Caminar en la noche (Libro 05)

Verdaderos colores

Aragorn solo tardó un momento en decidir que, si alguna vez había visto una habitación más oscura o deprimente, ciertamente no podía recordar cuándo había sido eso. Las paredes y el suelo eran del mismo tipo de piedra gris oscura que ya habían visto en los pasillos y en las murallas, y si es que había una ventana en algún lugar de esta habitación, él no podía verla.

Un escalofrío lo recorrió, solo sumándose al miedo y la preocupación ya presentes en su corazón. Nunca entendería cómo alguien podría construir una habitación sin siquiera una pequeña ventana. El resto de la estancia tampoco era mucho más brillante o alegre — pensó sombríamente un segundo después, una vez que sus ojos se acostumbraron a la penumbra. Algunas paredes estaban cubiertas con cortinas gris oscuro para proteger el interior del frío del invierno, y las antorchas pendían en soportes de hierro forjado, proyectando una luz parpadeante y tétrica sobre las superficies oscuras.

El único mueble parecía ser una gran silla con forma de trono que se encontraba al otro lado de la habitación en un pequeño podio. Estaba magistralmente elaborada y hubiera sido hermosa si no hubiera estado hecho de una madera tan oscura y retorcida que solo hacía que la silla pareciera tan oscura como el resto de la habitación.

Junto con los guardias que una vez más los empujaban hacia adelante, había varios soldados más con uniformes gris y negro; pero aparte de eso, la habitación parecía sin vida. De hecho, estaba vacía, excepto por un hombre cuyo rostro era tan lúgubre como la decoración de la habitación, y que por lo tanto tenía que ser el señor de este lugar, lo cual era lógico ya que también estaba sentado en la silla con forma de trono — concluyó Aragorn mientras su creciente pánico era reemplazado por una inaudita calma. Lo último que necesitaba ahora era perder la cabeza debido al pánico y el miedo.

Cendan y Teonvan se habían inclinado antes de entrar por completo en la habitación y ahora se habían enderezado nuevamente, arrastrándolos a él y a Legolas hacia adelante hasta que estuvieron a solo unos metros del podio. Teonvan una vez más inclinó la cabeza con respeto antes de girarse ligeramente hacia el elfo cuyo brazo todavía estaba agarrando.

"Inclínense ante Lord Girion" - siseó a los amigos, con un brillo inusual y asustadizo en sus ojos.

Legolas y Aragorn ni siquiera tuvieron que intercambiar una mirada, simplemente miraron al hombre de cabello castaño con una expresión de tal incredulidad en sus rostros que cualquiera hubiera pensado que Teonvan les había pedido que subieran a la torre más alta y volaran alrededor de ella. Teonvan no les sonrió cuando quedó claro que ninguno de los dos tenía la intención de agraciar esa orden con una respuesta.

Con un breve asentimiento en dirección a Cendan, ambos prisioneros se estrellaron contra el suelo debido a una patada en la parte posterior de las rodillas, y los cuatro guardias rápidamente se adelantaron para mantenerlos allí mientras Teonvan y el teniente de cabello oscuro avanzaban, una vez más inclinándose levemente ante el hombre sentado en la gran silla.

"Su prisionero, mi señor" - dijo Teonvan servilmente, manteniendo los ojos fijos en el suelo.

"No sé ustedes, pero yo veo dos" - replicó el señor de cabello oscuro con frialdad mientras sus ojos fríos vagaban desde el rostro magullado y sin emociones del elfo hasta el rostro igualmente magullado y sin emociones del joven.

"El montaraz fue capturado cuando trató de liberar al prisionero, mi señor. No tuvimos más remedio que ..."

"Lo sé" - Girion interrumpió al hombre con frialdad - "De hecho, hablé con el mensajero que enviaste, Teonvan"

"Por supuesto, mi señor" - murmuró Teonvan en voz baja, lanzándole a Cendan, quien estaba de pie junto a él, una mirada oscura que el otro hombre o no notó o ignoró. Solo Cendan enviaría a un mensajero que no solo informaría a su señor de su llegada, sino que también le contaría todo lo que él había querido explicarle en persona.