperada, la persona que ni siquiera sabia su nombre y solo lo reconocía como "El sujeto".

Vestía completamente de negro por lo cual llegaba a perderse entre las sombras. No sonreía, pero tampoco tenía una expresión molesta, solo era él. Nos miramos por no se cuanto tiempo hasta que el movió su cabeza en una señal de asentimiento y poco después desapareció entre la oscuridad.

Tenía una sensación extraña que no sabia como describir, lo que si sabia es que estaba bostezando y mis pies me guiaban hacia la cama.

Caí en un sueño profundo inmediatamente y del cual no desperté por mucho tiempo.

.

.

Abrí los ojos.

Los abrí lentamente, la luz era demasiada para adsorber.

Sentía mi cuerpo entumecido, mis manos pesaban y sentía frio en mis pies.

Adapte mis ojos a la luz molesta de la mañana y observe la habitación. Una habitación que no era la mía o que tal vez ya la era.

Sentí mi pulso acelerarse y mis ojos miraban a todos lados de forma ansiosa buscando una señal, una señal de que esto no era un sueño. Atraje mis manos sobre mi estomago y las observé; manos grandes y dedos delgados. Levante la sabana de encima de mi cuerpo, y ahí estaban mis piernas velludas y sin el menor morbo lleve una mano a mi entrepierna y solté un suspiro de agradecimiento.

Todo mi cuerpo estaba en orden.

Era nuevamente un chico.

Era nuevamente Gulf Kanawut.

Había vuelto a renacer. 

RENACER-MEWGULFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora