Tres: Espadas y amarres

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Todos dentro del barco lo miraban como si hubiera deshonrado las tumbas de sus ancestros. Él quería escupirles y maldecirlos en voz alta pero se mantuvo en silencio. Como A-Cheng se esperaba, el capitán no encontró nada en su celda. Pero eso no importaba, su nombre ya había sido manchado.

Un día entero había pasado y nadie le había hablado. Era mejor así, sólo un par de días restaban para llegar a la costa. Tendría que aguantar. Habiendo terminado su tarea, se suponía que tenía que ir a decirle a Su She que había terminado todo y llegó para ver un destello del zafiro. Ese pedazo de mierda lo tenía.

Su sangre hirvió, lo había tenido él, el mismo bastardo que lo había despertado a sacudones y lo había tirado en la recámara del capitán. Había pretendido que no sabía y Jiang Cheng había tenido que desnudarse en frente de Lan XiChen para probar su inocencia.

-¡TÚ, PEDAZO DE MIERDA! -Le maldijo, el trapeador cayendo al piso. Para cuando este golpeó el suelo, Jiang Cheng ya había sacado dos espadas de los hombres más cercanos a él y las había apuntado al cuello de Su She. -¡SÁCALO!

La mirada de la tripulación cayó sobre ellos. La frente de Su She comenzó a brillar por su sudor. Estaba claro que no se lo esperaba. -¡Te vi tocándolo! ¡He dicho que lo saques!

-¿Qué está pasando aquí? -La voz de Lan XiChen no era alta, pero era potente.

-¡Encontré el collar de tu hermano! -Jiang Cheng dijo, mirándolo momentáneamente. -Yo no soy un ladrón, fue este bastardo quien lo robó.

-¿Es esto verdad, Su She? -Zewu-Jun dijo, dando un paso junto a Wanyin, poniendo su mano en su hombro. El pirata se negaba a bajar las armas.

-No, no lo es. -Susurró aterrado.

A-Cheng bufó. -Si te corto la cabeza aún voy a poder retirar el collar de tu cuerpo muerto. Así que entrégalo o no dudaré.

-¡Zewu-Jun! Lo encontré en su celda, lo tenía escondido. -Cambió la narrativa.

-¡¿Cuándo lo encontraste?! -Jiang Cheng preguntó. -Porque ayer el capitán mismo fue a revisar y no lo encontró.

-Ese fue el caso. -Lan XiChen asintió. -Su She, ¿lo robaste tú?

Su She miró hacia abajo, pero levantó su barbilla rápidamente lejos de las espadas que fueron presionadas más cerca de su cuello. Su mano temblorosa sacó el collar.

-Acompañarás a nuestro invitado en la celda junto a él. Devuelve el collar, el dueño del mismo decidirá tu castigo. -XiChen tomó el collar y Jiang Cheng bajó las armas antes de empujar ambos mangos contra el capitán.

-Ahí está la prueba de que no soy ningún ladrón. Has forzado a un hombre inocente a ponerse en vergüenza porque no querías escuchar la verdad. Púdrete, Lan XiChen. -Sus palabras destilaban odio. -Juro a los Dioses de arriba que cuando tenga la oportunidad voy a huir y hacerte pagar por todo lo que me has hecho pasar. Incluso si muero intentándolo. -Se dio vuelta antes de alejarse con pisadas fuerte hacia su celda.

El capitán terminó sin palabras.

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ADVERTENCIA: Hay indicaciones de abuso sexual en esta parte. Si no quieren leerlo salten al final. Dejaré una nota resumiendo lo que pasa.

-Levántate. -Jiang Cheng sintió un baldazo de agua salada ser tirado sobre él. Se despertó de golpe y sobresaltado.

-¿Qué carajo? -Gruñó sentándose.

-Nos dieron una reprimenda y nos castigaron por tu acto de héroe, bastardo asqueroso. -Jiang Cheng sintió cómo lo agarraban del pelo. Habían traído una lámpara de aceite con ellos y el pirata podía ver sus rostros. Dos de ellos eran a los cuales les habían robado sus espadas y el tercero era uno que le había cuidado junto a Su She.

De Pirata a Robacorazones | XichengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora