CAPÍTULO 5

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—Llevamos esperando mucho tiempo. —Alcé la mirada al escuchar la voz de tía Victoria que se encontraba sentada frente a mi. Su ceño estaba ligeramente fruncido marcando algunas arrugas en el contorno de sus ojos mientras hablaba impaciente—. Siempre tiene que ser tan irresponsable esa niña. No cuesta nada ser puntual.

Noté como una mueca se formó en sus labios con desagrado.

Nos encontrábamos Victoria y yo, en un restaurante demasiado elegante para mi gusto en espera de Eleanor.

Llevábamos sentadas en el mismo lugar aproximadamente más de una hora en espera de su llegada.

El señor encargado de tomar nuestro menú ya había aparecido tres veces preguntando en qué momento ordenaríamos. Sin embargo, Victoria insistía en esperar a su hija; cuando el sujeto tenía la intención de acercarse y pedir la orden, Victoria lo despachaba con una miradita que detenía al hombre en lugar donde se encontraba. Lamentablemente para el tipo, para tía Victoria y para mí, Eleanor no daba señales de querer aparecer.

Yo había comido un sándwich de jamón antes de encontrarme con Victoria, así que no estaba muy hambrienta que digamos.

—Seguro anda perdiendo el tiempo con su novio defectuoso. Oh, cuanto me desagrada ese chico —Mi tía sacudió su mano en aparente desdén.

Mark, por supuesto. Hablaba de Mark, ¿quién más?

Podría hacer una lista muy larga que enumerara las razones por las que tía Vitoria odiara tanto al tipo.

Digamos que a ella no le agradaba que un chico como Mark estuviera con su hija que era toda una princesita. Ella buscaba algo mejor, un tipo educado y refinado tal vez, alguien que complaciera los caprichos de su hijita y lamiera sus pies como un perrito faldero.

Vaya expectativa que tenía Victoria, eh.

La mujer consentía tanto a Eleanor, que ella buscaba a alguien que lo hiciera cuando no estaba cerca de la chica.

Mark podría ser un tipo atractivo que asemejara tanto a un Príncipe de Disney, incluso podría tener dinero y ser todo un joven refinado y educado, pero Victoria no era eso lo que buscaba para su única hija, ella solo quería a alguien que complaciera tanto a su primogénita como fuera posible. Y Mark, era todo lo contrario a sus estándares.

Para empezar, el tipo era todo menos educado; se la pasaba solo en la calle absorbiendo los malos hábitos que allí se hallaban, no tenía el mejor carácter, no era amable, tampoco refinado ya que no contaba con gracia aparente; era como un sofá en medio de un campo de golf. Tampoco era sociable y no contaba con carisma, y lo más lamentable para Victoria, él no cumpliría los caprichos de Eleanor, al primer intento de amenaza de mi prima la dejaría votada.

Además, él tampoco contaba con una familia ejemplar al parecer, ya que según lo que sabía, el chico había crecido en un hogar con un padre que pasaba consumiendo alcohol y una madre que se la vivía a riendas de lo que su marido hiciera, cuidándolo en todo momento y olvidando a sus hijos por completo.

Una vez escuché salir de los labios de uno de los amigos de Eleanor, que Mark había escapado de su casa antes que cumpliera los dieciocho años, abandonado a su familia y empezando a  vivir con sus amigos de la calle.

Sí, su historia era muy difícil y desafortunada. Pero sigo creyendo que ése era motivo suficiente para cambiar el rumbo de las cosas.

«Se pierde el que quiere, solo el que de verdad cree que hay más, busca y encuentra.»

Desafortunadamente el chico seguía frecuentando las calles, haciendo amistades que no lo llevarían a nada bueno. Pero, ¿quién soy yo para señalar con el dedo? Es mejor enfocarme en mi rompecabezas, ya que al parecer le hacen falta muchas piezas.

El Latido de mi Vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora