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Las miradas se perdieron entre sí. Aquel amor que emanaban esos ojos era lo que jamás imagino conocer en alguien.

Hyun amaba esa mirada dulce y angelical pero sobre todo amaba esos  hermosos hoyuelos que aparecían cada que su bello Ángel sonreía. Lo amaba con todo su ser, tanto que realmente estaba dispuesto a dar su vida por él. Puesto que no se imaginaba una vida sin Saeng a su lado.

—¡Te amo y no sabes cuánto!— dijo con su mirada puesta en la suya.

Saeng solo asintió ante lo dicho y lo beso con dulzura. Él Sabía que lo amaba sus ojos no mentían en absoluto.

Hyun le correspondió el beso. Buscando con eso una distracción para que él pudiera prepararlo antes de hacerlo suyo. Y sin más sus dedos llegaron a esa zona, rozo sus dedos en su entrada y sin romper el beso, metió un dedo en su interior lentamente para que no doliera. Pero Saeng no evito soltar un gemido de dolor que hizo a Hyun parar el beso y mirarlo con preocupación.

—¡Lo siento! —susurro en sus labios. —Tal vez debería parar!— expresó en voz baja al ver la carita de su ángel, la cual demostraba incomodidad y sufrimiento.

Saeng negó rápidamente. —No… solo quiero que seas tú quien entre en mí. No necesito que me prepares.— habló con la mirada puesta en su fornido cuerpo. Sabía que era una locura pero, algo en su interior le decía que  fuera así.

Hyun se quedó estático al escuchar a su Ángel hacer ese pedido. Sabía que hacerlo de esa forma podría lastimarlo y eso era lo que menos quería hacer. —No puedo Saengie. Si lo hago puedo lastimarte y eso jamás me lo perdonaría.— lo miro sacando su dedo lentamente de su interior.

—Si puedes…solo hazlo lento. ¡Por favor!— alentó con un lindo puchero en sus labios.

Hyun quería morir en ese instante. Jamás creyó que su Ángel fuera tan tierno hasta en la intimidad. —Promete que si hay dolor, me detendrás sin más.— exigió soltando un suspiro de preocupación.

Saeng asintió y abrió más sus piernas para que Hyun pudiera acomodarse y llevará acabo aquel acto de amor, el cual sellaría su unión para siempre. Vio como Hyun agarró la botellita de lubricante y vertía un poco en sus dedos para luego llevarlos a su entrepierna. Estaba nervioso, no podía evitarlo pero sabía que había llegado el momento. Por fin iba a pertenecerle.

Hyun se acomodo y se alineó en la entrada de su ángel. Respiró profundamente y comenzó a empujar lentamente, debía hacerlo despacio y con calma para no lastimarlo. Y mientras entraba su mirada buscó la de su ángel, quien lo miraba con tranquilidad y amor desbordante. Ante esa mirada sucumbió a su deseo y sin pensarlo entró de una, haciendo que ambos tocarán el cielo y el infierno al mismo tiempo.

Una escena que personificaba el pasado, sentimientos sucumbiendo al deseo y placer. Un acto que no debió ser y fue, la única diferencia era que aquí Hyun era un simple mortal, no un ángel caído.

—¡Libérame, por favor!— pidió con voz ronca y llena de urgencia.

Oír su voz hizo qué mirara a su bello Ángel, pues esa voz no era de él. Cuando lo miro no pudo creer lo que veía. Su Ángel tenía los ojos azules como el zafiro y sus manos se aferraban a la sabana.

—No pares… solo  liberame y llévame a los límites donde pueda sentir tu corazón.— su voz fue la misma que el conocía de un momento a otro.

El sabía que el aire que ese bello Ángel debajo de él respiraba, era el mismo que el suyo. Necesitaba terminar lo que había empezado con ese ser celestial. Se acercó y se fundió en un beso cálido y lleno de amor. Se movió lentamente demostrando que él era lo más importante en su vida.

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