Diez: El XīnDào (心盗) | El robacorazones

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Wen Chao fue entregado a la Emperatriz. Ella se encargó de que se le castigara como se debía. Lo que quedaba era ir tras de Wen Ruohan. Con la ayuda del primer general de la Emperatriz, Nie Mingjue, fueron a cazar al hombre.

Fue un año duro, Descanso en las Nubes fue dejado en Gusu mientras XiChen usaba caballos para buscar al hombre en tierra firme. Wangji había pedido permiso para descansar, el cual se le permitió rápidamente. Pese a los rumores, ella era una mujer con un corazón benevolente hacia aquellos que no cometían mal. Ella sabía muy bien cuán duro había sido para el Lan menos haber sido azotado por la guerra y cuán serias eran las cicatrices de aquella vez que fue capturado. Cómo el hombre lo había aguantado todo sin quejarse, le permitió la única petición que hizo. XiChen sabía de la razón detrás de ello. Le dijo a Wangji de encontrarse en Yunmeng cerca del mismo tiempo en el que iría a ver al pirata. Él se suponía que se dirigiría al mismo lugar de todas formas, en busca de su propio pirata.

Cuando estaba concentrado en una misión, el tiempo volaba. Mingjue y él tenían una buena relación. y cuando finalmente pudieron atrapar a Wen Ruohan en los alrededores de lo que solía ser su territorio, este le permitió a XiChen irse. Ya estaba llegando tarde por un día, lo que significaba que llegaría aún más tarde a su reunión. Mientras galopaba, la campana de plata tintineaba en su cintura.Era la primera vez que quería maldecirse. Estaba rompiendo su palabra.

Cuando llegó a Yunmeng, el cuarto día ya había terminado. Quería ir a encontrarlo, pero fue inevitable el desmayarse del cansancio ni bien tocó la cama. Para cuando se despertó el sol ya se estaba poniendo. Tuvo que preguntar qué día era. Había dormido más de veinte horas, el quinto sol ya se había escondido. XiChen se bañó para quitarse el sudor asqueroso y comió algo en el camino. Dio zancadas apuradas desde la posada hasta el lugar de su reunión.

Miró alrededor, intentando encontrarlo.

Posicionado contra un árbol, un changsan negro apenas visible bajo las mangas púrpuras de una magua. Su pelo parcialmente atado en alto, un ceño fruncido en su bella cara y un par de baratijas decorando sus trenzas. Con sus brazos cruzados como estaban, XiChen podía notar que había ganado algo de músculo. -Lamento haberte tenido esperando. -Se acercó al hombre, cuyos ojos almendra se abrieron bruscamente, tan claramente molestos como su postura.

-¿Lo lamentas? Lo lamentas, ¿en serio? Tengo un negocio que mantener y aún así aquí estoy, esperando por un hombre que dijo que estaría aquí hace cinco días atrás. ¿Todo lo que tienes que decir es que lo lamentas? ¡Bèn dàn (笨蛋 - huevo estúpido)! ¡Eres un bèn dàn, A-Huan! -Caminó hacia él, su dedo señalando su pecho de forma descortés.

-No sé qué decir. Lo siento, A-Cheng. -Lan Huan no puedo evitar sonreír aún más mientras lo veía molestarse aún más.

-¡Cláramente debes lamentarlo! Y pensar que pasé cinco putos días esperando por ti. Llovió ayer, quedé malditamente empapado por todos lados. ¿Dónde está tu palabra? ¿Qué te llevó tanto tiempo?

-Capturamos a Wen Ruohan apenas hace unos días.

-¿Me estás diciendo que me hiciste esperar por tus deberes?

-Mn.

-Estoy seguro ahora, ninguna mujer se casará contigo. Dejar de lado tu vida sólo por lo que dice la Emperatriz. ¿Qué eres?

-Un general.

-¡Un bèn dàn! Y uno poco confiable sobre todo.

-Lamento hacerte tenido esperando, A-Cheng. -XiChen acarició su mejilla con amor.

-Tendrás que compensármelo.

-¿Con mi vida?

-Mn, Con tu vida.

De Pirata a Robacorazones | XichengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora