6- Ya es hora

561 19 1
                                    

Samuel y Carla se encontraban exhaustos. Ya se encontraban en su séptimo mes de embarazo, y no lograban sentirse cómodos con la idea de dar a su bebé en adopción.
De todos modos, habían acordado pasar los últimos tres meses del embarazo en Nueva York, donde el bebé podría adquirir su nacionalidad Estadounidense al igual que Samuel, que ya había tramitado el cambio de apellido.

Samuel se encontraba cocinando pastas, mientras que Carla estaba en el sofá relajada mirando televisión.

- ¿Te encuentras bien?- le preguntó desde la cocina a Carla, que levantó la mirada para sonreírle.

- Que sí, ya me has preguntado cuatro veces.- se rió ella.

- Vale, voy por algo a la tienda y vuelvo. No me tardo.- anunció Samuel mientras depositaba un beso el su frente, para luego desaparecer por la puerta principal.

La tienda de la que hablaba Samuel, no se encontraba muy lejos, pero era un sábado a la noche, lo que inquiría que habría bastante gente.
Carla permaneció en el sofá cambiando de canales sin encontrar nada que le llamara la atención realmente. Pero en cuanto se enderezó para beber un sorbo de agua, comenzó a sentirse mojada entre los muslos.
Cuando revisó de qué se trataba, su corazón comenzó a latir a una velocidad sobrehumana cuando se percató de que su fuente se había roto. Era la hora del bebé.

Comenzó a desesperarse sin saber qué hacer, ni cuanto tiempo le quedaba antes de que las contracciones empezaran...
Su primer instinto fue llamar a Samuel, que desde la otra línea le informó que estaba en la esquina, a punto de llegar.

Subieron al auto y partieron rumbo al hospital donde habían hecho el seguimiento del bebé por los siete meses.

Al llegar les asignaron una habitación en la cual deberían estar hasta que Carla tuviera diez centímetros de dilatación, para luego trasladarla a la sala de partos.
Si bien el bebé era prematuro, su obstetra, el doctor Rivera, les comunicó que por el buen desarrollo del feto, no debían de preocuparse por una cesárea, ya que el parto natural no traería inconvenientes.

En cuanto Samuel fue llamado para llenar los papeles del hospital, Carla aprovechó para pedirle al equipo que traería a su bebé al mundo, que no le dijeran el sexo, ni se lo mostraran, y mucho menos colocarlo en su pecho.
Algo sorprendidos y anonadados por aquella petición, el equipo no tuvo otro remedio que acceder.

Lo que para ellos parecía un acto frío y sin corazón de parte de una madre, para Carla era solamente una forma para evitar más dolor del que sentiría al desprenderse de su bebé.

//

En cuanto la partera detectó aquellos diez centímetros de dilatación necesarios para dar comienzo al parto, llamó al médico de guardia para que la trasladaran.

Una vez allí, Carla comenzó a pujar con todas sus fuerzas. No podía esperar a que aquel martirio acabara de una vez, y se sentía agradecida de que se haya salteado dos meses.

Samuel se encontraba al lado de la partera observando todo detenidamente... cuando pasó.

- ¡Alright, sweetheart, here's the headPush one more time, Carla!- le alentaba la doctora.

Carla dió todo de sí, y en cuestión de unos segundos, un llanto desgarrador y hermoso, invadió la sala.

Samuel observó a esa pequeña criaturita que él había ayudado a crear, y no pudo evitar sonreír con los ojos empapados en lágrimas, al ver que se trataba una bellísima niña.

Los doctores observaron cómo él la miraba maravillado y estupefacto. La enfermera, que tenía órdenes explícitas de no acercarle la niña a su madre, no vió por qué no permitirle a él que la cargara.

Carla había sido llevada a la sala de recuperación, mientras que Samuel se quedó allí meciendo a la pequeña.

Sentía una sensación de estar viviendo un sueño, algo irreal. Como si aquella preciosa y perfecta bebé fuera una ilusión. No dejó de contemplarla por horas mientras se calmaba y se relajaba en sus brazos. Al fin se había dormido, cuando Carla apareció al lado de la puerta.

- Por favor, no me lo muestres, solo he venido a recordarte que vendrán a recogerle en un rato.- le dijo apartando la mirada al suelo.

- Vale.- masculló Samuel.

Carla levantó la mirada para verle totalmente enamorado de aquella pequeñita criatura que mecía en brazos.

- Si en verdad crees poder con la responsabilidad de ser padre, deberías ser tú quien le críe.- sollozó Carla entendiendo el significado de cada una de sus palabras: ya no podrían estar juntos.

Samuel la observó detenidamente, y luego volteó para ver a su bebé dormida en sus brazos. El amor de su vida en un lado de la balanza, y su hija, del otro. Eran dos amores completamente distintos.

- Lo siento,- suspiró Samuel- debo hacerlo.

- Lo sé.

\

¡No se me depriman que esto acaba de comenzar! Esta historia de amor no ha terminado, al contrario, acaba de nacer.

Publico todos los días un nuevo capítulo (o más)

Samuel y Carla: CharlieWhere stories live. Discover now