Izu y yo nos dirigíamos en silencio hacia la clase de Biología. Pasamos por delante de Tsuyu Asui, que se había quedado rezagada discutiendo un trabajo con un chico de su clase de Trigonometría. Analicé sus pensamientos por encima, esperando sentirme decepcionado una vez más, pero me vi sorprendido por su tono melancólico.
Ah, así que sí que había algo que Tsuyu quería.
Desgraciadamente, no era algo que yo pudiera regalarle.
Sentí un consuelo extraño durante un breve momento mientras oí los fútiles anhelos de Tsuyu. Me atravesó una sensación de afinidad, y, en ese segundo, estuve en consonancia con la amable humana.
Fue extrañamente reconfortante saber que no era el único ser que estaba viviendo una trágica historia de amor. El desamor estaba en todas partes.
Inmediatamente después, me invadió una ira repentina. Porque la historia de Tsuyu no tenía por qué ser trágica. Ella era humana, y él era humano, y esos obstáculos insalvables de su mente eran totalmente ridículos comparados con los míos. No tenía motivos para tener el corazón roto. Qué congoja tan desperdiciada. ¿Por qué esta historia no debería tener un final feliz?Quería hacerle un regalo... Pues bien, le daría lo que quería. Conociendo como conocía la naturaleza humana, probablemente ni siquiera me resultaría difícil. Examiné los pensamientos del chico que estaba a su lado, el objeto de sus deseos, y no parecía reacio. Estaba simple y llanamente bloqueado por las mismas razones que ella.
Lo único que tenía que hacer yo era sembrar la idea en sus cabezas.
El plan se elaboró fácilmente; la historia se escribía sola sin ningún esfuerzo por mi parte. Necesitaría la ayuda de Eijiro..., solo que conseguir que me ayudara con esto sería lo único realmente difícil. La naturaleza humana era mucho más fácil de manipular que la naturaleza inmortal.
Me complació mi solución, el regalo que le haría a Tsuyu. Fue una agradable manera de no pensar en mis propios problemas. Ojalá los míos se arreglaran con tanta facilidad.
El humor me cambió ligeramente a mejor en cuanto Izu y yo ocupamos nuestros sitios. Quizá debería ser más positivo. Quizá había alguna solución para nosotros que se me escapaba, del mismo modo en el que a Tsuyu le había resultado invisible la suya, tan obvia. No era muy probable..., pero ¿por qué desperdiciar el tiempo con la desesperanza? No había tiempo que perder cuando estaba con Izu. Cada segundo contaba.
El señor Banner entró arrastrando un reproductor de vídeo y una tele un tanto arcaicos. Se iba a saltar toda una sección en la que no estaba muy interesado que digamos —las enfermedades genéticas— poniéndonos una película los tres días siguientes. El aceite de la vida no era una obra alegre, pero eso no impidió que los alumnos estuviesen encantados. No había que tomar apuntes ni habría examen. Los humanos se regocijaron.
A mí nada de eso me importaba, de todas formas. No había planeado prestarle atención a nada que no fuese Izuku.
Hoy no alejé mi silla de la suya para poder respirar. Al contrario, me senté cerca de el, como lo haría cualquier humano. Más cerca de lo que nos sentábamos en mi coche, lo suficientemente cerca como para que el lado izquierdo de mi cuerpo se sintiese envuelto por el calor de su piel. Sentía unas pequeñas llamas aparecer entre mis dedos, señal de que mi cuerpo reaccionaba a su compañero.
Era una sensación extraña, agradable y ansiosa a la vez, pero prefería estar así a sentarme al otro lado de la mesa. Era más de a lo que yo estaba acostumbrado y, aun así, me di cuenta rápidamente de que no me bastaba. No estaba satisfecho. Estar tan cerca de el solo me hacía desear estar más cerca todavía. Nunca estaría satisfecho, siempre querría más de el.
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Sol de Media Noche
Teen FictionUn vampiro de casi un siglo perdido entre la rutina a la que no puede llamar vida, un chico que siempre sintió que no encajaba en su mundo, un verde entre rojos, un aroma demasiado dulce y sentimientos nuevos. ¿Qué podría salir mal?