El amanecer estaba emergiendo lentamente a través de los frondosos árboles, y los primeros y vacilantes rayos del sol ya estaban comenzando a aparecer entre las montañas en las que se había construido el palacio de Mirkwood. De ninguna manera era una mañana esplendorosa; el cielo estaba nublado y gris, y la promesa de que caería aún más nieve pesaba sobre el ambiente aún somnoliento.
Aún así, esta era la mañana más hermosa que Thranduil Oropherion, Rey de Mirkwood, había visto en mucho tiempo, y era tan hermosa que incluso se convenció de cantar una pequeña canción mientras intentaba decidir qué túnica debería usar hoy.
Para él no importaba si nevaba o llovía, si el sol brillaba o si caía del cielo, hoy era un día hermoso, y nada podría pasar que pudiera cambiar eso. Una pequeña voz en la cabeza del elfo rubio siseó una advertencia ante ese presuntuoso pensamiento. ¿No era tal declaración una invitación a los Valar para que le enseñaran que algo siempre podía suceder para convertir una hermosa mañana en el peor día que hubiera visto?
Thranduil frunció el ceño mientras abrochaba lo que consideraba una cantidad exagerada de botones de la túnica azul cielo que finalmente había elegido — Muy bien, era muy poco probable que sucediera algo que cambiara el hecho de que hoy era un día hermoso, esa frase serviría y todavía estaba lo suficientemente cerca de lo que había quería decir originalmente.
Dejó de pensar en si los Valar ya podrían estar planeando su caída y colocó en su cabeza dorada un hermoso aro plateado que estaba forjado de modo que se asemejara a la corona de hojas que usaba cuando las estaciones lo permitían. Era su favorito, y sería más que apropiado si lo usara porque hoy era, después de todo, un hermoso día. Y lo repetiría mil veces: Nada; probablemente — se apresuró a modificar — Podría cambiar eso.
Una voz interior bastante cínica comentó con ironía que no era una buena señal que siguiera repitiendo esas palabras con tanto fervor y que probablemente todo eso fuera un indicativo de que algo saldría horriblemente mal, pero Thranduil lo ignoró y se aferró firmemente a su buen humor, el cual ya estaba al borde de la línea entre la alegría y el júbilo. De hecho, aquello le estaba comenzando a recordar a Glorfindel, el rubio consejero de Lord Elrond, y eso no era nada bueno. Él personalmente se pegaría un tiro antes de comenzar a mostrar una alegría tan desbordante y característica del elfo de Imladris, alegría que solo metía en problemas a él y a los demás. Un comportamiento que — en su opinión — sería muy impropio de un rey.
Podría no ser tan alegre como Glorfindel — decidió Thranduil — pero su buen humor de ahora era todo lo alegre que podía estar, y tenía buenas razones para ello. Valar, de hecho tenía una buena razón. Sonrió con satisfacción, alcanzando el trozo de pergamino que estaba en la pequeña mesa junto a una cómoda hermosamente tallada. Obviamente, el papel había sido de buena calidad hace algún tiempo, con las negras letras del tengwar brillando nítidamente sobre el fondo amarillento. Ahora, sin embargo, estaba un poco arrugado, y aparentemente había sido doblado y desdoblado muchas veces desde que fue escrito.
El Rey de Mirkwood una vez más se tomó el tiempo de leer la parte del mensaje justo debajo de la mancha roja que corría desde el borde del papel casi hasta el centro, dividiendo cuidadosamente la hoja por la mitad. En circunstancias normales, el elfo de cabello dorado habría fruncido el ceño ante la mancha escarlata como si la reprendiera por atreverse a aparecer entre uno de sus mensajes. Si había algo que no podía soportar, era el desorden, pero hoy no le importaba en lo más mínimo. Además, dado que él mismo había producido esta mancha al dejar caer parte del vino de su copa sobre la carta — una acción que debía acreditarse al impacto repentino — realmente no tenía a nadie más que a sí mismo a quien culpar; y además de eso la mancha le ayudaba bastante a encontrar su parte favorita de la carta, así que no se quejaba.
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Caminar en la noche (Libro 05)
Fiksi PenggemarJusto antes de que Aragorn deba viajar de regreso a Rivendel, una patrulla de Mirkwood es atacada y Legolas, capturado. Cuando Aragorn finalmente lo encuentra a él y a todos sus captores, ambos se dan cuenta de que una fuerza oscura se está agitando...